COMPETIR CON LA MENTE
La mente es la casa de las creencias que promueven los pensamientos que conducen a las acciones que emprendemos.
La mente es lo que desarrolla y dirige la estrategia.
La mente provee una imagen e instruye al cuerpo en los movimientos necesarios para actuar.
La mente es el observador que hace las decisiones acerca de la clase de autodiálogo que utilizamos cuando actuamos.
La mente controla nuestra fisiología.
La mente se hace cargo del control emocional.
La mente es la locomotora que conduce al tren!
Reflexión y filosofía
"La gran trampa de la autoayuda moderna es hacernos creer que cada uno es responsable de su felicidad"
Andreu Enrich: "No hay que luchar contra el dolor o acabaremos creando una sociedad de analgésicos"
El jugador de hockey hierba, impulsor de la fundación solidaria Stick for India, presenta el libro 'El aprendiz de la felicidad'
El jugador de hockey sobre hierba, Andreu Enrich, comparte algunas de las charlas que mantuvo para disfrutar de sus inquietudes existenciales y hablar sobre la felicidad
Durante muchísimos años y generaciones, la humanidad se ha empeñado en intentar definir el concepto de felicidad y dar con las fórmulas y los secretos que nos pueden llevar hasta ella. “La pregunta es el primer paso del aprendizaje”, afirma Andreu Enrich, quien decidió emprender una aventura personal de raíz filosófica para intentar averiguar qué es la felicidad a través de diferentes conversaciones con algunas de las figuras más relevantes de la actualidad. El final de este viaje ha desembocado en el libro El aprendiz de la felicidad, que recupera el diálogo como método de indagación filosófica aprendiendo de la vivencia de diferentes personajes de ámbitos diversos como el psiquiatra Rogeli Armengol, el deportista Manel Estiarte, el filósofo Francesc Torralba o el maestro Sesha, entre otros. Enrich es, juntamente con el también jugador de hockey Santi Freixa, el impulsor del proyecto solidario Stick for India, que, en colaboración con laFundación Vicente Ferrer, promueve el desarrollo educativo y social a través de la práctica del hockey. Andreu Enrich cree que “nunca ha habido una juventud con tanta información y, a la vez, con una falta de referentes como la de hoy en día. Ante este alud de información, si no ponemos un poco de reflexión y actitud filosófica estamos perdidos”. Filosofemos y reflexionemos.
-¿Cuándo fue la primera vez que se preguntó sobre su propia felicidad?
-Más que la pregunta de si era feliz, todas las dudas que tenía de este estilo empezaron a raíz del viaje que hice a la India. Cuando conoces una cultura que es completamente distinta a la tuya, es el momento en que te vienen las preguntas. Ahí fue cuando me pregunté qué era válido y qué no lo era. Me cuestionaba por qué esa gente tenía una idea de la sociedad, del desarrollo, del bien, de la ética, de la felicidad, muy diferente a la nuestra y si estaban equivocados o éramos nosotros los que fallábamos.
-¿Hasta ese momento usted no se había cuestionado si era feliz?
-No explícitamente, pero siempre he sido una persona inquieta y me han interesado determinados ensayos filosóficos y la famosa literatura de autoayuda.
-¿Buscar esa felicidad le hizo infeliz en algún momento?
-Si buscas algo y partes de la carencia, sí. Si defines la felicidad como algo que se tienes que obtener para sentirte bien y, al buscarla, partes del postulado que no la tienes, es imposible sentirte bien hasta que no la consigues. Muchas veces ligamos la satisfacción de obtener algo, con un objeto. Hasta que no logramos tener ese objeto, no somos felices. Aquí podemos sustituir la palabra objeto por un trabajo, o por una pareja o lo que sea. Cuando lo consigues, te llena una cierta satisfacción que es transitoria y que también se acaba. Hay mucha gente que entiende la felicidad de esta forma, por esto habla de estados de ánimo transitorios.
-¿Usted la entiende así la felicidad?
-Me he dado cuenta de que la felicidad se puede entender de muchas maneras distintas. Hay gente que la entiende como una satisfacción por obtener algo. Hay otra gente que la entiende como el hecho de poder hacer cosas; disfruta de la felicidad al hacer según qué cosas. Para otros, la felicidad es algo que tiene que ver con la dimensión del ser. Hay un abanico tan grande de significados que, al final, la única conclusión que uno puede sacar de todo esto es que la felicidad es un invento, una construcción, un acuerdo que tenemos con nuestra comunidad.
-Hay quien no cree en la felicidad…
-La felicidad existe mientras tú te creas que existe. Cuando te preguntan qué es la felicidad, te ves obligado a buscar una respuesta, a formular una definición o un enunciado que sea cierto. Para Epicuro, sería algo relacionado con el placer; para Aristóteles, relacionado con la virtud o la moderación; para un estoico sería soportar el dolor de la vida. Y no sólo a través de los pensadores que ha dado la historia, luego también hay diferentes religiones, tradiciones o culturas. Dentro de nuestra sociedad, hay diferentes ámbitos. Cada persona entiende la felicidad como algo distinto.
-¿Buscar continuamente la felicidad nos ha hecho más infelices?
-La forma como la entendemos, como una búsqueda, como una consecución, provoca mucho sufrimiento porque partimos de esa carencia. Con esta concepción, siempre estaremos buscando cosas que logren renovar esta experiencia de gozo y de sorpresa. Cada vez que tienes esta experiencia, te vuelves adicto. Fíjate en cómo estamos educando a nuestros hijos.
-¿Qué quiere decir?
-Ahora llega la Navidad y les regalamos muchos regalos. Al final, lo que estamos enseñando a los niños es que lo divertido y la experiencia que cuenta es la de abrir un regalo. La novedad. Estamos vinculando la experiencia de ese niño a abrir regalos distintos, más que a coger un regalo, buscarle un funcionamiento, nuevas formas de utilizarlo, etc.
-¿Y los adultos no lo hacemos?
-Sí. Somos iguales. Empezamos con una carrera, luego un trabajo, y buscamos continuamente un trabajo que nos llene más. Con la pareja también suele pasar lo mismo: no podemos soportar la rutina y buscamos a alguien que nos pueda dar esta sensación de felicidad.
-Vinculamos la felicidad a un chute de energía que, cuando se acaba, nos hace sentirnos aún más vacíos…
-Es un círculo vicioso y tienes que ir luchando para que aquello no se acabe.
-¿Eso es porque dependemos en exceso de los demás para ser felices?
-No sé si es tanto de las personas, pienso que es más una dependencia de los objetos. Ojalá pensáramos que la felicidad depende de los demás y no de uno mismo, una de las grandes trampas del mundo moderno de la autoayuda es hacernos creer que cada uno es responsable de su felicidad. "Tú tienes que ser feliz y lo puedes lograr". ¿Es que el resto del mundo no importa para nada?
-Veo que no está de acuerdo con la autoayuda actual…
-Para nada de acuerdo. Somos seres sociales y necesitamos de la interacción con el otro. No podemos ser felices solos.
-¿Sin el amor de los demás, no podemos ser felices?
-Es imposible.
-¿Aunque nos queramos muchísimo a nosotros mismos?
-Imposible. Nunca seríamos felices, estando solos en el universo. No forma parte de nuestra naturaleza. El problema es que formamos parte de una sociedad que te dice “tú puedes ser feliz”, “hazlo”, “escoge el camino”, “persigue tus sueños”, “descúbrete a ti mismo”. Todas estas frases, que son vacías y no sirven para nada, lo que hacen es desarrollar un individuo que busca su propia felicidad y que se convierte en el centro del universo.
-¿Desde cuando nuestra sociedad se ha vuelto tan individualista?
-Creo que hace muy poco, incluso te diré que pienso que nuestros abuelos no eran así. Probablemente, es cosa de los últimos 50 o 60 años, desde que las grandes empresas y el mercado descubrieron que si vinculaban las emociones positivas a los productos, conseguirían atraer más clientes potenciales y tener más ventas. A partir de aquí, se nos ha empezado a vender la felicidad. Ahora estamos en esta dinámica mercantilista en la que cada uno dedica sus esfuerzos y dinero para ver si encuentra la felicidad.
¿Una persona que dice que puede vender felicidad es un farsante?
-Sí, sin ninguna duda. ¿Cómo es posible que la felicidad del ser humano sea algo que se pueda comprar? Es imposible.
-Insinúa entonces que el mercado se está aprovechando de los vacíos individuales que tiene la sociedad occidental…
-Durante el proceso de industrialización hubo un momento donde las personas eran cada vez más de la empresa y el trabajo. Y aquí fue cuando decidieron utilizar las mismas armas del mercado para seducir a la gente para acelerar más el engranaje y que, al mismo tiempo, creyeran que son felices.
-¿El ser humano ha menospreciado sus emociones?
-Nuestro lenguaje ha evolucionado tanto que nos está complicando la vida. Pensamos en exceso y tenemos tantas palabras para definir la realidad, que esto no está complicando muchas las cosas. La vida es mucho más sencilla, lo que en el fondo requiere nuestra naturaleza humana son cosas muy básicas: salud, interacción social, reconocimiento dentro de un grupo, afecto. Esto pasa y es muy necesario dentro de una comunidad de chimpancés, por ejemplo. También es válido para nosotros, pero como tenemos tantas palabras y nos proyectamos tanto en el tiempo, esto que es tan sencillo lo vemos como un esfuerzo enorme.
-Y acabamos con aquella sentencia tan instalada en Occidente de “en África, sin tener todo lo que tenemos nosotros, son muchos más felices”. ¿Esto es así?
-No. Son tópicos. Si uno de nosotros viaja a la India rural, verá que la gente te sonríe, pero le están sonriendo porque eres tú, un hombre blanco que está allí, no es porque sean felices. Hasta que no te das cuenta que esto es así, crees que esa gente es muy feliz. Si esto fuera así, los dejamos en paz y no hace falta ayudarles en nada. No es verdad; sufren mucho. Cada sociedad requiere de sus propias acciones, de su forma de intentar solucionar los problemas. Pero decir que en el Tercer Mundo son felices con mucho menos es un tópico.
-¿Qué separa la cooperación internacional de una colonización cultural encubierta?
-Es difícil de responder. Ojalá todas las iniciativas que cooperan con países del Tercer Mundo hicieran esta reflexión. Estaría bien empezar teniendo este debate para luego ver qué es básico y fundamental para disfrutar de un mínimo bienestar. Si no hay una mínima libertad en el individuo, es imposible que cualquier persona pueda estar bien. Cosas básicas como la educación, por ejemplo. Al final, lo que puede pasar es que acabemos construyendo una réplica de nuestra sociedad allí.
-¿En qué ayuda la práctica deportiva que proponen proyectos como Stick for India al desarrollo de personas rodeadas de miseria y privadas de esa libertad tan necesaria?
-Venimos del mundo del deporte y conocemos muy bien las virtudes que esta práctica comporta. En una sociedad como la de la India rural, que está tan fragmentada por las castas, el deporte, que allí no se practicaba por imposibilidad: necesita de recursos, organización y conocimientos para que los niños de la India pudieran tener la oportunidad de practicar deporte de forma regular. El deporte de equipo es el único momento de la sociedad donde los niños y niñas están en igualdad de condiciones persiguiendo un mismo objetivo. No importa si eres hindú de casta alta o baja, musulmán o cristiano. Si se empieza trabajando con niños, a la larga se puede lograr un cambio de mentalidad.
-Seis años después, ¿de qué está más satisfecho de su proyecto?
-Ver que los niños que formamos con 12 años y que hoy tienen la mayoría de edad se tratan entre ellos como una familia, independientemente de sus estatus. Son amigos que están más allá de cualquier frontera cultural.
¿Se puede vivir sin dolor?
No, es imposible. El dolor es inherente a la existencia humana. No hay que luchar contra el dolor, o acabaremos creando una sociedad de analgésicos. El dolor es algo natural y, si nos ponemos a luchar contra él, acabaremos frustrados y haciendo del dolor algo mucho más importante de lo que es. Hay que aceptar el dolor de forma natural y, de manera inteligente, perseguir, a través de la ciencia, disminuir las cotas de dolor en la gente. Pero no lo podemos negar, existe y no hay que descartarlo.
-¿Cuándo fue la primera vez que se preguntó sobre su propia felicidad?
-Más que la pregunta de si era feliz, todas las dudas que tenía de este estilo empezaron a raíz del viaje que hice a la India. Cuando conoces una cultura que es completamente distinta a la tuya, es el momento en que te vienen las preguntas. Ahí fue cuando me pregunté qué era válido y qué no lo era. Me cuestionaba por qué esa gente tenía una idea de la sociedad, del desarrollo, del bien, de la ética, de la felicidad, muy diferente a la nuestra y si estaban equivocados o éramos nosotros los que fallábamos.
-¿Hasta ese momento usted no se había cuestionado si era feliz?
-No explícitamente, pero siempre he sido una persona inquieta y me han interesado determinados ensayos filosóficos y la famosa literatura de autoayuda.
-¿Buscar esa felicidad le hizo infeliz en algún momento?
-Si buscas algo y partes de la carencia, sí. Si defines la felicidad como algo que se tienes que obtener para sentirte bien y, al buscarla, partes del postulado que no la tienes, es imposible sentirte bien hasta que no la consigues. Muchas veces ligamos la satisfacción de obtener algo, con un objeto. Hasta que no logramos tener ese objeto, no somos felices. Aquí podemos sustituir la palabra objeto por un trabajo, o por una pareja o lo que sea. Cuando lo consigues, te llena una cierta satisfacción que es transitoria y que también se acaba. Hay mucha gente que entiende la felicidad de esta forma, por esto habla de estados de ánimo transitorios.
-¿Usted la entiende así la felicidad?
-Me he dado cuenta de que la felicidad se puede entender de muchas maneras distintas. Hay gente que la entiende como una satisfacción por obtener algo. Hay otra gente que la entiende como el hecho de poder hacer cosas; disfruta de la felicidad al hacer según qué cosas. Para otros, la felicidad es algo que tiene que ver con la dimensión del ser. Hay un abanico tan grande de significados que, al final, la única conclusión que uno puede sacar de todo esto es que la felicidad es un invento, una construcción, un acuerdo que tenemos con nuestra comunidad.
-Hay quien no cree en la felicidad…
-La felicidad existe mientras tú te creas que existe. Cuando te preguntan qué es la felicidad, te ves obligado a buscar una respuesta, a formular una definición o un enunciado que sea cierto. Para Epicuro, sería algo relacionado con el placer; para Aristóteles, relacionado con la virtud o la moderación; para un estoico sería soportar el dolor de la vida. Y no sólo a través de los pensadores que ha dado la historia, luego también hay diferentes religiones, tradiciones o culturas. Dentro de nuestra sociedad, hay diferentes ámbitos. Cada persona entiende la felicidad como algo distinto.
-¿Buscar continuamente la felicidad nos ha hecho más infelices?
-La forma como la entendemos, como una búsqueda, como una consecución, provoca mucho sufrimiento porque partimos de esa carencia. Con esta concepción, siempre estaremos buscando cosas que logren renovar esta experiencia de gozo y de sorpresa. Cada vez que tienes esta experiencia, te vuelves adicto. Fíjate en cómo estamos educando a nuestros hijos.
-¿Qué quiere decir?
-Ahora llega la Navidad y les regalamos muchos regalos. Al final, lo que estamos enseñando a los niños es que lo divertido y la experiencia que cuenta es la de abrir un regalo. La novedad. Estamos vinculando la experiencia de ese niño a abrir regalos distintos, más que a coger un regalo, buscarle un funcionamiento, nuevas formas de utilizarlo, etc.
-¿Y los adultos no lo hacemos?
-Sí. Somos iguales. Empezamos con una carrera, luego un trabajo, y buscamos continuamente un trabajo que nos llene más. Con la pareja también suele pasar lo mismo: no podemos soportar la rutina y buscamos a alguien que nos pueda dar esta sensación de felicidad.
-Vinculamos la felicidad a un chute de energía que, cuando se acaba, nos hace sentirnos aún más vacíos…
-Es un círculo vicioso y tienes que ir luchando para que aquello no se acabe.
-¿Eso es porque dependemos en exceso de los demás para ser felices?
-No sé si es tanto de las personas, pienso que es más una dependencia de los objetos. Ojalá pensáramos que la felicidad depende de los demás y no de uno mismo, una de las grandes trampas del mundo moderno de la autoayuda es hacernos creer que cada uno es responsable de su felicidad. "Tú tienes que ser feliz y lo puedes lograr". ¿Es que el resto del mundo no importa para nada?
-Veo que no está de acuerdo con la autoayuda actual…
-Para nada de acuerdo. Somos seres sociales y necesitamos de la interacción con el otro. No podemos ser felices solos.
-¿Sin el amor de los demás, no podemos ser felices?
-Es imposible.
-¿Aunque nos queramos muchísimo a nosotros mismos?
-Imposible. Nunca seríamos felices, estando solos en el universo. No forma parte de nuestra naturaleza. El problema es que formamos parte de una sociedad que te dice “tú puedes ser feliz”, “hazlo”, “escoge el camino”, “persigue tus sueños”, “descúbrete a ti mismo”. Todas estas frases, que son vacías y no sirven para nada, lo que hacen es desarrollar un individuo que busca su propia felicidad y que se convierte en el centro del universo.
-¿Desde cuando nuestra sociedad se ha vuelto tan individualista?
-Creo que hace muy poco, incluso te diré que pienso que nuestros abuelos no eran así. Probablemente, es cosa de los últimos 50 o 60 años, desde que las grandes empresas y el mercado descubrieron que si vinculaban las emociones positivas a los productos, conseguirían atraer más clientes potenciales y tener más ventas. A partir de aquí, se nos ha empezado a vender la felicidad. Ahora estamos en esta dinámica mercantilista en la que cada uno dedica sus esfuerzos y dinero para ver si encuentra la felicidad.
¿Una persona que dice que puede vender felicidad es un farsante?
-Sí, sin ninguna duda. ¿Cómo es posible que la felicidad del ser humano sea algo que se pueda comprar? Es imposible.
-Insinúa entonces que el mercado se está aprovechando de los vacíos individuales que tiene la sociedad occidental…
-Durante el proceso de industrialización hubo un momento donde las personas eran cada vez más de la empresa y el trabajo. Y aquí fue cuando decidieron utilizar las mismas armas del mercado para seducir a la gente para acelerar más el engranaje y que, al mismo tiempo, creyeran que son felices.
-¿El ser humano ha menospreciado sus emociones?
-Nuestro lenguaje ha evolucionado tanto que nos está complicando la vida. Pensamos en exceso y tenemos tantas palabras para definir la realidad, que esto no está complicando muchas las cosas. La vida es mucho más sencilla, lo que en el fondo requiere nuestra naturaleza humana son cosas muy básicas: salud, interacción social, reconocimiento dentro de un grupo, afecto. Esto pasa y es muy necesario dentro de una comunidad de chimpancés, por ejemplo. También es válido para nosotros, pero como tenemos tantas palabras y nos proyectamos tanto en el tiempo, esto que es tan sencillo lo vemos como un esfuerzo enorme.
-Y acabamos con aquella sentencia tan instalada en Occidente de “en África, sin tener todo lo que tenemos nosotros, son muchos más felices”. ¿Esto es así?
-No. Son tópicos. Si uno de nosotros viaja a la India rural, verá que la gente te sonríe, pero le están sonriendo porque eres tú, un hombre blanco que está allí, no es porque sean felices. Hasta que no te das cuenta que esto es así, crees que esa gente es muy feliz. Si esto fuera así, los dejamos en paz y no hace falta ayudarles en nada. No es verdad; sufren mucho. Cada sociedad requiere de sus propias acciones, de su forma de intentar solucionar los problemas. Pero decir que en el Tercer Mundo son felices con mucho menos es un tópico.
-¿Qué separa la cooperación internacional de una colonización cultural encubierta?
-Es difícil de responder. Ojalá todas las iniciativas que cooperan con países del Tercer Mundo hicieran esta reflexión. Estaría bien empezar teniendo este debate para luego ver qué es básico y fundamental para disfrutar de un mínimo bienestar. Si no hay una mínima libertad en el individuo, es imposible que cualquier persona pueda estar bien. Cosas básicas como la educación, por ejemplo. Al final, lo que puede pasar es que acabemos construyendo una réplica de nuestra sociedad allí.
-¿En qué ayuda la práctica deportiva que proponen proyectos como Stick for India al desarrollo de personas rodeadas de miseria y privadas de esa libertad tan necesaria?
-Venimos del mundo del deporte y conocemos muy bien las virtudes que esta práctica comporta. En una sociedad como la de la India rural, que está tan fragmentada por las castas, el deporte, que allí no se practicaba por imposibilidad: necesita de recursos, organización y conocimientos para que los niños de la India pudieran tener la oportunidad de practicar deporte de forma regular. El deporte de equipo es el único momento de la sociedad donde los niños y niñas están en igualdad de condiciones persiguiendo un mismo objetivo. No importa si eres hindú de casta alta o baja, musulmán o cristiano. Si se empieza trabajando con niños, a la larga se puede lograr un cambio de mentalidad.
-Seis años después, ¿de qué está más satisfecho de su proyecto?
-Ver que los niños que formamos con 12 años y que hoy tienen la mayoría de edad se tratan entre ellos como una familia, independientemente de sus estatus. Son amigos que están más allá de cualquier frontera cultural.
¿Se puede vivir sin dolor?
No, es imposible. El dolor es inherente a la existencia humana. No hay que luchar contra el dolor, o acabaremos creando una sociedad de analgésicos. El dolor es algo natural y, si nos ponemos a luchar contra él, acabaremos frustrados y haciendo del dolor algo mucho más importante de lo que es. Hay que aceptar el dolor de forma natural y, de manera inteligente, perseguir, a través de la ciencia, disminuir las cotas de dolor en la gente. Pero no lo podemos negar, existe y no hay que descartarlo.
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