miércoles, 13 de febrero de 2013

El arte de implementar

http://blog.davidtorne.com/es/2013/02/productividad-el-arte-de-implementar/ 

Implementar. Esto es la productividad en primera persona, la capacidad de hacer más allá 
del entorno y sus condicionantes. Si la productividad personal es el cultivo de una serie de
 hábitos, dentro o fuera del marco de una metodología, y la creación de pautas de comportamiento
 que retornan una plusvalía (en una mayor cantidad o calidad de nuestro trabajo), la capacidad
de implementar es la habilidad para materializar en algo real nuestras acciones y hacer 
avanzar nuestros proyectos dejando a un lado los factores de lastre como interrupciones,
 giros estratégicos o una mala lectura de nuestras obligaciones a medio y largo plazo.
Imagen vía young_einstein bajo licencia Creative Commons
Dejando atrás la etapa inicial donde aprendemos a utilizar un método para trabajar 
mejor y empezamos a cambiar nuestros hábitos, entramos en una fase dónde las fricciones
 son menores. Las decisiones coyunturales – generadas por la situación – desaparecen por el 
simple hecho de saber que se debe hacer. Integramos experiencia y conocimiento.
Capturas la idea y la transformas inconscientemente, ya no tienes que parar a pensar si se
 trata de una acción o un proyecto. La declaras de forma descriptiva para evitar problemas al
 procesar tu inbox, ya no das lugar a una mala pasada de tu memoria. Cuando sea 
necesario la desgranarás en acciones sin excederse té, con el nivel de granularidad adecuado
 para que no sean demasiado simples, ni demasiado pesadas. La medida la marca tu capacidad
 para ejecutarlas de una sola tacada, la experiencia te marca tu resistencia durante el momento 
de HACER.
Planificar se convierte en una visión más allá del proceso. Después de completar el círculo 
virtuoso del proyecto (generación de la idea, planificación, ejecución) eres capaz de crear una imagen
 más ajustada a la realidad de lo que quieres, dando lugar a la profundidad que marca la
 diferencia entre un trabajo bien hecho y en algo con sabor a éxito. Te preguntas por el propósito 
real delos proyectos y eres capaz de visualizarlouna vez ya completado. Estructurar la actividad 
ya no es lo más importante, pasa a ser una parte estrictamente funcional.
Reflexionar sobre la ejecución es la primera gran diferencia con tu forma anterior de trabajar, el
 hecho de reservarte tiempo para revisar cómo evolucionan tus proyectos y tomar las 
siguientes decisiones ya no es algo extraordinario, es un hábito. Tienes ganas de ‘pensar’ en 
tu trabajo porque ya no equivale a sentarse delante de una hoja de Excel con la lista de tareas o
 un diagrama de Gantt, se traduce en forma de anotaciones, notas de voz o gráficos hechos de
 forma casual a los que dar forma y coherencia a posteriori, pero que representan un uso aplicado 
de tu creatividad.
Revisar tus listas y proyectos es una parte importante, pero no termina ahí.Entiendes que por muy gris que sea aplicar correcciones a tu flow, sacar conclusiones de tus errores puede llegar a ser emocionante.
Por mucha experiencia y gracia que tengas en el arte de implementar te sabes humano. Muchas
 veces no motiva lo que tienes delante, pero la mejor forma de empezar es tirarte a la
piscina. Identificas aquellos asuntos más alejados de la diana, susceptibles de ser 
procrastinados. Otro tema será cómo evitarlo. Superar la barrera que supone empezar suele
 ser un primer obstáculo, en este caso, después de intentar dividir lo que hay que 
hacer en componentes más pequeños, lo único que nos queda es dar él paso para empezar a 
HACER y ver cómo evoluciona…
Una vez en marcha, una tarea deja de estar inmovilizada y mentalmente nos condicionamos
para asignarle parte de nuestro tiempo y atención. Aunque el cuerpo no te lo pida, empiézalo!
Mentalmente pasamos a concebirlo de otra manera, es algo a lo que tienes que destinar 
recursos porque está vivo y deberás emplear para dedicarle la suficiente atención. Tu
 objetivo es obtener un resultado con la suficiente calidad y en un intervalo de tiempo asumible,
 o al menos finalizarlo para pasar a otros temas más deseables.
Si mantenemos un asunto en espera acabaremos puliendo detalles de  la planificación, o
 perdiendo tiempo pensando sobre cómo podría ejecutarlo sin tanta dificultad. Divagaciones 
inútiles que nos colocan en una zona perdedora, alimentando la desmotivación respecto al 
tema, y ​​complicando aún más su arranque.
Doy un salto y te coloco ante la emoción. Superar el miedo alo que no se ha hecho nunca. No
 contar con precedentes puede suponer una fuente de excusas para la procrastinitzación. Si 
vives en tu zona de confort, puedes acabar rebajando su volumen, renunciando a tu ambición
o terminar desestimándola. Cuanto más frecuentemente impliques en nuevos retos y salgas 
de la zona, menos costará desvanecer esa sensación.
No cuenta sólo con lo que haces con la idea en sí, y con todo lo que se deriva. Vivimos
 en un ecosistema productivo compuesto por todas las actividades en curso, tus compromisos 
y los imprevistos a resolver. Debes tener en cuenta toda la carga de trabajo de tu jornada antes
 de tomar la decisión de emprender una nueva cuestión. Encajar los nuevos inputs y su carga
 en el mosaico de tu actividad es otro factor básico para la correcta ejecución.
Aprender a valorar nuestras actuales obligaciones, equilibrándolas, aprender a hacer renuncias, requiere madurez y realizar un camino en el que nos educamos en el plano emocional para que la renuncia, o el aplazamiento de algo importante para nosotros no genere un retorno en forma de frustración.
El arte de implementar se obtiene de forma implícita, sin que te a descuenta. Cada vez que 
aprendes algo nuevo, que lo pones en practica que te equivocas y entiendes el porqué, al tomar
una decisión, al hacer una corrección…

No hay comentarios:

Publicar un comentario