lunes, 3 de octubre de 2011

“La ética no se contempla en las escuelas”

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“La ética no se contempla en las escuelas”

26.09.2011Ángela Méndez. Siga al autor en0

La sociedad necesita un cambio radical. Florence Noiville, exalumna de HEC París, reflexiona sobre la responsabilidad de las escuelas de negocio en la formación de unos directivos que continúan pendientes de los beneficios y hacen oídos sordos a las consecuencias de sus actos.

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Qué parte de culpa del desastre económico corresponde a la enseñanza impartida en las escuelas de negocio? El tema no es nuevo y ha generado mucho debate, pero... pocos resultados. Florence Noiville, economista y actual crítica literaria de Le Monde, cree que nada puede variar hasta que cada parte entone el mea culpa y asuma su responsabilidad. Su pequeño paso ha sido escribir Soy economista y os pido disculpas (Deusto). Un ensayo, que ahora llega a España, pero que se publicó en Francia hace dos años y causó gran polémica por la forma en la que Noiville arremete contra el sistema educativo de las escuelas de negocio y, en concreto, contra HEC París –uno de los centros de mayor prestigio internacional– de la que ella fue alumna.

Sin medias tintas, afirma que la crisis actual no puede disociarse del tipo de formación que reciben las elites económicas y financieras. “Directivos que se formaron en las business school para servir a un capitalismo desenfrenado, donde la ética y la moral no están previstas en los planes de estudio”, dice. Hace especial hincapié en que, año tras año, la ecuación básica que se enseña en estos centros docentes es extremadamente simple: o se incrementan los ingresos o se disminuyen los costes. La lección que se aprende a fuego, es lo que llama el método MMPRDC (Make more profit, the rest we don´t care about). Es decir, sólo importan los beneficios.

“La intención de mi libro es remover las conciencias”, comenta esperanzada. “Es cierto que ya se han producido pequeños cambios pero, por desgracia, son marginales, puro escaparate. Personalmente creo que no ha variado nada”. Lo triste y realmente preocupante es que, según la autora, de esta manera no saldremos fácilmente de una crisis tan profunda y enraizada como la actual. “Si queremos recuperarnos vamos a tener que ser más creativos y aprender a romper moldes”, afirma.

Se han introducido nuevas cátedras como filantropía o pobreza, pero las materias importantes continúan siendo las mismas. La autora se sorprende de que, a pesar de las circunstancias, no haya ninguna asignatura que aborde la crisis. Bajo su punto de vista, no se pueden esperar grandes cambios cuando los profesores son los de siempre, los planes de formación no han experimentado ninguna variación importante y los objetivos siguen siendo los mismos: formar a expertos en finanzas y márketing que ayuden a obtener más beneficios para la empresa.

Los estudiantes son los que tienen ahora la palabra: “Con un punto de locura y con ganas de explorar otras vías y asumir riesgos, son los que poseen la fuerza y los que pueden modelar los cambios en la sociedad”.

Hasta el momento se ha formado a los futuros directivos para brillar en un momento dado, en lugar de enseñarles a construir algo a largo plazo. “Se necesita más humildad, responsabilidad y modestia y, sobre todo, hacer entender a los alumnos que van a tener en sus manos unas herramientas muy poderosas que si las usan mal pueden provocar efectos devastadores”, comenta la autora. Pero también apunta que hay que enseñarles que esas herramientas se pueden poner al servicio de otro tipo de causas.

En uno de los capítulos del libro, Noiville cuenta un “sueño de economía ficción”. En él visitaba en el año 2019 el campus de HEC París y allí se sorprende de que cada especialidad de la carrera se corresponda con una cuestión de la sociedad: medio ambiente, empleo, sanidad, pobreza... Las asignaturas tradicionales no han desaparecido, están presentes en todas las clases, pero se han puesto al servicios de los problemas de la sociedad. ¿Puede algún día dejar de ser un sueño? Para la autora, “no es tan difícil hacerlo realidad. Sólo hay que cambiar la percepción de lo que deben ser los resultados de una empresa. No tienen que ser sólo una cifra a pie de página, deben ser una mezcla de diferentes criterios concernientes a cómo realizamos el trabajo y a quién ayudamos”, dice.

Salir del redil
Noville se queja de que, sobre todo en los años 80 cuando ella estudió, se extendió una alfombra roja ante los jóvenes talentos que salían de los más reputados centros de enseñanza con muchas capacidades pero poca conciencia ética. “¿Por qué unos estudios tan selectivos conducen a un mundo de golden borregos, donde unas ovejas embutidas de diplomas, son capaces de precipitarse todas juntas por el barranco de la crisis más profunda?”. Lo peor es que, a pesar de lo que está pasando, siguen aferrados a su mundo. Son una generación que tiene una gran cartera de clientes, una importante red de contactos, dinero y credibilidad. Lo tienen todo y no pueden o no quieren hacer nada contra el sistema. Noiville se plantea estas cuestiones sin excluirse del grupo: “Oveja negra, pero oveja al fin y al cabo, me pregunto lo que nosotros, la elite económica y financiera, verdaderamente habremos aportado y transmitido”. Quizás las soluciones lleguen de la voz de más ovejas negras. A ellos, a los que quieran salirse del redil, les dice que es posible vivir de otra manera: “Se puede dividir el sueldo en dos (y en su caso su nivel adquisitivo aún será alto) y vivir sin pensar sólo en la acumulación de riqueza. Descubrir otros aspectos en los que se sientan realizados es otra forma de enriquecimiento mucho más importante”.

De analista financiera a crítica literaria
La trayectoria profesional de Florence Noiville parecía encaminada hacia el mundo de la empresa. En 1984 se graduó en Ciencias políticas en la HEC París, una de las escuelas de economía más reconocidas a nivel mundial. Después de cursar un Master in Business Law se incorporó como analista financiera en una compañía estadounidense. Durante cuatro años se integró plenamente en la vorágine económica, pero entonces decidió dar una giro radical, y de los números pasó a las letras. Comenzó a dedicarse al periodismo, la cultura y la escritura. “No se trató de un gesto heroico, simplemente tenía la impresión de que me reorientaba hacia lo que se correspondía mejor con mis gustos ”, afirma.

Actualmente dirige el suplemento literario ‘Livres’ en el diario ‘Le Monde’. Además, ha escrito varios libros infantiles y es autora de una docena de novelas para adolescentes. En 2007 publicó su primera novela, ‘La Donation’ y su ensayo ‘Soy economista y os pido disculpas’ se ha traducido a once idiomas y, en Francia, vendió más de 25.000 ejemplares en las primeras semanas.

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