Eduardo Punset Escritor y divulgador Y economista, y político... Sus neuronas no pueden quejarse de falta de movimiento
«Mi primer trabajo fue limpiar los cristales del colegio mayor en París»Eduardo Punset (Barcelona, 1936) no ha parado de reflexionar sobre lo que les pasa a las personas y, por extensión, a su entorno. Durante más de 30 años ha recorrido un camino divulgativo -'La salida de la crisis', 'La España impertinente', 'El alma está en el cerebro', 'El viaje al poder de la mente'.- que se actualiza con 'Excusas para no pensar', surgido a raíz de sus artículos en el dominical 'XL Semanal', del grupo Vocento.
-¿Tuvo algún trabajo mientras estudiaba?
-Mis primeros ingresos llegaron por trabajos ocasionales que uno realizaba mientras era estudiante, en mi caso, en el extranjero. Limpiaba los cristales en el colegio mayor en París.
-Y enseguida comenzó el movimiento.
-Sí, en aquella época militaba en el Partido Comunista y reflexionaba sobre lo mismo que ahora; ¿qué le pasa a la gente por dentro? Pero hablando de trabajo, mi primer cometido fue ser asistente de programación en la BBC en los servicios externos, y tuve la suerte de que era un trabajo que me mantenía vinculado al resto del mundo. Nos ocupábamos de América Latina, pero tenías que saber qué pasaba en Estados Unidos, en Europa. Pude conocer a profesionales de distintos campos, desde la economía a la política, el pensamiento.
-En todos estos campos ha probado usted su valía. En los 70 y 80 fue ministro para las Relaciones con las Comunidades Europeas y consejero de la Generalitat, después eurodiputado, siempre un buen comunicador. ¿Cómo ha afrontado tanta tarea?
-Nunca jamás he dejado de lado el sentimiento emocionante de cuando uno se sumerge en el 'flujo', cuando encuentras o descubres cuál es tu elemento, que pueden ser varios, como en mi caso. Para mí, el trabajo es el esfuerzo individual constante para controlar el elemento que te hace vibrar.
-Suele defender el cambio en sus escritos en conferencias y lo vuelve a hacer en 'Excusas para no pensar'. ¿Cómo se lanza uno a la piscina en estos tiempos de -un término que usted también usa mucho- incertidumbre?
-Sugeriría que, desde la década de los 20, con la aparición de la física cuántica, es imprescindible aceptar un cierto grado de incertidumbre en nuestra agenda. Lo que es verdad para un promedio puede no serlo para un individuo. Al establecer la tabla de prioridades en la pareja, en el trabajo, en un país -sobre todo, en tiempos de crisis-, se puede y se debe cambiar de opinión, probar nuevas opciones. No hay que comportarse como la mayoría, reacia a cambiar de opinión, hay que aceptar que si, hasta la estructura de la materia cambia, ¿por qué no vamos a hacerlo también nosotros?
-También habla de que los animales se adaptan mejor a los cambios que los humanos.
-Pues basta con mirar a la naturaleza, al entorno. Los delfines volvieron al mar, y las primeras plantas salieron del mar para instalarse en la tierra.
-Pero, perdóneme la frivolidad, los delfines no tuvieron que enfrentarse a una hipoteca o al colegio de los niños.
-La verdad es que, durante mucho tiempo, se nos ha considerado únicos. pero no somos tan diferentes a los animales. Bueno, ahora sí somos únicos en nuestra capacidad de intercambiar conocimientos a través de las redes, el equivalente de las míticas rutas de la Seda o del Incienso. Acumulamos, pero en segundos, en un mismo trayecto, información, genes, chismorreos. Pero insisto, si no nos movemos, no generamos neuronas. La innovación solo es posible cuando hay un esfuerzo multidisciplinal, cuando hay interrelaciones entre profesiones, tendencias, universos.
-¿Y cómo andamos en la búsqueda de la felicidad?
-Cuando terminé mi libro 'Viaje a la felicidad', pensé que había buscado un camino, pero que tenía que pensar por qué la gente tiene una capacidad innata para buscar la infelicidad, y que había que indagar en los condicionamientos internos que conducen al estrés, por los que se rebasan los límites de la incertidumbre, que no nos permiten estar en estado de alerta.
-¿Cuál es su último descubrimiento?
-Sigo preguntándome por qué nos avergüenza usar la intuición en lugar del llamado 'pensamiento racional', que ocupa un lugar irrisorio en el pensamiento. Y por qué los humanos han podido sobrevivir sin que nadie les enseñara nada sobre la gestión de sus propias emociones. El aprendizaje emocional debe formar parte de la educación ciudadana. Este va a ser el cambio que va a influir en que desciendan los niveles de violencia y aumenten los de felicidad y altruismo.
-Para terminar, ¿qué les puede decir a sus seguidores de 'Redes', ya un clásico de la televisión?
-Que en ello seguimos. Desde hace 15 años conciliamos entretenimiento y conocimiento, una combinación que debe presidir no solo la vida de alumnos y profesores, sino la vida de las corporaciones, de las familias. No se puede ir con cara de palo toda la vida.
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