El día tiene siempre 24 horas, pero el crecimiento explosivo del saber, hace que ecuación hombre= tiempo ya no cierre. La tecnología es paradojal, hoy todos tienen celular pero nadie tiene tiempo.
El celular nos persigue hasta en el baño. El multitasker hace varias cosas a la vez pero ninguna bien y clickea sin profundizar. Eso potencia su analfabetismo funcional que lo lleva a leer sólo los títulos mientras la sociedad de consumo lo incita a comprar el último modelo.
Sabe usar el celular pero lo que debe aprender es a usar el cerebro.
El horror al vacío fue refutado por Einstein cuando mostró que es una fuente de energía. Cero viene de vacío y señala la presencia de una ausencia. El temor al vacío deriva del miedo a morir.
Cuando el vacío de tiempo se llena con basura se anula la prosperidad, sin vacio no hay lugar para pensar ni crear.
La mentalidad de bombero nos invade. La tecnología sube por el ascensor y el hombre por la escalera. Por todos lados hay gente chequeando mails, navegando en internet y hablando por el celular. No pueden concentrarse, organizarse, hacer su tarea, ni distinguir lo importante. Prestar atención tiene raíces neurobiológicas.
La interactividad pide respuestas rápidas para las cuales el cerebro no está preparado, ya que procesa por rutas neuronales y no puede manejar varias a la vez. En alta velocidad elige la ruta equivocada.
Una parte del cerebro actúa como torre de control, fija prioridades y obliga a concentrarse pero si las partes más primitivas se cargan de datos dañan a la torre. El jefe tiene ahora más trabajo y las zonas que atendían los peligros se atascan. Atender una pequeña tarea puede impedir concentrarse en el proyecto mayor.
Lo nuevo es una tentación irresistible. Esa exposición genera dispersión, déficit de la memoria y estrés. Aunque mejora la reacción reduce la inteligencia. Nos hace impacientes, impulsivos, olvidadizos y narcisistas.
La tecnología permite guardar y ver después, pero la memoria no se usa y se dejan tareas para un mañana que quizás nunca llegará. Se necesita estar siempre en contacto para no sufrir de soledad.
Es un mito que podamos hacer varias cosas y ser eficaz en todas. Mientras más se abarca menos se aprieta. No hay modo que el cerebro se detenga y filtre lo esencial, la figura del fondo, el concepto de la imagen. No hacer foco y estar en cada detalle daña la capacidad cognitiva. Un robot eficiente no es un eficaz generador de valor.
El multitasking no existe, lo que se hace es cambiar velozmente tarea. Esto favorece al núcleo estriado –de los movimientos corporales- y empobrece el concentrado -del hipocampo- que fija el saber.
No estamos construidos para trabajar así. La facultad de domar la atención vagabunda, es la base del juicio, del carácter y de la voluntad.
Soluciones de bolsillo. Hay que tener un bolígrafo a mano, para anotar ideas emergentes sin dejar la tarea. Saber a dónde se quiere ir y cómo se hará. ¿Cuál es el resultado deseado? ¿Cuál es el próximo paso?
Listar las próximas acciones ayuda a enfocarse. Observar los pensamientos permite detectar que se perdió el control por una idea parásita, y más pronto se retomará la acción.
Vaciar la mente escribiendo, basta para sentirse mejor. El cansancio impide concentrarse, es mejor hacer un descanso y preguntarse ¿Qué deseo hacer? ¿A qué quiero prestar tención? ¿Cuánta energía invertiré?
Procrastinación. Es el hábito de postergar lo importante por lo urgente o por tareas irrelevantes y agradables. Superarla exige autorregulación y administración del tiempo. Requiere concentrarse en la fórmula de Pareto, en el 20% que produce el 80% de los resultados.
Quien aplaza algo porque no se siente preparado y espera que se resuelva sin hacer nada, buscará una excusa: “lo haré en cuanto tenga tiempo”. Es una conducta evasiva. Una frase de combate es: “No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy”.
Los ladrones de tiempo son vicios internos disfrazados que roban el deseo y el exceso de análisis produce parálisis. Creer que atender varias cosas produce más no contempla que se genera la adrenalina productora del estrés y crece la lucha entre las partes receptivas del cerebro con las encargadas de la memoria y el control.
Lord Chesterfield dijo: “La atención fija es la marca del genio superior. La prisa, el bullicio y agitarse son síntomas de una mente débil y frívola. Hay tiempo para todo en un día, si haces una cosa a la vez, pero no habrá tiempo suficiente en un año, si haces dos cosas a la vez”.
La solución es dividir las tareas sin dividir el tiempo. Así aumenta la concentración y el cambio disminuye la fatiga. El tiempo es inmodificable pero podemos mejorar lo que hacemos mientras fluye.
La fuerza bruta termina quemando al cerebro. Como decía Nietzche: “Los métodos son la mayor riqueza del hombre”.
El vacío atrae al deseo. No es un peligro meditar porque allí aflora el talento. Las historias más bellas surgen en el vacío, donde emerge la imagen del deseo. Relaciones tóxicas, urgencias, afectos taponados y odios son costos de oportunidad que bloquean alternativas mejores.
El vacío siempre se llena, lo importante es cómo y con qué. La verdad es que nunca se completa cuando uno mismo como el universo se halla en un estado de continua expansión. Llenar el vacío con buenas ideas, esas que no ocupan espacio, conducen al mundo hacia un futuro mejor.
Dr. Horacio Krell. Ceo de Ilvem, consultas a horaciokrell@ilvem.com
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