sábado, 11 de junio de 2016

Implacable, de extraordinario a imparable

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"Las batallas más grandes que tendrá que luchar son contra usted mismo, y usted debe ser siempre su rival más difícil. Siempre debe exigirse más a sí mismo de lo que otros le exigirán. La vida puede ser complicado. La verdad no lo es ". —Tim Grover

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Yo tengo la mala costumbre de terminar casi todos los libros que empiezo. Algo que no recomiendo, pues perder el tiempo en un mal libro, habiendo tantos buenos por leer, no tiene ninguna justificación.

Hace quizá un par de meses estuve a punto de abandonar uno: Relentless (Implacable), pero mi testaruda maña me impidió hacerlo.

No es que el libro fuera infumable, sino que me pareció que era más largo de lo que debía ser. Con un 30% menos de páginas habría quedado mejor.

El libro fue escrito por Tim Grover, entrenador personal de leyendas como Michael Jordan, Kobe Bryant y Dwyane Wade. Y en él explica como lo que distingue a los buenos de los que alcanzan nivel de leyenda es la mentalidad.

El grado de compromiso de los superclase con su profesión no tiene comparación. Kobe Bryant, por ejemplo, el día que firmó su primer gran contrato, cuando oficialmente se convertía en millonario, en lugar de organizar una megafiesta y celebrar, se fue al gimnasio a entrenar en solitario.

Michael Jordan realizó una de las gestas más heroicas e inspiradores en la historia del deporte, El ‘Flu’ Game (El juego de la gripe). El 11 de Junio de 1997 se disputaba en Chicago el quinto partido de las series finales entre los Bulls y los Utah Jazz; la serie estaba igualada (2-2), por lo que el partido se suponía decisivo.  El día anterior Michael llamó al personal médico de los Bulls porque se sentía indispuesto. Fue diagnosticado con una especie de virus estomacal y le comunicaron que ‘ no hay forma que pueda jugar ese partido’.

Jordan estuvo en cama las siguientes 24 horas. Se cuenta que perdió varios kilos y que estaba deshidratado. Sin embargo, a la hora del partido se presentó, lo jugó y lo ganó.

Aunque al principio del juego estuvo desastroso y los Jazz ganaban con comodidad, luego, cuando su equipo más lo necesitaba, emergió el gran Jordan y lideró la victoria de los suyos en ese decisivo encuentro.

Los Implacables (como les llama Grover a quienes alcanzan esa mentalidad y compromiso) no permiten que nadie ni nada se interponga en su carrera por ser los mejores. No escatiman ningún sacrificio, no huyen del dolor, no se rinden ante el cansancio. Hacen lo que tienen que hacer para llegar hasta la cima, no importa el precio que tengan que pagar por ello.

Lo que me ha resultado más sorprendente del libro es que, aunque no me pareció ninguna maravilla y estuve a punto de abandonarlo, está teniendo una gran influencia en mi. Cada vez que estoy agotado o poco motivado, y tengo ganas de abandonar lo que estoy haciendo y‘continuar mañana’, me acuerdo de los Implacables sigo trabajando.

Esta semana incluso he tenido mi propio ‘Flu Game’, no se que virus me ha caido, pero he estado toda la semana indispuesto, obligándome a pasar varios días en cama.

Sin embargo, cuando por mi cabeza pasaba la idea de excusarme con los lectores por no poder escribir el artículo, me imaginaba explicandole a Michael Jordan que no escribí un post porque me dolía un poco el cuerpo. Su reacción sería algo como esto:
Yo estoy convencido que la mentalidad ganadora la vamos adquiriendo cuando cumplimos con nuestros compromisos aun cuando estamos agotados y desmotivados: cuando es más difícil. Cuando a pesar del miedo, actuamos. “Hasta que no surgen situaciones difíciles —afirmó Darren Hardy—, problemas y tentaciones enormes, no demostramos que merecemos progresar”. ​​

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