Una breve investigación sobre la posibilidad de que los sueños sean emisarios de una comunicación psíquica que va más allá de la percepción ordinaria.
“The dream is the small hidden door in the deepest and most intimate sanctum of the
soul, which opens to that primeval cosmic night that was soul long before there was conscious ego and will be soul far beyond what a conscious ego could ever reach”. Carl Jung
Desde tiempos inmemoriales se le han adherido propiedades mágicas y hasta divinas a los
sueños. Y aunque la neurociencia moderna sostiene explicar con suficiencia los
mecanismos que operan en nuestro cerebro durante el sueño, innumerables relatos y
experiencias se atreven a diferir, presentando una zona liminal no del todo explicada por un
modelo científico aceptado. Por momentos pareciera que en las noches, o cuando el
cerebro racional se apaga, se abren puertas a otros mundos o al menos a otras
formas de aprehender este mundo, más sutiles y sensibles a otra dimensión de la
realidad. Los sueños, históricamente, han sido la fuente de un conocimiento que extiende
los límites ordinarios de la percepción. La telepatía, la precognición y el contacto
con mundos astrales o sublunares, donde se dice que habitan ángeles, demonios,
o hasta extraterrestres, llegan a desvelarse en los sueños, según tradiciones populares y
esotéricas.
PRECOGNICIÓN ONÍRICA
Un episodio en una de las primeras grandes obras de la literatura occidental, la Odisea,
sirve de ejemplo de la noción difundida de que los sueños pueden comunicar información
profética. Penelope reflexiona que existen dos portales para los sueños, los que provienen
del márfil y los que provienen del cuerno, los que provienen del márfil suelen engañar
y los que provienen del cuerno se suelen cumplir -un juego de palabras en griego donde
márfil es similar a engañar y cuerno a cumplir.
Para muchas culturas los divino se revela en los sueños, porque se cree que los sueños
son como una especie de pantalla del alma, en la cual la luz se escribe. El nacimiento de
muchas figuras asociadas con la divinidad, como Alejandro Magno o Jesús, fue revelado
a sus madres en un sueño. Actualmente todavía existen relatos de personas que sueñan
antes su embarazo –y por supuesto el amor, como legendariamente ocurría en la Noche
de St. Agnes, en las que jóvenes mujeres podían recibir visiones de sus amados. Escribe
Keats:
They told her how, upon St. Agnes’ Eve,
Young virgins might have visions of delight,
And soft adorings from their loves receive
Upon the honey’d middle of the night,
Las historias de precognición en los sueños abundan. Existen algunos casos famosos
como los de Abraham Lincoln (quien se dice que soñó la muerte del presidente de Estados
Unidos dos semanas antes de ser asesinado) o de Mark Twain (quien habría soñado la
muerte de su hermano). Sueños que preven, simbólica o explícitamente, la muerte de una
persona cercana son algunos de los más comunes en lo que se refiere a relatos de
precognición onírica. Pero probablemente el caso más común, que la mayoría de las
personas ha experimentado, es soñar a alguien que no ha visto en mucho tiempo y
encontrarse con esa persona casualmente el siguiente día o recibir una llamada
telefónica de la misma.
Actualmente algunos científicos estudian la precognición onírica con resultados mixtos.
Un reporte de 1934 realizado por H.F. Saltmarsh para la London Society of Psychical
Research, determinó que de 349 casos de estudio 183 superaron los criterios
establecidos –entre ellos haber escrito o contado el sueño a alguien de manera verificable
antes de que ocurriera lo soñado. La Dra. Louisa Rhine compiló relatos de más
de 7000 experiencias de percepción extrasensorial, la mayoría de ellas estaba
relacionada a los sueños y parecía tener una naturaleza precognitiva satisfactoria.
Por otro lado el psicólogo David Ryback realizó un estudio con sus estudiantes en el
que el 66.9% reportaron tener sueños paranormales. Sus conclusiones sugieren que
aunque la mayoría de estos casos debían ser rechazados, el 8.8% de la población estaba
teniendo sueños precognitivos. Esto, sin embargo, tal vez podría ser explicado por la ley
de grandes números. Según Robert Todd Carroll: “Digamos que las probabilidades de
que cuando una persona tiene un sueño en el que se cae un avión y al día siguiente esto
ocurra son de uno en un millón. Con 6 mil millones de personas con un promedio cercano
de 250 temas de sueños cada noche, deberían de haber alrededor de 1.5 millones de
personas con sueños clarividentes todos los días. Y aunque este promedio es mucho
menor al 8.8% que determinó Ryback, no es del todo descartable que la coincidencia
sea un factor en juego –aunque claro para algunas personas la coincidencia en
realidad es sincronicidad y contiene un profundo significado. Eventos como el hundimiento
del Titanic o el ataque de las Torres Gemelas, por ejemplo, reportan numerosos
sueños precognitivos, pero en un evento de escala global como estos es difícil pensar que
no habrián de ocurrir, por mera probabilidad, al menos unos pocos sueños
anticipatorios. La pregunta es si esto ocurre debido a una conexión directa con el futuro,
a un flujo de información de una fuente desconocida (¿o quizás la retrocausalidad que
la cuántica estudia?) o es solamente un fenómeno que puede explicarse por el azar.
Una de las explicaciones plausibles a la precognición onírica tiene que ver con la mente
inconsciente y su capacidad de almacenar una gran cantidad de información que al
surgir a la conciencia, sin tener previo conocimiento de haberla almacenad,o nos puede
hacer creer que estamos teniendo algún tipo de percepción paranormal. Esto es algo
que ocurre comúnmente y que es demostrado por el hecho de que en ocasiones
cuando están activadas partes del cerebro ligadas a las emociones podemos resolver
situaciones con mayor precisión que cuando está activado preponderantemente el cerebro
racional –esto es porque la mente emocional se mueve en el terreno del inconsciente
y nuestra memoria no alcanza a almacenar mucha información solo en nuestra mente
consciente. Una cantidad de información suficientemente grande puede hacerse
pasar como precognición.
Un ejemplo de cómo la mente inconsciente podría anticiparse a un acontecimiento
puede ser explicado con el siguiente ejemplo. Una mujer sueña que se enferma de rubéola;
descarta esto como algo sólo anecdótico. Dos semanas después se despierta con una
molesta comezón y descubre una serie de erupciones en su cuerpo. Es posible que
la mente inconsciente en un caso así simplemente esté más conectada a las condiciones
y a las señales de su cuerpo y quizás sea capaz de procesar la información de una
manera que generalmente se nos escapa pero se nos lográ comunicar en sueños.
Según Louisa Rhine el pensamiento de obtener información sobre un evento futuro
puede resultar inquietante para la estructura racional de una persona por lo que a
ese tipo de información sólo se le permite entrar a la conciencia cuando sus defensas
intelectuales bajan la guardia, como ocurre en los sueños. En este sentido habría que
dimensionar el alcance de la mente inconsciente. En ocasiones la mente inconciente es
usada como sinónimo del espíritu, del alma o del llamado “yo superior”. Algunas personas,
desde filósofos herméticos hasta Carl Jung, sugieren que la mente inconsciente trasciende
los límites de un individuo y se remonta a toda una especie y quizás participa en la
mente del universo, por lo cual todas las cosas, internas o externas, personales o ajenas,
en cierto sentido le serían accesibles, porque todo estaría ocurriendo dentro de una misma
mente –que sería equivalente al espacio mismo.
H.F. Saltmarsh teorizaba que la mente inconsciente se extiende mucho más allá del momento, para ella en realidad todos los eventos son el presente. Conocimientos inconscientes al cruzar
el umbral de la conciencia son interpretados como una memoria del pasado o como
precognición de un futuro evento, pero en realidad son un único presente que se extiende
a lo largo de todos los tiempos.
De aquí surge una nueva interrogante, sobre la capacidad que tenemos de cambiar
el futuro. Un ejemplo interesante es el que se plantea el psicólogo Dean Radin. Después
de tener un sueño en el que soñó con un accidente de auto –vagamente recordaba la
explosión de las bolsas de aire–, Radin decidió al día siguiente manejar con mucho
cuidado, variando su ruta para reducir la probabilidad de un accidente. Y, sin embargo,
detenido ante un semáforo un auto le chocó por detrás. Las bolsas de aire no se activaron.
Radin se pregunta: “¿Esto significa que no podemos escapar nuestro destino? ¿Qué no
tenemos libre albedrío? O, significa que tenemos futuros potenciales, y que al haber
tomado esta opción particular había evitando un accidente mucho peor?”.
Para un grupo de indígenas del Amazonas, según escribe el Dr. Luis Eduardo Luna, más
que ver el futuro en visiones, como las que podrían ocurrir en un sueño o en un viaje de
ayahuasca, en su caso, lo creamos. Lo cual sigue el aforismo del informático Alan Kay:
“La mejor forma de predecir el futuro es crearlo”. El misterio entonces se situaría en
porque no todas nuestras visiones o nuestros sueños se cumplen. Y regresamos
aquí al punto nebuloso en el que el inconsciente y el espíritu pueden confundirse.
Personalmente arriesgo la conjetura de que existe una manifestación de la voluntad del
espíritu –el cual a su vez se llega a confundir con el universo–, un poco como la voluntad
que defendía Schopenhauer que trasciende la ilusión de la mera representación que
predomina en el mundo cotidiano. En este ámbito, difícil de alcanzar como un
sistema operartivo permanente, el paso de la imáginación a la realidad es un proceso
fluido. Acaso como ocurre en aquellas historias de creación en las que el mundo
primero fue una imagen en la mente de la divinidad.
En la siguiente parte de este recorrido especulativo sobre las propiedades
paranormales o extrasensoriales de los sueños, analizaremos la telepatía onírica y
sugeriremos algunas posibles explicaciones para estos fenómenos, dentro de la
ciencia y dentro de algo quizás más cercano a la poesía y a la metafísica.
Twitter del autor: @alepholo
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