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Un informe determina por qué algunas personas se recuperan más fácilmente después de una tragedia
Los desastres, tanto naturales como ocasionados por la acción humana, pueden producirse en cualquier parte, y a menudo sin previo aviso. ¿Qué ocurre después de estos eventos? ¿Cómo afrontan estas situaciones las personas que las han padecido? Un reciente informe elaborado por especialistas de diversas universidades ha revelado que la mayoría de las personas que pasan por una experiencia de este tipo consigue recuperar su salud mental al cabo del tiempo, gracias a la llamada resiliencia psicológica. Pero, para que esta recuperación sea posible, se requieren intervenciones especializadas de ayuda, enfocadas no sólo al individuo sino también a la comunidad. Por Yaiza Martínez.
Los desastres, tanto naturales como ocasionados por la acción humana, pueden producirse en cualquier parte, y a menudo sin previo aviso. Pero, ¿qué ocurre después? ¿Cómo afrontan estas situaciones las personas que las han padecido?
En un informe reciente publicado por la revista Psychological Science in the Public Interest, de la Association for Psychological Science (aps) estadounidense, científicos la Universidad de Columbia y de la Universidad de Pensilvania, en Estados Unidos, del University College London, y de la Universidad Opole de Polonia, han revisado los efectos psicológicos de los desastres, y las razones por las que a algunas personas les cuesta más recuperarse de estas experiencias que a otras.
A partir de esta información, los científicos analizan las líneas de actuación más efectivas para ayudar a superar estas situaciones. Los desastres fueron definidos en este caso como aquéllos eventos que causan un daño arrollador, penurias o muertes a uno o más estratos de la sociedad. Estas situaciones se producen a menudo rápidamente, pero cuesta años recuperarse de ellas.
Resiliencia general
En general, explican los investigadores en un comunicado de la aps, los individuos que han sufrido un desastre experimentan diversos problemas psicológicos, como trastorno por estrés postraumático (TEPT), ansiedad, abuso de sustancias, suicidio o ideas de suicidio, pena prolongada, etc.
Curiosamente, sin embargo, las evidencias recopiladas hasta ahora demuestran que menos del 30% de los adultos que han vivido estas situaciones sufren problemas psicológicos severos duraderos.
Por el contrario, la mayoría de la gente que se enfrenta a algún desastre pasa una fase de estrés y desasosiego, pero después recupera su salud mental (en unos meses o en entre uno y dos años). En otras palabras: las víctimas de desastres tienden a ser psicológicamente resilientes.
La resiliencia, en psicología, hace referencia a la capacidad de las personas para sobreponerse a periodos de dolor emocional y traumas. Cuando un sujeto o grupo es capaz de llevar a cabo esta superación, se dice que tiene una resiliencia adecuada, y puede sobreponerse a contratiempos e incluso resultar fortalecido por los mismos.
Factores condicionantes
Pero ¿por qué hay personas que reaccionan de una manera y personas que lo hacen de otra forma?, se preguntan los investigadores.
Al parecer, hay diversos factores que influyen en cómo reacciona la gente después de un desastre, como la edad o el estatus socioeconómico. Así, por ejemplo, los niños reaccionan ante los desastres de manera distinta a los adultos: inicialmente tienden a mostrar más estrés psicológico extremo que los adultos supervivientes, pero estos problemas psicológicos a menudo son sólo temporales.
Los ancianos, por su parte, tienden a sobreponerse a los desastre con un coste psicológico menor que los adultos jóvenes. Entre éstos, los síntomas psicológicos graves son comunes en los primeros meses después de un desastre de gran impacto.
Por otro lado, los recursos económicos también jugarían un papel importante en la superación de los desastres: un estatus socioeconómico bajo está regularmente identificado como pronosticador del trastorno por estrés postraumático.
Una de las razones es obvia: en las regiones económicamente subdesarrolladas, la carencia de infraestructuras obstaculiza las respuestas de los equipos de emergencia para proporcionar ayuda. En estas zonas, por tanto, el número de víctimas tras los desastres tiende a ser mayor que en los países ricos.
Otros factores condicionantes del tipo de respuesta psicológica a los desastres sería el grado de variación que provocan en el contexto en que éstos se producen, el grado de proximidad a ellos o de secuelas que han dejado, y la personalidad de las personas que los han padecido (sus niveles previos de neurosis, tendencia a la obsesión, etc.), explican los investigadores en su artículo.
¿Cómo ayudar?
Conocer bien las consecuencias de los desastres en la población sirve para desarrollar políticas de intervención más adecuadas. La parte final del presente informe está destinada precisamente a responder a la siguiente pregunta: ¿cómo puede ayudarse a los supervivientes de un desastre, de la manera más efectiva?
La intervención psicológica más común inmediatamente después de un desastre consiste en una sola sesión, conocida como “control de estrés por incidente crítico” (CISD, por sus siglas en inglés), explican los investigadores.
Pero, según ellos, aunque este sistema está muy extendido, no existen demasiadas pruebas de su eficiencia, y múltiples estudios sugieren que en realidad podría resultar psicológicamente nocivo.
Formas menos intrusivas de ayuda psicológica inmediata, en cambio, sí podrían resultar más útiles. Es el caso de la técnica de “primera ayuda psicológica”, enfocada en aportar ayuda práctica a los supervivientes y a promover su sentimiento de seguridad, calma, conexión con otros, autoeficacia y eficacia de la comunidad, y esperanza.
Los científicos señalan que esta técnica, que además permite identificar a los individuos que en algún momento después del desastre podrían requerir de una asistencia más intensiva, resulta prometedora, pero que aún se necesitan más estudios sobre ella para evaluar su efectividad.
En general, investigaciones realizadas sugieren que las intervenciones psicológicas después de los desastres pueden ser más efectivas durante periodos de recuperación cortos y largos (de entre un mes y varios años después del desastre), especialmente cuando se combinan con el control de los individuos con riesgo de padecer trastornos psicológicos severos.
En cuanto a otro tipo de intervenciones, los autores del informe señalan que la capacidad colectiva e individual de vencer las adversidades compartidas radicaría en la sensación de sentirse respaldado, en la cohesión social y en la cooperación.
Según los investigadores, en estas situaciones resulta crucial el sentimiento de pertenencia a un grupo social apreciado o a una comunidad. Por tanto, en estos casos resultarían importantes las intervenciones sensibles y conscientes, diseñadas a movilizar, mantener y mejorar los recursos de la comunidad y su cohesión.
Resiliencia (psicología)
http://es.wikipedia.org/wiki/Resiliencia_%28psicologia%29
En psicología, el término resiliencia se refiere a la capacidad de los sujetos para sobreponerse a períodos de dolor emocional y traumas. Cuando un sujeto o grupo (animal o humano) es capaz de hacerlo, se dice que tiene una resiliencia adecuada, y puede sobreponerse a contratiempos o incluso resultar fortalecido por los mismos. Actualmente la resiliencia es considerada como una forma de psicología positiva no encuadrándose dentro de la psicología tradicional.
El concepto de resiliencia se corresponde aproximadamente con el término «entereza».
Definiciónes de resiliencia
Esa capacidad de resistencia se prueba en situaciones de fuerte y prolongado estrés, como por ejemplo el debido a la pérdida inesperada de un ser querido, al maltrato o abuso psíquico o físico, al abandono afectivo, al fracaso, a las catástrofes naturales y a la pobreza extrema.
La resiliencia es la capacidad que posee un individuo frente a las adversidades, para mantenerse en pie de lucha, con dosis de perseverancia, tenacidad, actitud positiva y acciones, que permiten avanzar en contra de la corriente y superarlas.
E. Chávez y E. Yturralde (2006)
La resiliencia es un proceso dinámico que tiene por resultado la adaptación positiva en contextos de gran adversidad.
Luthar (2000)
La resiliencia distingue dos componentes: la resistencia frente a la destrucción, es decir, la capacidad de proteger la propia integridad, bajo presión y, por otra parte, mas allá de la resistencia, la capacidad de forjar un comportamiento vital positivo pese a las circunstancias difíciles.
Vanistendael (1994)
La resiliencia se ha caracterizado como un conjunto de procesos sociales e intra-psíquicos que posibilitan tener una vida «sana» en un medio insano. Estos procesos se realizan a través del tiempo, dando afortunadas combinaciones entre los atributos del niño y su ambiente social y cultural.
Rutter (1992)
Habilidad para resurgir de la adversidad, adaptarse, recuperarse y acceder a una vida significativa y productiva.
ICCB, Institute on Child Resilience and Family (1994)
El arte de vencer las adversidades con los pies en la madre tierra.
Jorge Montoya Avecías (2006)
Concepto genérico que se refiere a una amplia gama de factores de riesgo y su relación con los resultados de la competencia. Puede ser producto de una conjunción entre los factores ambientales y el temperamento, y un tipo de habilidad cognitiva que tienen algunos niños aun cuando sean muy pequeños.
Osborn (1996)
Capacidad del ser humano para hacer frente a las adversidades de la vida, superarlas e inclusive, ser transformados por ellas.
Grotberg (1995)
La resiliencia significa una combinación de factores que permiten a un niño, a un ser humano, afrontar y superar los problemas y adversidades de la vida, y construir sobre ellos.
Suárez Ojeda (1995)
La resiliencia es una respuesta global en la que se ponen en juego los mecanismos de protección, entendiendo por estos no la valencia contraria a los factores de riesgo, sino aquella dinámica que permite al individuo salir fortalecido de la adversidad, en cada situación específica y respetando las características personales.
Infante (1997)
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