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3 historias de creatividad
En más de una ocasión he puesto por escrito en este blog que la creatividad no es descubrir la pólvora o el invento del siglo –aunque también eso ocurre a veces–, sino una herramienta para encontrar soluciones a los múltiples problemas e inconvenientes que ocurren en el día a día tanto en nuestra vida profesional como personal. Por eso, la creatividad es un asunto de todos. Ser creativos es contar con más recursos para hacer frente a las situaciones adversas no sólo más rápido sino mejor.
Os dejo tres historias, alguna de ellas ya la he comentado en otra ocasión:
«Un grupo de niños australianos hacían siempre la misma broma al más pequeño de todos ellos. Le enseñaban dos monedas, una la más grande (de un dólar australiano) y otra más pequeña (la de dos dólares) y le decían que eligiera una de ellas para quedársela. El pequeño siempre elegía la más grande (de menor valor), lo que provocaba la risa de los otros.
Cierto día, una persona mayor que paseaba por el parque donde jugaban observó la escena y vio cómo el pequeño elegía la de menor valor, pero mayor tamaño, y se quedaba con ella. Al ver cómo los demás se reían de él, le llamó para aleccionarle:
– Mira hijo –le comentó– cada vez que te enseñen unas monedas y te den a elegir, debes tener en cuenta el valor que tienen y no sólo el tamaño. De las dos que te han mostrado has cogido la más grande, supongo porque has creído que era la de mayor valor; sin embargo, es la más pequeña la que mayor valor tiene.
El niño le escuchó atentamente y contestó:
– Muchas gracias, señor. Le agradezco su consejo, pero ¿si hubiera cogido la de más valor el primer día, cuántas veces me habrían dejado elegir? Probablemente, no habría ganado todos los dólares que me ha dado este juego».
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«Cuentan que en la Edad Media un hombre de grandes dotes fue injustamente acusado de haber asesinado a una mujer. En realidad el verdadero autor era una persona muy influyente en el reino y por eso desde el primer momento se procuró un chivo expiatorio para encubrir al culpable.
El hombre fue llevado a juicio ya conociendo que tendría escasa o nula oportunidad de escapar al terrible veredicto, ¡la horca! El Juez, también parte de la trama, cuidó sin embargo de aparentar todo el aspecto de un juicio justo. Por ello dijo al acusado:
– Conociendo tu fama de hombre justo y devoto del Señor vamos a dejar en manos de él tu destino. Vamos a escribir en dos papeles separados las palabras culpable e inocente. Tú escogerás y será la mano del Dios la que decida tu destino.
El funcionario había preparado dos papeles iguales con la palabra 'culpable' y la pobre víctima aún sin conocer los detalles se daba cuenta que el sistema propuesto era corrupto.
No había posibilidad de escapar. El Juez ordenó entonces al hombre a tomar uno de los papeles. Éste respiró profundamente, quedó en silencio por unos instantes con los ojos cerrados y cuando la sala comenzaba a impacientarse, abrió los ojos y con una extraña sonrisa tomó uno de los papeles y llevándolo a su boca lo engulló rápidamente.
Sorprendidos e indignados los presentes le reprocharon airadamente:
– ¿Pero qué hizo? ¿Y ahora? ¿Cómo vamos a saber el veredicto?
Él hombre respondió:
– Es muy sencillo. Es cuestión de leer el papel que queda y sabremos lo que decía el que me tragué.
Con caras de enfado mal disimuladas debieron liberar al acusado y jamás volvieron a molestarlo».
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«En una ciudad de Grecia vivía un sabio, famoso por tener respuesta para todas las preguntas. Un día un adolescente, conversando con un amigo, dijo:
– Creo que sé cómo engañar al sabio. Voy a llevarle un pájaro en la mano y le preguntaré si está vivo o está muerto. Si dice que está vivo, lo apretaré, y una vez muerto lo dejaré caer al suelo; si dice que está muerto, abriré la mano y lo dejaré volar.
El joven llegó hasta el sabio y le hizo la pregunta:
– Sabio, el pájaro que tengo en la mano, ¿está vivo o muerto?
El sabio miró al joven y dijo:
– Muchacho, la respuesta está en tus manos».
Existen secretos pero son diferentes en cada persona y cada uno debe encontrar los suyos. El camino vital de cada persona es diferente. Son hay leyes universales que rigen el universo, pero no caminos universales. Digamos que las leyes influyen a todos y los caminos son individuales.
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