viernes, 31 de agosto de 2012
Los gurises
El caballo criollo en ambas márgenes del Río de la Plata sigue siendo único, su fortaleza natural, la docilidad en el trabajo, su espíritu avasallante en las batallas, el trote pausado y tranquilo con su jinete dormido y mal es
tribado rumbeando hacía la tranquera de su rancho después de una noche de truco y vino carlón.
Esto me hace acordar a una historia contada por mi tío Raúl, suceso que aconteció en Palermo, Departamento de Florida, Uruguay, en el almacén del guarda agujas. Paredes de material, techo de chapa inglesa y chiquero en el fondo, cerca del ombú aún había rastros de lo que había sido el picadero de riña de gallos. Ahora habitada por gansos mañeros y peleadores con todo aquel que pasara al fondo a desagotar sus necesidades fisiológicas, ni les cuento si había que ponerse en cuclillas, encandilado aún por la luz del fogón, estos bichos aparecían por detrás, como ánimas en la noche picoteando lo que estaba a su alcance, los baqueanos del lugar iban preparados con el rebenque, era una señal para las bromas, sobre el ensopado con demasiada grasa de pella cocinado por las robustas y poco agraciadas hijas del pulpero, el alcohol y el encierro de días en el campo, hacia más suaves sus curvas y más admiradas su narices pico de loro.
Al atardecer, aparecieron los dos gurises bien montados, desensillando sus caballos debajo de un ombú cerca de dos sulkis domingueros bastante descuajeringados, muy similares entre sí, los matungos dos criollos mansos, pastaban uno al lado del otro. El saludo de cortesía y la sonrisa pícara de parroquianos y los recién llegados, contrastaba con la cara seria del dueño de casa.
El ensopado no se hizo esperar el vino y las risas tampoco, al rato nomás, los gurises fueron saliendo con sus rebenques en la mano, la sonrisa y picardía de los dos sobre los hechos consumados, era la algarabía de los parroquianos, la pequeña venganza de una diablura del domingo anterior quedaba saldada,
“El ensopado estaba bueno, pero fuerte” solo fue el risueño comentario, hasta que salieron en yunta con el rebenque en mano una vez más. Al regreso, entraron a los empujones corridos por los gansos, entre risotadas que hacían saltar las lágrimas y palmeadas en la espalda, llegaron a acodarse al mostrador, mandaron dos o tres vueltas a la paisanada, la esquila había terminado, teniendo estos la mensualidad en el tirador.
Uno a uno marcharon a su pago, solo quedaron dos paisanos, justo estos que dieron la idea para poner al ensopado, hígado de liebre, eran los dueños de los sulkis, preferían venir en ellos así se despachaban a gusto sobre el asiento, el matungo criollo y conocedor hacía el resto.
Serviciales los gurises los ayudaron a subir, acomodaron las guarniciones, llevaron los sulkis hasta la huella y con un suave chirlo sobre sus ancas rumbearon para sus respectivos ranchos. El guarda agujas y bolichero les agradeció por la ayuda, porque era él que lo hacía cada madrugada del domingo. Sintió luego las risas de ambos que se perdían en el camino aún oscuro y sin luna, pensó para sí “que buenos chicos, no me voy a prestar en la próxima para hacerles una broma”
Los que alguna vez hemos tomado un poco de mas, llegar a nuestras casas era lo complicado, pero ya adentro por más que el vaho de los alcoholes enturbiaran la razón y debilitaran nuestro ser, cualquier sillón a nuestro precario alcance era bienvenido.
Siguiendo con el relato, lo que no sabía el pulpero agradecido y los paisanos mamados por unanimidad en sulky, que sus caballos habían sido cambiados.
Queda solo en la imaginación nuestra lo que pudo haber sucedido, en plena noche cerrada, ser recibido por una jauría de perros de un rancho extraño, que por intuición y a los tumbos entró por la primera puerta que encontró, los gritos de la matrona con el palo de amasar listo para sacudir a ese desconocido que, en el manoteo a ciegas hizo rodar pava, cacerolas y demás enseres que se le cruzaban por el camino.
¿Quien sabe como amanecieron?
Pero si sé que a estos gurises, treinta años después, cuando lleguè con Enrique Nin hijo y yo sobrino de aquellos, al mismo boliche del guarda agujas presentándonos, un paisano viejo en un rincón dijo “Un Nin y Artagaveytia juntos nuevamente por el pago, “Válgame Dios”.
Todavía los recordaban con cariño, respeto y una sonrisa.
A Quique Nin y Raúl Artagaveytia en el recuerdo
Adolfo Artagaveytia
Esto me hace acordar a una historia contada por mi tío Raúl, suceso que aconteció en Palermo, Departamento de Florida, Uruguay, en el almacén del guarda agujas. Paredes de material, techo de chapa inglesa y chiquero en el fondo, cerca del ombú aún había rastros de lo que había sido el picadero de riña de gallos. Ahora habitada por gansos mañeros y peleadores con todo aquel que pasara al fondo a desagotar sus necesidades fisiológicas, ni les cuento si había que ponerse en cuclillas, encandilado aún por la luz del fogón, estos bichos aparecían por detrás, como ánimas en la noche picoteando lo que estaba a su alcance, los baqueanos del lugar iban preparados con el rebenque, era una señal para las bromas, sobre el ensopado con demasiada grasa de pella cocinado por las robustas y poco agraciadas hijas del pulpero, el alcohol y el encierro de días en el campo, hacia más suaves sus curvas y más admiradas su narices pico de loro.
Al atardecer, aparecieron los dos gurises bien montados, desensillando sus caballos debajo de un ombú cerca de dos sulkis domingueros bastante descuajeringados, muy similares entre sí, los matungos dos criollos mansos, pastaban uno al lado del otro. El saludo de cortesía y la sonrisa pícara de parroquianos y los recién llegados, contrastaba con la cara seria del dueño de casa.
El ensopado no se hizo esperar el vino y las risas tampoco, al rato nomás, los gurises fueron saliendo con sus rebenques en la mano, la sonrisa y picardía de los dos sobre los hechos consumados, era la algarabía de los parroquianos, la pequeña venganza de una diablura del domingo anterior quedaba saldada,
“El ensopado estaba bueno, pero fuerte” solo fue el risueño comentario, hasta que salieron en yunta con el rebenque en mano una vez más. Al regreso, entraron a los empujones corridos por los gansos, entre risotadas que hacían saltar las lágrimas y palmeadas en la espalda, llegaron a acodarse al mostrador, mandaron dos o tres vueltas a la paisanada, la esquila había terminado, teniendo estos la mensualidad en el tirador.
Uno a uno marcharon a su pago, solo quedaron dos paisanos, justo estos que dieron la idea para poner al ensopado, hígado de liebre, eran los dueños de los sulkis, preferían venir en ellos así se despachaban a gusto sobre el asiento, el matungo criollo y conocedor hacía el resto.
Serviciales los gurises los ayudaron a subir, acomodaron las guarniciones, llevaron los sulkis hasta la huella y con un suave chirlo sobre sus ancas rumbearon para sus respectivos ranchos. El guarda agujas y bolichero les agradeció por la ayuda, porque era él que lo hacía cada madrugada del domingo. Sintió luego las risas de ambos que se perdían en el camino aún oscuro y sin luna, pensó para sí “que buenos chicos, no me voy a prestar en la próxima para hacerles una broma”
Los que alguna vez hemos tomado un poco de mas, llegar a nuestras casas era lo complicado, pero ya adentro por más que el vaho de los alcoholes enturbiaran la razón y debilitaran nuestro ser, cualquier sillón a nuestro precario alcance era bienvenido.
Siguiendo con el relato, lo que no sabía el pulpero agradecido y los paisanos mamados por unanimidad en sulky, que sus caballos habían sido cambiados.
Queda solo en la imaginación nuestra lo que pudo haber sucedido, en plena noche cerrada, ser recibido por una jauría de perros de un rancho extraño, que por intuición y a los tumbos entró por la primera puerta que encontró, los gritos de la matrona con el palo de amasar listo para sacudir a ese desconocido que, en el manoteo a ciegas hizo rodar pava, cacerolas y demás enseres que se le cruzaban por el camino.
¿Quien sabe como amanecieron?
Pero si sé que a estos gurises, treinta años después, cuando lleguè con Enrique Nin hijo y yo sobrino de aquellos, al mismo boliche del guarda agujas presentándonos, un paisano viejo en un rincón dijo “Un Nin y Artagaveytia juntos nuevamente por el pago, “Válgame Dios”.
Todavía los recordaban con cariño, respeto y una sonrisa.
A Quique Nin y Raúl Artagaveytia en el recuerdo
Adolfo Artagaveytia
Psicología Positiva
http://www.youtube.com/watch?v=gVjhgC5_PZw&feature=related
666 reproducciones
Subido por MISSMARGARITA91 el 12/01/2012
Conociendo al Knowmad: el trabajador del conocimiento y la innovación
http://www.elefectopigmalion.com/knowmad/
ivimos en la explosión de las redes sociales y la sociedad está cambiando, así como nuestra forma de aprender y de trabajar en ella. Fruto de este cambio, cada día tiene más relevancia el trabajador del conocimiento y la innovación: el Knowmad.
Lo que motiva a trabajadores del conocimiento es lo mismo que motiva a voluntarios……necesitan, sobre todo, retos. Peter Drucker.
Foto por Marco Raaphorst vía Flickr
Llevo algún tiempo leyendo un libro titulado Aprendizaje Invisible, que si no has leído, te recomiendo encarecidamente que nada más termines de leer este post, lo hagas de forma gratuita desde el enlace anterior.
El libro habla sobre las habilidades de aprendizaje que no se enseñan en nuestro sistema educativo y que ya son necesarias en la sociedad actual, basadas en la innovación, el aprendizaje continuo y en cómo promover el pensamiento crítico frente a la forma de educación actual.
Pensaba hacer un artículo desgranando las claves que me han parecido más importantes, pero la verdad es que de él se pueden sacar varias ideas importantes por lo que seguramente este no sea el último artículo que le dedique a este tema. En un próximo post me meteré más de lleno en el Aprendizaje Invisible como tal.
Hace tiempo en un post reflexión, hablábamos de generalistas vs especialistas, del papel del Hombre Renacentista en la sociedad actual y de cómo los generalistas cada día están tomando más importancia como conectores de ideas, de conocimiento, en una sociedad transformada por el uso de las tecnologías y la explosión de las redes sociales.
Pues resulta que leyendo este libro a la vez que otro sobre políticas en e-learning (menos recomendable… ), encuentro en ambos un término que desconocía y que ha llamado poderosamente la atención, el Knowmad, que se refiere a un trabajador del conocimiento y la innovación, fácilmente adaptable y que es capaz de trabajar con cualquier persona, en cualquier momento y lugar. Puedes ver a continuación a John Moravec hablando sobre este tema en TEDxLaguna (en inglés).
Esta gran flexibilidad del knowmad, le permite adaptarse al entorno y aprovecharse de este para nutrir su conocimiento y creatividad. La relación de un knowmad con cualquier otra persona le enriquece, porque le genera nuevo conocimiento y nuevos puntos de vista, lo que hace que cada knowmad sea único a la hora de interpretar la información.
En el libro, sus autores abogan por llevar el concepto de knowmad a la educación, para que los estudiantes sean capaces de aprender, compartir y trabajar sobre la información en cualquier contexto.
Es muy curioso, porque creo que muchas de los rasgos del knowmad, son los que caracterizan a un generalista: creatividad, capacidad de resolución de problemas, adaptatibilidad, aprendizaje permanente. Esto nos lleva a la siguiente pregunta
¿Es el knowmad el hombre renacentista del siglo XXI? Una persona formada en muchos campos de aprendizaje, con una amplia perspectiva, capaz de desenvolverse en distintos entornos y conector de ideas.
A continuación os dejo con la lista (abierta y no excluyente) que el autor refleja en el libro, sobre los criterios que caracterizan a un knowmad. Está inspirado en las ideas expuestas por Stephen Collins en su presentación I Am Knowledge Worker 2.0, disponible en SlideShare.
Pasaporte de habilidades para un Knowmad:
1. No está limitado a una edad determinada.
2. Creativo, innovador, colaborativo y motivado.
3. Utiliza la información y genera conocimientos en diferentes contextos.
4. Altamente inventiv@, intuitiv@, capaz de producir ideas.
5. Capaz de crear sentido socialmente construido.
6. No sólo busca acceder a la información, procura utilizarla abierta y libremente.
7. Creador de redes, siempre conectando a personas, ideas, organizaciones, etc.
8. Capacidad para utilizar herramientas para resolver diferentes problemas.
9. Alfabetizado digitalmente, comprende cómo y por qué funcionan las tecnologías digitales.
10. Competencia para resolver problemas desconocidos en contextos diferentes.
11. Aprende a compartir (sin límites geográficos).
12. Es adaptable a diferentes contextos y entornos.
13. Consciente del valor de liberar el acceso a la información.
14. Atento a los contextos y a la adaptabilidad de la información.
15. Capaz de desaprender rápidamente, sumando nuevas ideas.
16. Competente para crear redes de conocimiento horizontales.
17. Aprendizaje permanente y para toda la vida (formal-informal).
18. Experimenta constantemente TIC (colaborativas).
19. No teme el fracaso.
Las redes sociales están repletas de ejemplos de grandes knowmads y de buenos especialistas. Todos lo somos en cierta medida: la información fluye horizontalmente en las redes en todas direcciones y la recogemos, filtramos e interpretamos a nuestra manera. Y después la devolvemos impregnada de nuestra perspectiva para que otros hagan lo mismo.
A partir de aquí toca plantearnos qué características nos definen, qué somos y qué queremos ser en la vida.
Somos muy malos prediciendo el futuro, lo que vale para hoy no servirá mañana. Aún así, reconozcamos que nos encanta jugar a hacer predicciones.
¿Será el futuro que nos espera de los Knowmadas? ¿Dejarán los especialistas de serlo tal y como les conocemos hoy y se volverán knowmadas?
"Paris is always a good idea" :)
To my dearest friends, thank you for your friendship!
... I don't want it to end.
... I don't want it to end.
soñar para sobrevivir: la función evolutiva del espacio onírico
http://pijamasurf.com/2011/02/sonar-para-sobrevivir-la-funcion-evolutiva-del-espacio-onirico/
Los ensayos virtuales de los sueños parecen haber sido vitales para la evolución humana; en una siguiente etapa evolutiva los sueños podrían ser el escenario de consciencia mutante que descubre su capacidad inherente de crear la realidad
“Los sueños son reales mientras duran, ¿puedes decir más de esta vida?”, Henry Havelock Ellis.
Más allá de la delicia mental -la menta suprema- que dosifica Morfeo… y su evanescencia, lo que se va, ¿por qué razón, si la hay, el cerebro se involucra en imaginar mundos mientras descansa? ¿Para qué sirve soñar en un mundo donde, al parecer, lo que rige es la implacable evolución y los mecanismos de sobrevivencia, donde todo se supedita a la practicidad genética de permanecer y transmitir información que nos re-produce? Donde muchas veces, como han teorizado algunos, los sueños son percibidos como meros repositorios de la psicobasura diurna.
Más allá del encanto etéreo de soñar y su aparente sublime inutilidad, es precisamente esa urgencia evolutiva la que parece conducir a los sueños. Psicólogos evolucionistas creen que el acto onírico -esa cópula de espejos- tiene la insuperable función de promover la supervivencia de la especie. Como si fuera un canto revolucionario, soñar es, bajo esta concepción, una forma de vencer a la muerte.
Según este artículo del LA Times, “psicólogos evolucionistas teorizan que los humanos empezaron a soñar para promover la sobrevivencia a través de ensayar una respuesta adaptativa a los desafíos”.
“En la prehistoria era algo cómo ‘qué hago para escaparme de tigres diente de sable”‘, dice la psicoterapeuta Sandy Ginsberg, argumentando que los sueños son escenarios virtuales para ensayar soluciones que de otra forma, en un escaenario “real”, nos costarían la vida. “Todavía estamos soñando cómo sobrevivir”.
Existen varios casos famosos de personas que han solucionado un problema o creado una puerta para cruzar en el futuro a través de los sueños. Quizás el más famoso es el de Dimitry Mendeleev, quien supuestamente soñó la tabla periódica de elementos. No menos notable, el químico Friederich Kekule, en 1864, descubrió la elusiva estructura de la molécula de benceno -similar a un anillo- después de que soñó que una serie de átomos formaban una serpiente enrollada mordiéndose la cola, el arquetípico Ourboros de los alqumistas, que representa el opus magnum. Este sueño zanjó el camino para el establecimiento de la química orgánica moderna.
El premio nobel Otto Loewi, soñó en 1920 sobre un experimento con una rana que luego probaría que los impuslos nerviosos son transmitidos químicamente.
En otro ámbito el poeta inglés Samuel Taylor Cooleridge soñó el memorable poema “Kubla Khan”.
La psicología evolucionista interpreta que el espacio onírico en estos caso está siendo usado como un escenario para poner a prueba posibles soluciones a problemas. Puede ser un poema o un forma de cazar a un mámut.
En 1975 el Dr. William C. Dement, el hombre que descubrió los sueño R.E.M., escribió que su más “salvaje especulación” era que en el ser humano “el sueño REM podría haber evolucionado para ser utilizado en el futuro”, y profetizó “la función eventual de los sueños será permitir al hombre experimentar las múltiples alternativas del futuro en la cuasi-realidad del sueño, y así tomar una decisión más ‘informada’”. El mismo Dement dejo de fumar después de tener un sueño donde se vio a sí mismo con un ‘inoperable cáncer en su pulmón’.
En esta frase Dement se vuelve Morpheus de Matrix, el guardían de los sueños, que enseña al hombre nuevo lo que puede hacer en un programa de realidad virtual, lo enseña a volar, a esquivar balas, a doblar la realidad. Los sueños como escenarios virtuales donde podemos experimentar los múltiples futuros, un poco los jardínes cuánticos que se bifurcan y elegir lo que queremos con nuestro nodo central, el corazón de nuestra tabla de surf, de ser.
Estudios compilados por Stephen Laberge en su libro “Lucid Dreaming” demuestran que una de las funciones biológicas de los sueños podría ser justamente el aprendizaje, existe una correlación entre el REM y nuestra capacidad de aprender algo. Acaso porque en los sueños tomamos el tiempo, con una acceso a una mayor amplitud de nuestras capacidades mentales, para ensayar y asimilar lo que vemos y queremos en el ‘mundo real’. En este sentido, de forma similar a aquellas cuevas mágicas del paleolítico en las que el arte simulaba cazar a un animal para que esto se suscitara en la realidad, cuando hacemos algo en los sueños estamos aprendiendo a hacerlo en la reaildad, ya que en el fondo el cerebro no distingue entre estos dos estados que dividen el continuum de la consciencia.
Uno de los mejores poemas de Octavio Paz dice “Hay que dormir con los ojos abiertos, hay que soñar con las manos, soñemos sueños activos de río buscando su cauce, sueños de sol soñando sus mundos”. Estas líneas del poema Cántaro Roto pueden ser interpretadas desde la perspectiva onírica evolutiva como la intuición de que los sueños son los grandes constructores de nuestro destino, que con manos oníricas podemos materializar mundos fantásticos, una ventana brillante a nuestra naturaleza creativa. Si combinamos esto con la frase que cita W.B. Yeats de una vieja obra de teatro inglesa anónima: “In dreams begins responsibility” (en los sueños inicia la responsabilidad) podemos acercarnos al entendimiento de que aquello que hagamos mientras dormidos tiene una profunda influencia en nuestras vidas -no es solamente una amable distracción, una película palomera- y es nuestra responsabilidad desarrollar nuestra voluntad onírica, nuestra reconexión con la profundidad de nuestra psique para evolucionar más rápido.
Tal vez el último secreto de los sueños sea que evolucionaron para permitirnos tomar consciencia de que podemos crear la realidad, de la misma forma que creamos mundos en los sueños, tal vez sea posible crear galaxias y estrellas en un futuro cuando aprendamos a usar la divina plastilina onírica. Como dice Shakespeare en La Tempestad, “We are such stuff as dreams are made of”, en este sentido operar sobre la sustancia onírica, es operar sobre nuestros cuerpos. Un sueño lúcido en el que despertamos sin dejar de soñar podría ser equivalente a despertar del sueño de la muerte. Un sueño lúcido colectivo podría ser la siguiente etapa de la evolución humana.
El erudito de lo oculto Manly P. Hall decía que en ocasiones los sueños son símbolos que genera nuestro espíritu (nuestro yo superior o ser astral). Acaso comunicando importante información -mapas de la psicogeografía divina- para el crecimiento personal y la autorrealización del individuo que busca justamente materializar su espíritu.
Esta idea de que los sueños pueden comunicar información profética o de origen divino, es expuesta por Homero en voz de Penelope, en la Odisea. Penelope reflexiona que existen dos portales para los sueños, los que provienen del márfil y los que provienen del cuerno, los que provienen del márfil suelen engañar y los que provienen del cuerno se suelen cumplir -un juego de palabras en griego donde márfil es similar a engañar y cuerno a cumplir. Es responsabilidad del oneironauta abrir ese cuerno de los sueños verdaderos, la cornucopia de la psicografía espiritual. De otra forma tal vez nunca sepa quién es y para qué está en este planeta.