El hombre procesa información y la almacena. Sin memoria sería un vegetal y no podría sentir, pensar ni actuar. En esta época de expansión de la información también decrece la capacidad de hacerlo productivo.
El exceso de información no deja tiempo para pensar porque se recibe más información de la que se pide, de la que se necesita y de la que se es capaz de procesar.
Este hecho produce un sentimiento de culpa por no poder estar al día. Se vive al borde de la sobrecarga cerebral con la sensación de que no se dispone de tiempo para disfrutar de los logros. El verbo procrastinar describe la necesidad de dejar para mañana lo que no se puede hacer hoy. El tiempo es parejo aunque cada una lo invierta de otro modo.
El día sigue teniendo 24 horas pero crece la información. Como el tiempo no se puede alterar la solución es aprender a manejarlo mejor y sabe asignar prioridades. Optimizar la administración del tiempo implica evitar las interrupciones, administrar el conocimiento que se posee e incorporar el que no se tiene y que se necesita aprender.
Invertir los supuestos. La memoria es el producto del pasado, por lo que no se adapta bien a las situaciones nuevas. La mejor técnica para innovar es rechazar los supuestos. Así fue como Henry Ford invirtió el concepto de que las personas deben moverse hacia el trabajo y logró que el trabajo se moviera hacia la gente a través de la línea de montaje.
El primer paso es detectar y definir cuál es su problema que se busca resolver o la nueva idea que se pretende crear. Seleccionar buenos problemas es el 50 % del éxito. El segundo paso es listar los preconceptos adquiridos. El tercer paso es invertir cada supuesto. La pregunta clave es ¿Qué sucedería si…?
La inmobiliaria holandesa iBlue se preguntó: ¿Porqué no comprar las casas que no están en venta? Gillette rechazó la obsolescencia con un producto para toda la vida: la máquina de afeitar. En los 50 la NASA supuso que el bolígrafo no funcionaría en el espacio porque la tinta no bajaría. Invirtió millones en un bolígrafo a gravedad cero. Los rusos invirtieron el problema sin costo, le dieron lápices a su tripulación.
Una empresa detectó que sus cajas de jabón salían vacías y gastó en una máquina de rayos “X” que falló. Un obrero invirtió el problema. Apuntó con un ventilador y las cajas vacías volaron.
Bienvenido nuevamente dijo el recepcionista del hotel al empresario hotelero quien para imitarlo ideó un software que desechó por costoso. Averiguó como hacían. El taxista preguntaba al pasajero si ya había estado y colocaba su valija en cierto lugar según la respuesta.
La teoría del océano azul. Creatividad es crear ideas que la innovación concretará, pero no toda idea es buena ni toda innovación es valiosa, como el creador bohemio o la tecnología innecesaria.
La teoría del océano azul invirtió el supuesto de que los negocios se hacen capturando porciones de la torta en mercados competitivos. Propuso salir del océano rojo infectado de tiburones mediante nuevas ideas que crean valor. Así Callaway Golf creó un Océano azul para no golfistas aumentando el tamaño de la cabeza del palo de golf.
Creatividad a dos puntas. Como el cerebro es rutinario, la Tormenta de ideas o Brain Storming fue ideado por Osborne para fabricarlas, recolectando muchas sin criticarlas, lo que restringe la creatividad.
En el otro extremo está la capacidad de observación según la cual una cosa es la realidad y otra la percepción, el cerero recrea lo que ve. Así el optimista ve la botella medio llena y el pesimista medio vacía.
Es posible generar una observación productiva y crear un problema que de no ser por ella ni siquiera hubiera ingresado a la conciencia. Hay un tipo de observación reactiva que actúa sólo ante un problema y otra proactiva que busca problemas para obligarse a resolverlos, su técnica es mirar de otra manera para generar una apertura.
El pensamiento lógico selecciona su camino por sí o por no y si llega a la solución se detiene. El pensamiento creativo provoca el cambio.
Serendipidad es la capacidad que tienen algunas personas de realizar descubrimientos de manera accidental. Para Pasteur, el azar favorece sólo a las mentes preparadas. Esto diferencia al azar como oportunidad, de la buena suerte como la respuesta adecuada.
A muchos les cayeron manzanas en la cabeza a lo largo de la historia, pero Newton transformó esa situación en buena suerte: su respuesta fue crear la ley de gravedad. No sólo los grandes descubrimientos sino pequeñas observaciones tienen raíces similares. Bette Nesmith, volcó pintura blanca en un frasco de esmalte para uñas e inventó el corrector líquido para errores al tipear, el liquid paper.
En el interior de cada hombre, hay un gigante dormido. Desde el utensillo más simple hasta el avión moderno, nacieron en su mente. Pero la mente es por naturaleza vagabunda. Por eso al aprender a dominarla se hace de la vida una propia construcción.
El azar no es nada sin el conocimiento y el conocimiento no es fértil sin creatividad. Csikszentmihalyi distinguió en los creadores dos rasgos: una gran curiosidad y apertura por un lado, y una perseverancia obsesiva por el otro. Einstein advirtió que debía invertir el supuesto existente entre conocimiento e imaginación cuando dijo que la imaginación es más importante que el conocimiento.
Dr. Horacio Krell. Ceo de Ilvem, consultas a horaciokrell@ilvem.com
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