miércoles, 16 de enero de 2013

El Acertijo de Einstein

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En la vida cotidiana existen cientos de situaciones de 
las cuales podemos tomar experiencias y salir fortalecidos.
 A veces son aquellas que menos imaginas las que nos 
dan lecciones de vida. Por eso ahora te propongo que
 intentes resolver el Acertijo de Einstein, también 
denominado problema de las cinco casas o del pez rojo.

Se afirma que solo el 2% de las personas puede realizarlo
 en 30 minutos, el resto demora mucho más tiempo 
pero lo importante es llegar a la solución por nosotros 
mismos.

Existen 5 casas de cinco colores diferentes y en cada
 una de ellas vive una persona de una nacionalidad 
diferente.

Cada uno de los dueños bebe una bebida diferente, fuma una marca de cigarrillos 
diferente y tiene una mascota diferente.

Tenemos las siguientes claves:

1. El británico vive en la casa roja.

2. El sueco tiene un perro.

3. El danés toma té.

4. La casa verde esta a la izquierda de la blanca.

5. El dueño de la casa verde toma café.

6. La persona que fuma Pall Mall tiene un pájaro.

7. El dueño de la casa amarilla fuma Dunhill.

8. El que vive en la casa del centro toma leche.

9. El noruego vive en la primera casa.

10. La persona que fuma Brends vive junto a la que tiene un gato.

11. La persona que tiene un caballo vive junto a la que fuma Dunhill.

12. El que fuma Bluemasters bebe cerveza.

13. El alemán fuma Prince.

14. El noruego vive junto a la casa azul.

15. El que fuma Brends tiene un vecino que toma agua.

La pregunta: ¿Quién es el dueño del pececito rojo?


En este punto, detente y comienza a solucionar el acertijo ayudándote de lápiz y papel.

¿Has terminado? Pues bien, detengámonos en el proceso de resolución del problema.


Primera fase: El primer impacto de seguro fue la confusión y el desconcierto, habían
 tantos datos que ni siquiera sabías por dónde comenzar. Te salieron dudas y te 
preguntabas: ¿será un acertijo de agilidad mental? ¿tendrá trampa?

Exactamente esto sucede en la vida real, cuando nos enfrentamos a un problema por 
primera vez nos toma un poco de tiempo antes de que logremos centrarnos exactamente
 en cuál es la pregunta. Nos mostramos desconcertados y confusos y esta sensación nos 
resulta molesta. Surgen dudas y nos preguntamos si realmente seremos capaces de 
solucionarlo.

Segunda fase: Tomar la decisión de enfrentar el problema. En este punto decidimos
 aceptar el desafío y dedicar parte de nuestros recursos a buscar la solución. Es un 
momento adrenalínico, confiamos en nuestras capacidades e incluso queremos demostrar
 que estamos dentro del 2% de las personas más listas que lo resuelven en menos tiempo.

En la vida real también pasamos por esta fase, nos proponemos resolver el problema lo 
antes posible y confiamos en nuestras potencialidades.

Tercera fase: la reorganización de los datos. Una vez que hemos decidido resolver el 
problema nos damos cuenta que necesitamos hacer un "inventario" de los datos que
poseemos y organizarlos de manera que nos puedan conducir a la situación. Por ejemplo, 
en el acertijo los datos número 8 y 9 son los primeros con los cuales deberíamos trabajar.

Cuando enfrentamos un problema real debemos hacer lo mismo, existirán datos más valiosos
 que nos pueden acercar a la solución y otros que hay que descartar o postergar para el final. 
Si enfrentamos el problema como un todo, será muy difícil comprenderlo y resolverlo.

Cuarta fase: la estrategia de resolución. En este punto ya tenemos una representación 
mental de los datos y su importancia en orden jerárquico, entonces nos preguntamos cuál 
será la estrategia más adecuada. ¿Pintamos las casas en el papel? ¿Qué datos tomamos 
como puntos de referencia?

Obviamente, esta fase es esencial porque si no estructuramos una estrategia de 
solución adecuada al problema, nos veremos en la necesidad de regresar atrás una y otra
vez. Y esto puede resultar tan desmotivante que nos haga abandonar la tarea.

Quinta fase: las dudas. Después que has organizado aproximadamente seis elementos de 
la lista te das cuenta que la estrategia que utilizaste hasta este momento debe ser
 cambiada o que debes incluir más variables. Entonces aparecen las dudas, vuelves a 
preguntarte si no se tratará de un problema de agilidad mental y regresas a verificar
 la información.

Esta es una de las fases más críticas en la resolución de problemas, ya sea en las 
matemáticas como en la vida real. Cuando la estrategia que habíamos iniciado ya dio 
todos sus frutos pero aún estamos a mitad del camino nos preguntamos si realmente 
tenemos fuerzas para continuar y si vale la pena. Miramos lo que hemos logrado y lo 
que nos falta. Si no estamos suficientemente motivados aquí se acaba todo porque es 
como si todo lo que hubiésemos hecho se cayera en trozos a nuestro alrededor. Para 
algunos la aventura termina aquí porque a veces no se percatan que están a poquísimos
pasos de la meta.

Sexta fase: la reorganización y solución. En este punto analizamos todas las 
alternativas posibles y vislumbramos la ansiada solución.

Sin embargo, esto no quiere decir que no será necesario trabajar un poco más para 
ver el resultado, aún quedan cosas por hacer y estamos exhaustos. Entonces es necesario
 hacer acopio de fuerzas y continuar el camino.

Séptima fase: la retroalimentación. Aunque muy pocas personas se detienen en esta
fase de la resolución de problemas, lo cierto es que es una de las más importantes: 
detenerse a verificar si la solución es correcta, ver cuál fue el camino que recorrimos 
y dónde nos equivocamos.

Para no volver a chocar con la misma piedra es necesario que sepamos dónde nos 
equivocamos. ¿Nos quedamos en la fase de confusión o quizás nos detuvimos cuando 
teníamos dudas? ¿Fuimos perseverantes y meticulosos? ¿Dejamos que la frustración se 
apropiara de nuestra lógica? En fin, quizás te asombres de lo que podrías descubrir de
 ti mismo resolviendo un simple problema de lógica.

Y para los curiosos, la solución es: "El pececito rojo lo tenía el alemán, que vivía en
 la casa verde, tomaba café y fumaba Prince".

Me encantaría conocer sus experiencias.

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