Si hay algo que pocos saben es que tenemos la posibilidad de detener el tiempo. Hay un momento en el que no hay desdoble de la conciencia. No hay evaluaciones, juicios…”nada nos hace ruido”. Es el preciso momento en el que nos entregamos exclusivamente a aquello que nos da tanto placer. Es tal el nivel de entrega que, incluso, podemos llegar a perder registro de nuestras necesidades fisiológicas más básicas.
Cómo cuando éramos chicos, que podíamos “hacernos encima” con tal de no parar de jugar. Eso es el “flow”, la posibilidad que tenemos de abstraernos de todo y entregarnos, al menos por un momento, a aquellas actividades que no tienen otro objetivo más que el placer de hacerlas: jugar al fútbol, tocar la guitarra, pintar, echar manos en la tierra, escribir, cocinar…
Es un buen desafío, al menos, para ir entrando en tema, hacer un listado de aquellas cosas que nos dan verdadero placer… ¿qué cosas te echan a volar?, ¿qué dejaste de hacer y te daban placer?, ¿Qué es lo que te resetea la cabeza y te da satisfacción?, ¿Qué es aquello que en tu vida no tiene otro objetivo más que el placer?… porque eso propone el “flow”, tomar contacto con las “actividades autotélicas”, aquellas que no tienen otro fin o meta más que el placer en sí mismo.
El trabajo no es “flow”; así nuestra profesión, oficio o vocación nos llene el alma y podamos “vivir de lo que nos gusta hacer”. Insisto, el “flow no tiene otra meta más que el placer en sí mismo”, es como “jugar por jugar”.
Mihaly Csikszentmihalyi, máximo exponente de esta herramienta de bienestar psicológico, sostiene que es importante planear nuestro tiempo libre con tanto cuidado como nuestras horas de trabajo. El autor cree que “por lo general, pasamos la vida saltando de un extremo al otro: viviendo con ansiedad el trabajo cotidiano e inmersos en el aburrimiento durante el ocio”.
¿Cómo incorporar el “flow” en nuestra vida de urgencias y falta de tiempo para todo?.
Un primer paso es identificar aquellas actividades o experiencias que nos producen extremo placer (siempre hay, al menos, una; se trata de contactar con nuestras emociones). Luego, pensar el momento en que podemos ponerlo en práctica (siempre hay tiempo para lo que uno quiere hacer; hay que habilitarse, poco a poco). Tal vez llegó la hora de, además de llevar detalle de responsabilidades laborales y otros trámites, empezar a agendar actividades placenteras para nuestro tiempo libre.
Las emociones positivas y los placeres saludables de la vida son el pasaporte seguro a recuperar la plenitud. Los beneficios del “flow”-vuelvo a subrayar: el incremento del bienestar- están demostrados en los reiterados estudios realizados por Csikszentmihalyi y su equipo, durante algo más de 30 años de investigación.
Es hora de ser dueños de nuestro tiempo. ¿Qué es lo que te da placer?, ¿Qué te ayudaría a experimentar el “flow”?…
Y otra pregunta que, como sugiere Ciskszentmihalyi, en su libro “Aprender a fluir”, resulta fundamental para empezar a vivir mejor: ¿Cómo nos sentimos cuando comemos, vemos la televisión, tenemos relaciones sexuales, trabajamos, conducimos el coche o charlamos con nuestros amigos?…
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