No existe nada parecido a lo que llamamos “la verdad”.
Esta siempre dependerá de la historia, formación, experiencia personal, información que nos llegue y aceptemos y que forme nuestro sistema de creencias. Y cómo ninguno de estos elementos es igual de persona a persona, de los más de 7.000 millones que somos en el mundo, no hay dos visiones iguales de la verdad, si quizás 7.000 millones de partes de un rompecabezas que podría acercarse a la verdad, pero que tampoco estará nunca completo.
Todo depende de la propia mirada, que es tan válida para nuestra vida, como válida la mirada del otro para el otro.
Osho habla acerca de que los colores están en nuestros ojos. Si miras una fotografía plena de colores, no es que la fotografía los tenga, sino que están en tu mirar.
Si cierras los ojos los colores desaparecen. De hecho el perro ve menos colores que nosotros, y algunos animales ni siquiera ven alguno. Quizá otros animales puedan ver más de lo que nosotros vemos. Por lo tanto es interesante el concepto de que los colores están en nuestro mirar.
De hecho no sabemos si los colores que yo veo tengan la misma intensidad y brillo que los que ves tú, porque para eso tendría que tener tus ojos, y eso no es posible.
Por eso la vida podemos verla de manera diferente, si tenemos los ojos abiertos, entrecerrados o cerrados, si le ponemos luz a nuestra mente, sombras u oscuridad, si le damos perspectiva y vemos todos los planos, o queremos verla desde un solo ángulo. Si queremos abrir el cuadro completo, o si queremos enfocar en un solo objeto. Si queremos jugar con el brillo, el color, el contraste y la definición, o ponerlo en automático. Si queremos ponerle tonos cálidos, fríos, o el que otros incorporaron como estándar. Si estamos abiertos a escuchar otros puntos de vista que amplíen nuestra mirada desde el acompañamiento o sólo queremos verlo desde nuestro mundo.
La mirada de la vida la eliges tu, y depende de cómo elijas verla así será tu vida. La vida es como un espejo perfecto, refleja sólo cómo te arreglas para verte en ella.
Nadie es responsable de cómo quieres verla, nadie puede obligarte a verla de una manera determinada que tú no quieres sin tu permiso. Tú ajustas permanentemente la imagen, los colores y hasta puedes cambiar de canal para no ver determinados actores, o quedarte mirando un programa por un tiempo más aunque no te guste. Tú eres el que siempre decide, aunque a veces cedas el control remoto, pero también esto es decido por uno.
Elige por tu modo de ver los colores, elige por tener todas las opciones de ajuste, elige por tener todos los elementos para cambiar lo que no te gusta por lo que te gusta. La vida es bella. La vida es bella. La vida es bella. Depende de cómo decidas verla, de cómo valores tu modo de observarla y aprecies tu criterio.
El color lo pones tú, y esa es y será para ti “tu verdad”.
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