martes, 16 de noviembre de 2010

¿Sólo valoran la libertad los que nacieron antes que ella?

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¿Sólo valoran la libertad los que nacieron antes que ella?
Dolors Reig |

Conocida es ya la frase de Alan Kay que reza aquello de que sólo las generaciones que nacieron antes que ella consideran algo como tecnología.

El tema no es que me preocupe demasiado que los jóvenes se dejen convencer por propuestas de consumo tecnológico cada vez más (y de forma más rápida) elaboradas. Lo que me preocupa un poco más, a la vista del estudio que os explico hoy, es que cuando hablamos de social media, de las nuevas posibilidades de “empoderamiento” que suponen, tengamos que afrontar una realidad que los datos apuntan que no es tan participativa como querríamos.

Muchos/as lo hemos vivido personalmente: el mito de los nativos digitales cae cuando observamos su desempeño profesional o Universitario y nos damos cuenta de que son huérfanos, más que nativos digitales, de que han crecido sin acompañamiento en el proceso de utilización de las TIC.

El estudio de Forrester recuerda, en este sentido, las carencias, técnicas y motivacionales que presenta la generación Y, levantando el fantasma de que es posible lo que titula este post, que vayamos a desaprovechar la oportunidad, que sólo valoremos la libertad, la revolución social que vivimos o podemos llegar a vivir, los que hemos nacido antes que ella.

Si no educamos la participación, si no ayudamos a incorporar los usos sociales de las tecnologías al circuito formativo – de intereses profesionales de los jóvenes, si no les ayudamos, como siempre decimos, a definir los objetivos de la revolución social, creativa, cognitiva, que la tecnología es capaz de provocar, corremos el riesgo de que lo que podría haber sido empoderamiento, emancipación, posibilidad de hacerse oir de forma igualitaria y más independiente que nunca de marcas e instituciones, se quede en pura anécdota.

Concluye el estudio:

“Los trabajadores de la Generación X y no los de la Generación Y, más joven, son los que están desarrollando estrategias en las redes sociales para el negocio, seguidos de cerca por los Baby Boomers de 55 o más años.“

Concreta en algunos puntos:

1. La generación Y es la menos proclive a compartir información vía mensaje de texto, video o video-chat. Solamente el 26% enviaría información laboral por mensaje de texto, contra un 47% de los mayores de 55 que prefieren hacerlo de ese modo.

No sé dónde queda el mito de que el mail desaparecería (quizás Facebook mail diluya un poco el panorama), que los jóvenes tienden a comunicarse a través de redes sociales y están dejando de utilizar el mail. No es así en el trabajo….

2. La Generación Y usa menos las redes sociales para trabajar. La encuesta muestra que el 40% usa social media para el negocio, mientras que el 50% de los de 55 o más lo hacen.

Aunque Forrester interpreta este dato en el sentido de la mayor adecuación de las redes corporativas, creo que la imagen interesadamente parcial que se ha venido ofreciendo de las redes sociales desde medios de comunicación y otras instituciones amenazadas, junto a la ausencia de educación para la participación en las redes, las evidentes carencias en educación de la ciudadanía digital en la escuela han dejado en los jóvenes la sensación de que no existen los usos “serios” de las redes sociales, no por lo menos en ámbitos que no sean de ocio.Veíamos recientemente la reacción de Facebook al tema y podríamos interpretar una vez más la “jugada” del Facebook mail en este sentido de lavado de imagen de la compañía hacia usos más elaborados que los habituales.

3. La Generación Y presta menos atención en las reuniones. Solamente el 51% cree que es importante prestar atención en las reuniones para decidir cursos de acción.

Repetimos aquí el mito de la multitarea, de los déficits de atención de la iGeneration, necesitada de estímulos multicanal, de experiencias lo más immersivas posible.

Podríamos preguntarnos por otra parte si es a sus edades que en las reuniones se les reconoce socialmente, si lo que dicen es tenido en cuenta, si se les permite, en ocasiones, incluso decirlo. ¿Queremos que de verdad participen en reuniones presenciales o virtuales de distintos tipos? ¿Estamos dispuestos a escucharles? Porque puede que debamos relajarnos: Quizás los resultados de Forrester no anuncien que la Revolución social, creativa, cognitiva no van a a producirse sino que simplemente la empresa, la organización, no va a beneficiarse de ello.

Dando un paso más me atrevo a aventurar que la importancia de llevar la educación de la participación a la escuela, a las empresas, a cualquier organización es tal que de ello depende que hablemos de un cambio trascendental o que nos quedemos en la simple anécdota.

4. La Generación Y es menos proclive a pensar que las reuniones son eficientes.

La explicación, la misma que para el punto anterior. En este caso, sin embargo, Forrester matiza con un dato concluyente: los índices más altos de actividad empresarial se dan entre mayores de 55. Los mayores piensan, los mayores actúan… No me atrevo habitualmente a definir elementos de facilitación de la participación que sirvan para todos/as pero hoy es día de excepciones: No hay participación auténtica sin algún tipo de “empoderamiento” para el indiivduo.

5. La Generación Y usa menos el contacto visual. El 79% de los mayores de 55 considera la importancia del contacto visual, mientras que sólo un 65% de miembros de la Generación Y.

En este punto el estudio daría la razón a Ruskkoff (en “Program or be programmed”), a Turkle (“Alone together” es su próximo libro), que destacan los déficits en socialización que introduce o agrava la vida online de los jóvenes. El primero llega a hablar de síndrome de Asperger, de dependencia de lo verbal sobre lo visual, de la tendencia de los internautas a tener poco en cuenta las claves sociales y la expresión facial, la aparente falta de empatía y dificultad para el contacto visual que ocurren cuando pasamos demasiado tiempo conectados.



En fin… llevo tiempo convencida de que educar la participación, motivarla, pasa por compatibilizar los objetivos del individuo con los de la corporación, derribar muros entre los ámbitos organizativo y personal. Si empresas y organizaciones, incluso las supuestamente más horizontales, siguen dando la espalda a las necesidades más elevadas (reconocimiento social, realización personal y profesional) del ser humano, la única oportunidad que nos queda está en mostrar, si no lo han descubierto por su cuenta, que existe un lugar (la web) en el que es posible cubrir ese tipo de necesidades y por tanto ser feliz.

Puede que debamos extender la frase de Alan Kay: Sólo conocen, valoran la libertad, los que nacieron antes que ella. Los jóvenes de hoy pueden ser muy grandes, construir un gran mañana si les enseñamos y dejamos lugar (en la web, en las organizaciones) para crecer.

Es fácil extasiarse, incluso cegarse ante lo primero, una revolución tecnológica que a veces nos parece increíble (una impresora 3D de carreteras, nos muestra el vídeo…), pero sigo apostando por lo siguiente, una revolución social que nos hará mucho más grandes. ¿Cómo he podido perderme el segundo vídeo hasta la fecha?

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