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Felipe Jara
Director del Programa de Gestión de Innovación de Innovum en Fundación Chile, donde lidera distintos proyectos orientados a implantar culturas y ecosistemas de innovación en las organizaciones. Profesor de la Universidad del Desarrollo (Chile) con la cátedra Culturas Organizacionales de Innovación. Ha liderado y colaborado en distintos proyectos de cambio tecnológico, tanto en empresas productivas como en el sector público. Es sociólogo de la PUC, Master en Technology and Innovation Management de la Universidad de Sussex (UK) , facilitador de innovación certificado por Centrim (UK) y facilitador de pensamiento productivo, certificado por ThinkX (Canadá).
La innovación es un viaje
En la innovación existen momentos “eureka”, pero son los menos. Lo fundamental en la Gestión de la Innovación es tomar conciencia de que ésta ocurre con mayor probabilidad dentro de contextos más controlados.
No podemos esperar que las grandes ideas ocurran al azar. Necesitamos un flujo de grandes ideas, de manera que las mejores se puedan seleccionar y obtener beneficio de ellas. Las ideas deben estar correctamente alineadas con la estrategia de la organización, de modo tal que los esfuerzos tengan coherencia y las energías no diverjan. Claro está, buenas oportunidades de innovación pueden surgir de ámbitos anexos también. Por ejemplo, recientemente escuché la exposición de un gerente de producción de una reconocida empresa metalmecánica, que produce e innova con distintos revestimientos de base metálica para casas, edificios, etc. Una de sus nuevas innovaciones tiene que ver con revestimientos de madera. Algo nuevo para ellos.
No obstante, en la mayor parte de los casos, necesitamos un flujo de ideas de innovación que vayan danzando al ritmo de la organización, al ritmo de su estrategia. Tal como los instrumentos siguen el juego en una performance de una buena banda de jazz.
La innovación como viaje. La innovación nos lleva a terrenos desconocidos, y es por esto nos gusta hablar de ella como un viaje.
Cuando la innovación se realiza y se crea valor, se obtiene el verdadero potencial latente en ideas que son nuevas para la organización o para las personas.Mirar la innovación como un proceso es útil, ya que nos ayuda a identificar claramente las habilidades e hitos específicos asociadas con la innovación exitosa. La búsqueda de la innovación es un viaje que requiere coraje, pasión, perseverancia, trabajo en equipo, trabajo oportuno y algo de buena suerte
Existe una amplia tradición de especialistas en Gestión de la Innovación que enfocan la innovación con modelos stage-gate (Cooper 1994), que en el fondo han sido diseñados para mejorar el desarrollo de nuevos productos. Fundación Chile ha encontrado en El Modelo del Viaje de la Innovación de Centrim, una herramienta inspiradora para abordar la innovación: este viaje habla de cinco Fases de Innovación y se diferencia de los modelos stage-gate por varios motivos. Se enfoca en las habilidades y conductas más que en los hitos o puntos de decisión de quienes lideran o participan en las innovaciones.
El viaje de la innovación nos ayuda a observar cómo los gestores de innovación deben pensar, sentir, enfocarse y actuar a medida que trabajan en un proceso de innovación.
Un viaje a la innovación es un marco de trabajo que facilita el logro de resultados innovadores alineados con la dirección estratégica de la organización. Un viaje como éste debe estar abierto a una amplia gama de diferentes desafíos, aprendizajes y adaptaciones ya que no es un procedimiento estándar de operación mecánica.
El acto de cambiar de fase en fase es en sí un viaje: con todas sus dudas, complicaciones, callejones sin salida y sorpresas que todos los viajes deparan. Es imposible automatizarlo, tanto como es imposible saber si se tendrá éxito o no en llegar al destino deseado
El viaje comienza con una intención estratégica clara: una necesidad, una oportunidad o un desafío estratégico que la organización se plantea. Luego continúa hacia la búsqueda y recolección de ideas. Estas ideas son exploradas y seleccionadas. A partir de la selección, las organizaciones deben asignar y comprometerse con recursos específicos para llevarlas adelante y convertirlas en innovaciones reales. Luego de que la innovación se lleva adelante y se realiza (se crea valor económico, social o medioambiental), se debe optimizar, exprimiéndola de manera tal de llevarla a nuevas innovaciones, para nuevas industrias y personas. Así tenemos cinco fases: Búsqueda, Exploración, Compromiso, Realización y Optimización.
Para que este viaje sea fructífero y se transforme en “la forma en que las empresas hacen sus cosas”, las organizaciones deben desarrollar las capacidades, clima y cultura necesarios.
Innovación como realización del valor. La innovación es diferente a la creatividad. Involucra encontrar ideas, explorarlas y seleccionar, reconocer y explotar los beneficios de éstas. En la entrega de Valor, la innovación marca su diferencia con su madre, la creatividad, y con su padre, la invención.
Cuando la innovación se realiza y se crea valor, se obtiene el verdadero potencial latente en ideas que son nuevas para la organización o para las personas. No necesariamente nuevas para el mundo. Este valor adquiere distintas formas. Está el valor económico: lograr que la empresa se torne en una organización más rentable y crezca. Está el valor social: lograr que las innovaciones generen mejores condiciones de vida, relaciones entre las personas y bienestar en general. Finalmente, también podemos hablar de valor medio ambiental: muchas innovaciones se orientan a hacer mejoras en el entorno, a través, por ejemplo, de una producción más limpia, segura, sustentable.
El gestor de la innovación. El héroe en este viaje de Innovación es el gestor de innovación. De acuerdo al Centro para la Investigación en Gestión de la Innovación (Centrim) de la Universidad de Brighton en el Reino Unido, que ha estudiado la gestión de innovación desde hace 25 años, los gestores de innovación se identifican por ciertos atributos:
• Insatisfacción constructiva (“Lo estamos haciendo bien, pero estoy seguro de que podríamos hacerlo mejor”).
• Orientación hacia el entorno (“el mundo está lleno de grandes ideas y de cosas que debemos conocer”).
• Orientación estratégica (“pensamos a largo plazo y enfocamos nuestros esfuerzos en áreas que nos ayudarán a progresar rápida y significativamente”).
• Enfoque en el proceso (“No sólo anhelamos que una idea llegue a concretarse, lo planeamos. Usamos un enfoque consciente para manejar la innovación”).
• Habilidades para las distintas fases del viaje de la innovación (“modifico mi estilo de gestión para cada fase de innovación, utilizando las habilidades apropiadas a esa parte del proceso”).
• Compromiso con la Construcción de Capacidades (“necesito que toda mi organización practique la innovación para crear valor regular y efectivamente”).
• Seguridad y confianza en el Equipo (“Nos mantendré enfocados en la visión y en las metas y los apoyaré para conseguirlo”).
Fundación Chile, sobre la base de sus más de 30 años innovando en el país, ha encontrado en el modelo del viaje de la innovación un mapa inspirador de la realidad y los desafíos de las empresas, organizaciones y comunidades. Y en torno a este modelo, ha desarrollado y adaptado una serie de metodologías de intervención para el desbloqueo de las “energías de innovación” y para el desarrollo de las competencias individuales y las capacidades organizacionales que aseguran innovaciones sistemáticas y sustentables en el tiempo. Es decir, múltiples viajes.
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