http://www.prodem.ungs.edu.ar/blog/2010/12/como-nos-ven-desde-silicon-valley/
Minientrevista a Adolfo Nemirovsky
¿Cómo nos ven desde Silicon Valley?
El fundador y socio de Global Tech Ridge e integrante del Consejo Consultivo de Prodem nos entrega una mirada jugosa y sin desperdicios sobre la región.
Prodem: En América Latina estamos acostumbrados a mirar al Silicon Valley (SV) desde una mirada muy influida por las características de nuestros países, lo cual coloca a SV como un ideal muy distante. Dado que usted ha recorrido varios países de nuestra región, nos gustaría conocer cuáles son a su juicio los puntos más interesantes y más débiles de los emprendedores y los emprendimientos que se generan en América Latina.
Adolfo Nemirovsky: Silicon Valley fue y sigue siendo el centro mundial de innovación. Tiene una historia de más de medio siglo, y un ecosistema que ha ido evolucionando, asociado a esta generación de alto valor comercial gracias a la innovación (tanto evolutiva como revolucionaria). Este ecosistema, además de los emprendedores e inversores, incluye numerosos agentes, desde abogados de propiedad intelectual que tienen doctorados en ingenierías, ciencias y medicina, hasta profesores universitarios que son emprendedores seriales, o inversores discutiendo, por ejemplo, avances en procesos de síntesis de nanopartículas de plata en oficinas de abogados corporativos.
Por otro lado, la mayoría de las empresas de base tecnológica en América Latina están enfocadas en software con un bajo nivel de complejidad, y poca posibilidad de competir globalmente. Sin embargo, existe un número pequeño pero creciente de empresas tecnológicas de alto potencial, que han vencido obstáculos grandes para poder crecer y prosperar en un ambiente bastante más hostil que el de Silicon Valley. En general pueden llegar a expandirse en América Latina y en algunos casos en España, pero el acceso al mercado de EE.UU. y global les resulta muy dificil. La debilidad generalmente reside en la inexistencia de alguna ventaja competitiva, y la poca conexión con la dinámica global donde está la acción (falta de conocimiento de la oferta y demanda global de recursos humanos, productos y tecnologías, falta de acceso a socios estratégicos e inversión, etcétera). Por suerte, existe también un número pequeño de emprendedores latinoamericanos (pero muy importante para el ecosistema emprendedor de los países), que han sido exitosos en el mercado global, y que están actuando como mentores de otros emprendedores locales.
P: ¿Qué ha podido conocer en materia de ecosistemas emprendedores y de sistemas de apoyo al emprendimiento en la región? Desde una mirada sistémica existen muchos casilleros vacíos o semivacíos, ¿cuáles a su juicio son los principales aspectos a fortalecer?
AN: Primero debo aclarar que hace muchos años que vivo fuera del país, por lo que mis observaciones están basadas en visitas a la Argentina, y en trabajar en algunos proyectos con emprendedores, inversores y/o ingenieros y científicos del país. Creo que la limitación de la Argentina y la región es similar a la de muchos otros países y regiones: una limitada inserción en la cadena de valor del conocimiento global. Creo que el aspecto más importante a fortalecer es crear y reforzar vínculos entre el ecosistema local con el global. India, China e Israel funcionan en gran parte gracias al enorme caudal de contactos de individuos y flujos de gente, que a su vez produce flujos de información, de negocios comunes, de inversión, entre estos países y Silicon Valley y otros centros globales de innovación. En parte esa dinámica fue lograda por el aprovechamiento que hicieron estos países de sus diásporas profesionales.
P: ¿Qué rol deberían jugar, a su juicio, las políticas de emprendimiento e innovación, los gobiernos y el sector privado en América Latina? ¿Cuáles a su juicio deberían ser los ejes y áreas prioritarias?
AN: Sería bueno primero saber dónde queremos llegar, es decir tener un modelo de país que queremos construir, y luego definir los tres o cinco grandes desafíos para llegar a las metas. Tomemos a la Argentina como ejemplo: dada su historia y su presente, y dadas las oportunidades en el mercado global, algunas posibles áreas de foco para llegar a una excelencia global y generar riquezas para el país serían:
- Agro-biotech: tecnología para dar alto valor agregado a la agroindustria.
-Dispositivos médicos: aprovechar la calidad de la medicina en el país junto con una industria de software en expansión de mayor complejidad.
-Nuevos materiales, nanotecnología: juegan un rol cada vez más importante en prácticamente todos los sectores de la economía. Argentina tiene buena tradición y excelente científicos e ingenieros en estas disciplinas.
- Tecnologías limpias, recursos naturales: el país cuenta con recursos naturales valiosos, así como tecnologías para proteger los recursos existentes, y generar nuevos (como energías renovables).
- TICs (Tecnología de información y comunicación): es un área critica a fortalecer. Se debe hacer más compleja la oferta de software y de otras disciplinas de TICs, en particular reforzar esfuerzos interdisciplinarios (por ejemplo: Telemedicina).
Se deberían enfocar esfuerzos en tres a cinco de estos (u otros) grandes desafíos. El foco es crítico para tener éxito. El objetivo debería ser que el país se convierta a mediano o largo plazo en uno de los tres mejores del mundo en las tres a cinco áreas y/o nichos seleccionados. Para ello deben coordinarse esfuerzos de los sectores académico, público y privado, junto con socios globales de primer nivel mundial. Así, se podrían resolver problemas importantes para el país, con soluciones que se puedan vender exitosamente afuera (con ventajas competitivas en el mercado global), y que deben ser un ganar-ganar para las partes participantes. Un ejemplo serían las soluciones de telemedicina, para mejorar la calidad de servicio médico urbano y rural, hacerlo más accesible a toda la población y a un costo considerablemente menor, aprovechando los avances recientes de las TICs y dispositivos médicos, unido a la infraestructura médica del país.
P: En un artículo recientemente publicado en la Harvard Business Review, How to Start an Entrepreneurial Revolution (http://hbr.org/2010/06/the-big-idea-how-to-start-an-entrepreneurial-revolution/ar/1), Daniel Isenberg incluye como primera recomendación para los países en desarrollo que se olviden del SV, dado que las diferencias son abismales, y que busquen su propio camino de construcción de ecosistemas. ¿Qué reflexión te merece?
AN: Es cierto que hay diferencias abismales entre los países en desarrollo y SV, dado que SV ha madurado por más de 70 años. Por otro lado, el SV no es una realidad estática, sino un sistema altamente dinámico, el cual se ha reinventado (y continúa reinventándose) constantemente.
Así, ya ha pasado por varias etapas, desde la era inicial del tubo de vacío en la década de 1930, pasando por las eras de semiconductores, de Internet, de la web 2.0, de biotecnología. Ahora, es el centro mundial de tecnologías limpias, incluyendo autos eléctricos.
El SV no es parte de los Estados Unidos del siglo XX, sino una avanzada de una sociedad global, multicultural, tolerante ante los “fracasos” porque son parte de aprendizaje, del siglo XXI. En el SV, más del 50% de los habitantes ha nacido en el extranjero y la mayoría de los ingenieros son de India o China. En la avenida Sand Hill Road, y a pocas cuadras de la Universidad de Stanford, se concentra el 30% del capital de riesgo de los EEUU (el cual proviene de todo el mundo). En la Universidad de Stanford, por ejemplo, dos estudiantes de doctorado en ingenieria, uno nacido en Michigan y otro en en Moscú, con un padrino de tesis nacido en Monterrey, crearon una tecnología “altamente académica” que por un año no despertó el interés comercial de nadie, hasta que un profesor de ingeniería nacido en la India entendió el potencial, y apoyó la creación de una compañía llamada Google con la primera inversión ángel.
Lo más importante del SV en este siglo XXI es la interconectividad a otros centros de negocios y de innovación de EE.UU. y del mundo como Austin, Boston, San Diego, Tokio, Bangalore, Tel Aviv, Londres, Shangai, etcétera. No se puede crear otro SV, pero nuestro objetivo (y el valor de nuestro ecosistema regional), residirá en convertirse en un nodo importante del network de innovación global, no en llegar a ser otro SV.
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