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Es difícil precisar cuándo comenzó a celebrarse la Navidad tal cual la conocemos hoy.
Entre los celtas y en el imperio romano la fiesta del nacimiento del sol era la festividad más importante del mundo pagano. El 25 de diciembre se rendía homenaje al dios sol para suplicarle por un nuevo año de luz y calor. Durante este antiguo culto solar los romanos pedían a sus dioses que permitieran que volviera el sol, ya que desde los primeros días de diciembre y hasta aproximadamente el 6 de enero imperaban los días oscuros y fríos, debido al solsticio de invierno.
En Roma las fiestas de las saturnalias se celebraban durante siete días a través de bulliciosas diversiones y banquetes. En las galias, Dinamarca y en los países celtas, se ofrecía sacrificio a los dioses. De acuerdo con la tradición druida, se colgaban cabezas de osos o de los guerreros enemigos en el árbol sagrado, que solía ser un encino o un pino. De ahí, una de las raíces de la tradición del pinito y las esferas de Navidad.
En el norte de Europa se celebraba una fiesta de invierno similar, conocida como Yule, en la que se quemaban grandes troncos adornados con ramas y cintas en honor de los dioses para conseguir que el Sol brillara con más fuerza.
En el mundo cristiano se celebraba la tradición de la Navidad el 25 de diciembre desde fines del siglo IV (excepto en las Iglesias Orientales, Grecia y Rusia, que la realizaban el 6 de enero con la fiesta “Teofanía” o manifestación de Jesús como Dios).
Se comenzó a celebrar el nacimiento de Jesús el 25 de diciembre -día cercano a las fiestas del solsticio de invierno que se festejaban en la antigüedad- como fiesta de Navidad gracias a la influencia de San Juan Crisóstomo y de San Gregorio Nacianzeno, pero aún no era una festividad oficial de la iglesia porque para la época no acostumbraban a realizarlas.
Esta iglesia primitiva seguía la política de absorber y no reprimir los ritos paganos existentes desde los tiempos antiguos, que celebraban el solsticio de invierno y la llegada de la primavera.
Se cree que el Papa Julio I (337 – 352) fue quien comenzó a instituir la Navidad como fiesta religiosa, pero no se puede asegurar porque no hay documentos que lo corroboren. Es más probable que esto sucediera más adelante, durante el reinado del emperador Honorio (395 – 423). Pero todas estas fueron tentativas: recién hacia el año 440 la iglesia decidió oficialmente celebrar el nacimiento de Jesús el 25 de diciembre. Esto quedó definitivamente instituido en el año 529, cuando el emperador Justiniano declaró la fecha como día festivo.
A pesar de estas institucionalizaciones, se acepta en general que por un error del monje Dionisio el Exiguo en el año 540 al calcular las fechas, Jesús no nació la noche del 24 al 25 de diciembre y que, incluso, nació entre 4 y 6 años antes del inicio de la Era Cristiana. No se conoce el día exacto del nacimiento de Jesús, se cree que fue durante el reinado de Herodes. Pero el mundo cristiano acepta tácitamente la tradición de celebrar la Navidad el 25 de diciembre.
La Navidad en los tiempos actuales
La Navidad representa para el cristianismo la rememoración del mensaje que dejó Cristo, una invocación al amor, la paz y la redención para todos. El mensaje de Jesús invita a ser generosos y no egoístas, a distribuir y no a acumular. En Occidente se celebra la Misa del gallo en iglesias y catedrales. En los países de América Latina, de arraigada tradición católica, se celebra especialmente la Nochebuena (24 de diciembre) con una cena familiar en la que se comparte una diversidad de platos, postres y bebidas tradicionales.
Así, la Nochebuena y la jornada de la Natividad son considerados en el mundo cristiano días de alegría y momentos de celebración pero sobre todo de reflexión y reconciliación con el prójimo.
El arbolito y Papá Noel; los regalos y las tarjetas; los fuegos artificiales, las velas encendidas y las luces de colores; el pan dulce, los turrones y las frutas secas…
Todo se vincula para dar y recibir, para reunirse con la familia y festejar con amigos. Es tiempo de reflexión, de pedir deseos y de proyectar un futuro mejor…
EL CRISTIANISMO PRIMITIVO es un movimiento originalmente laico con un anhelo eterno por alcanzar la trascendencia humana y la sociedad perfecta siguiendo a Cristo. Que ha soportado los cambios de paradigmas que se han dado en el devenir, los seísmos, la reforma luterana, la contrarreforma, etc. Porque puede enfocarse de diversas maneras y enmarcarse en diferentes contextos, culturas, modelos y religiones; de todas maneras permanece inmutable. Debido a que la doctrina de la trascendencia humana que Cristo ilustró y predicó, tiene un valor genérico y universal; por ello, pudo injertarse al judaísmo y mantenerse en el oscurantismo privado de la luz de la razón durante dos milenios, sin asfixiarse, cegarse o extinguirse. Y también puede crecer y desarrollarse en el helenismo, el hinduismo, el budismo, el sufismo, y el sincretismo. Y prevalecer en el ateismo, el empirismo, el escepticismo, el humanismo, el nihilismo, el misticismo, el positivismo, la nueva Era, la modernidad, la post modernidad, el racionalismo. El reto es sacar el cristianismo del oscurantismo, a fin de que la trascendencia humana refleja en Cristo ilumine al mundo. http://www.scribd.com/doc/42618497/Imperativos-Que-Justifican-y-Exigen-Urgentemente-Un-Nuevo-Enfoque-Del-Cristianismo-a-Efecto-De-Afrontar-Con-Exito-La-Crisis-De-La-Modernidad
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