Para aquellos que entendemos el “éxito en la vida” como cierta sensación sostenida de alegría, plenitud y serenidad, hay un test que podría darnos pistas sobre nuestra situación.
Realmente no se trata de un test clásico. Más bien se trata de pensar lo más objetivamente posible en torno al nivel de calidad del medio ambiente interpersonal en el que vivo.
Y esto se puede empezar a trabajar a partir de algunas preguntas:
- ¿Qué quiero hacer en la vida?
- ¿Cuánto de motivado me siento por lo que hago ahora?, ¿Qué huella me va dejando el tiempo?, ¿Cuál es mi estado emocional más habitual?
- ¿Qué relaciones busco y cultivo?
- ¿Con qué tipo de personas paso el tiempo?
Para algunos, aprender a separar lo importante de lo accesorio significa aprender a buscar y propiciar climas emocionales positivos –en lo personal y en lo profesional- en los que todos podamos desarrollarnos hacia nuestras metas.
Y en este aspecto, pienso que hay una coincidencia amplia con las conclusiones de Goleman sobre la importancia de rodearse de personas positivas y de prestar atención a nuestra influencia en los demás a través de nuestros propios estados.
Ahora que vivimos tan sensibilizados por nuestro medio ambiente, ¿por qué olvidamos tan frecuentemente nuestro ecosistema emocional?
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