Esta bioquímica uruguaya, especialista en innovación de la U. de Stanford, conversó con AméricaEconomía acerca de las maneras a través de las cuales las organizaciones y las personas podemos recobrar un viejo y a veces perdido don de infancia: la mente abierta.
Autor: Daniela Arce
Nos reunimos con la experta de innovación de la U. de Stanford y profesora del Stanford Technology Ventures Program, la uruguaya Leticia Britos, quien dio la charla Do Future en la U. Católica de Chile.
Su tema: El Diseño de Pensamiento o Design Thinking, una herramienta que busca afrontar y resolver problemas a través del conocimiento de la experiencia de clientes y usuarios. La oferta de valor: un método que invoca procesos creativos que bien gestionados pueden conducir hacia la bienaventurada y esquiva innovación.
¿Cuál es el aporte del Design Thinking?
Esta especialidad. además de generar ideas -como podría ser a través de un brainstorming- busca generar empatías y entender las perspectivas de la persona para quien se está solucionando un problema, identificándolos y comprendiéndolos de mejor modo. No sólo aquellos que son evidentes, sino también aquellos que están latentes.
Entonces, a partir de la empatía, definimos los problemas, para luego generar ideas de solución y utilizar la metodología de prototipado rápido para hacer avanzar esas ideas y que sean tangibles. Al final se testean con los usuarios y se modifican para que sigan evolucionando.
Este método nos permite desarrollar una serie de formas de pensar que crean nuevas mentalidades. No es un proceso lineal, sino que permite desarrollar cierta filosofía de resolución de problemas en forma creativa y que se puede aplicar virtualmente a muchos procesos.
Esto puede ser aplicado en el desarrollo de productos y experiencias de cara de un usuario o cliente, pero también en cómo pensamos y repensamos los procesos organizativos de una empresa.
¿Es posible aprender a ser más creativo?
Todos necesitamos darnos cuenta que la creatividad no es algo con lo que nacemos o no, sino que es algo que debemos ejercitar como hacemos con otras cosas. Creo que más que aprender ser creativo, es encontrar los espacios y estrategias para ayudarnos a continuar siéndolo.
Nacemos siendo creativos, los niños son muy creativos, pero la sociedad, el ámbito escolar no favorece el que esta creatividad se mantenga. En algunas personas la creatividad por causas varias sobrevive hasta su adultez y en otros casos no es así. Debemos fomentar que se encuentren las condiciones para que estudiantes, ejecutivos y profesores sean creativos, junto con promover la confianza en que pueden desarrollar la creatividad.
Esta uruguaya, bioquímica de formación inicial, es especialista en Design Thinking.
¿De qué manera la educación formal frena la creatividad?
La mayoría de las estrategias educativas tienden a la convergencia, hacia una solución única. Así aprendemos que los problemas tienen una sola solución y que el profesor es su único poseedor. Entonces, los alumnos intentan encontrarla. Ese el juego: una vez que se encuentra una solución, el partido se acaba.
Los sistemas educativos deberían plantear más problemas que tengan múltiples soluciones, para así permitir que las personas desarrollen estrategias para ver muchas alternativas posibles, para que tengan un pensamiento divergente y creativo, y no sólo analítico.
¿Existe un perfil de personas más creativas?
Hay demasiada variabilidad como para tener perfiles muy definidos. Por ejemplo, la creatividad tiene que ver con las experiencias personales, más allá de las disciplinas. También se necesita la voluntad de ir más lejos del propio quehacer y colaborar con gente de otras áreas. En general encontramos creatividad en ambientes de diversidad de opiniones y conocimientos.
Por eso, en la Escuela de Diseño de Standford decimos que queremos formar a personas en forma de T. Es decir, con un eje vertical de profundidad disciplinar y en otro eje horizontal, con capacidades, herramientas y voluntades para interactuar con otras disciplinas.
¿Qué puede hacer alguien por sí mismo más allá de las atmósferas en que se desempeñan, las que pueden fomentar o no la creatividad?
Hay que experimentar un poco con la propia capacidad de generar ideas y tomarlo de manera disciplinada. Por ejemplo,cambiar de espacios, analizando cuáles fomentan en cada uno más la generación de ideas. Intentar cambiar el punto de vista, pensando, por ejemplo, en cómo resolvería un niño de cinco años un problema. Tratar de practicar distintas técnicas, como preguntarse cómo se combinarían dos ideas aparentemente opuestas. Y finalmente, identificar los problemas que enfrentamos y cómo los podríamos resolver más allá de lo obvio. Hay que forzarse a buscar más de una solución.
¿Se le está dando mayor importancia a ser creativo?
Gente de las más diversas carreras reconocen la necesidad de formarse en creatividad, y muchos gestores se están preguntando cómo fomentarla dentro de sus organizaciones.
¿Cómo ve a América Latina en estos aspectos en comparación con EE.UU.?
En materia de creatividad, hay gran heterogeneidad al interior de todos los países. En EE.UU. por ejemplo hay muchos colegios que tienen la voluntad de encontrar las formas de fomentar la creatividad como un aspecto valioso en la educación, otras no encuentran la manera, no tienen la voluntad de buscar o no le ven el valor.
No podría responder por todos los países de la región, pero sí lo puedo hacer por los de Sudamérica, pues soy uruguaya y he trabajado con colegas de países vecinos, y estimo que la situación es muy similar a la de EE.UU.
¿Se llevando a cabo en la región alguna iniciativa novedosa para fomentar la creatividad?
Sí. One Laptop per Child, por ejemplo, es un programa que se ha implementando con gran éxito en Uruguay, donde se demostró que era posible desarrollarlo. Esto respondió a los detractores, quienes no confiaban en la iniciativa, bajo la premisa de que era cara de implementar, y riesgoso, pues los niños siempre pueden romper los computadores y no había claridad de que los profesores pudieran capacitarse correctamente.
Hoy, todos los niños de la educación pública elemental o básica y ahora el primer año de liceo o secundaria, tienen su computadora propia. Se han atacado y solucionado los problemas técnicos y de implementación, y se está trabajando en la formación de profesores.
¿Cuáles son los beneficios de ese programa?
Los niños al tener su computador, cambian de paradigma. Ellos enseñan a los profesores, padres y abuelos a usar ciertos elementos que ellos descubren por sí mismos y que a los adultos les cuesta descubrir. Es algo que he visto: se cambia el rol de los alumnos, pues se dan cuenta que tiene cosas para enseñar, y que pueden instruir y aprender de por vida. Es así como debería ser.
¿Qué pueden hacer las B-School en la formación de postgrado para promover la creatividad?
En mi universidad, Stanford, por ejemplo, se está apoyando que los estudiantes de las escuelas de negocios tomen cursos en la escuela de diseño. De este modo, se promueve que personas de distintas disciplinas trabajen juntos en encontrar un lenguaje común y resolver problemas complejos.
Esto ha ayudado a superar ciertas carencias, porque definitivamente la diversidad -tanto de disciplinas como de experiencias- fomenta la innovación y la creatividad. Es el caso de Silicon Valley o Tokio, pues son lugares de encuentro de muchas culturas, lo que permite una fluidez de ideas que lleva a mayores innovaciones.
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