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El problema de estimular la innovación
Leonardo Veiga
Área: Innovación
Reconocer oportunidades es un tema relevante de la agenda de emprendedores y empresarios. Las oportunidades no son todas iguales, ni se detectan de igual forma, y estas diferencias también impactan en la forma de explotarlas.
Distingamos a estos efectos las oportunidades de ejecución y las de concepción.
Oportunidades de ejecución
Las oportunidades de ejecución están referidas al acierto en las tareas de decisión e implementación, estando la clave aquí en el hacer. Hay dos grandes tipos de oportunidades de ejecución. Por un lado están aquellas que refieren al control de recursos escasos. En algunos casos los recursos son naturalmente escasos, y en otros son escasos por intervención del gobierno. Un ejemplo es la producción avícola nacional. Por un lado un lobby eficaz ha logrado que el gobierno cierre la importación proveniente de Brasil. Por otra parte las empresas acuerdan precios y cantidades, evitando entrar en competencia. Este tipo de oportunidades lamentablemente son muy frecuentes en el país, y generan multiplicidad de ejemplos que hacen que la población sienta que la prosperidad empresarial nada tiene que ver con la creación de riqueza. El amparo estatal no abarca todas las actividades –por ejemplo, casi nunca incluye al comercio– por lo que lo antes expuesto no implica que no haya Nuestra economía se caracteriza por un bajo nivel de competencia en una gran cantidad de actividades.
empresarios a la intemperie. El problema es que los empresarios capaces suelen aplicar sus energías a las mejores oportunidades disponibles, sin importar si son el fruto artificial de una intervención estatal, con lo que desvían sus energías hacia sectores o modelos de negocios que no son las más valiosos desde el punto de vista social. El segundo subgrupo importante dentro de las oportunidades de ejecución refiere a sectores en donde las empresas establecidas carecen de un desempeño adecuado, con lo que dejan espacio para ingresar al sector sobre la base de hacer las cosas bien. Nuestra economía se caracteriza por un bajo nivel de competencia en una gran cantidad de actividades, por lo que hay allí también hay margen para oportunidades de este tipo.
Oportunidades de concepción
Por otra parte tenemos las oportunidades de concepción, que también se denominan innovaciones, esto es, la concepción de cambios en los productos, procesos, formas de organización o de comercialización que permiten la generación de un valor superior. Las innovaciones se han vuelto la vedette de las políticas públicas, particularmente en los países desarrollados. Esto no es casualidad, sino que obedece al agotamiento de las oportunidades de ejecución en esa zona. Un ambiente de gran competencia derivado de la creación de un mercado único, la aplicación eficaz de regímenes de defensa de la competencia y una limitación de la capacidad de los lobbies de incidir sobre los gobiernos nacionales ha llevado a una reducción drástica de las oportunidades de ejecución. La alternativa disponible pasa por la concepción de nuevas formas de creación de valor. Las oportunidades de concepción implican desafíos muy grandes. En primer lugar, refieren a conocimiento de punta, que no ha sido aún codificado, por lo cual no hay metodologías depuradas como sí existen para las cuestiones de gestión convencional en sectores maduros. En segundo lugar, es difícil la estimación del tamaño de los mercados potenciales que se generarán, por lo que hay poco estímulo para embarcarse en aventuras con riesgos poco controlables y retornos inciertos.
Estímulos y comodidades
En Uruguay se está procurando seguir los pasos de la Unión Europea, siendo el principal brazo ejecutor la ANII (Agencia Nacional de Investigación e Innovación). Este organismo ha generado una multiplicidad de líneas de apoyo que cubren buena parte del espectro de las actividades de innovación. El problema fundamental que enfrentará es que las oportunidades de concepción –la innovación– difícilmente atraerán a suficientes empresarios y emprendedores capaces, hasta que las oportunidades de ejecución pierdan su atractivo. Para lograr eso es necesario estimular la competencia y limitar las intervenciones públicas, lo que implica mensajes no gratos para empresarios y trabajadores, en tanto plantea un escenario en donde el Estado deja de ser la garantía de que, no importa qué tan grandes sean los desvíos, siempre habrá un final feliz.
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