martes, 6 de diciembre de 2011

Neuroexcusas

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Detrás de la apariencia de cualquier producto está el saber que lo hizo posible. Toda situación puede tener su causa oculta, un iceberg que oculta el témpano, una oportunidad escondida y tal vez perdida en los propios hábitos y rutinas. Todo lo que aparece es una oportunidad para aprender o enseñar. Comprendemos conociendo y la prueba de fuego es comunicarlo con elocuencia. Einstein estaba seguro que sabía algo si se lo podía contar a su abuelita y ella lo entendía.
Hay historias didácticas.  Un maestro paseaba con un discípulo por el campo, dialogando sobre el valor de los encuentros inesperados. Al pasar por un hermoso paraje, una granja parecía miserable. El alumno entendió que hay gente que vive miserablemente. No basta con constatar lo que sucede dijo el maestro: hay que verificar las causas, pues sólo  así entendemos el mundo y podemos enseñar a cambiar.
Llamaron a la puerta y los recibió un matrimonio y sus  tres hijos, con ropas sucias y rotas. Viven en un  bosque: ¿Cómo sobreviven aquí? preguntó el maestro. –Tenemos una vaquita que nos da leche. Una parte  la vendemos o  canjeamos  con vecinos por alimentos.  Con el resto producimos queso, cuajada y mantequilla para nuestro consumo. El maestro agradeció, observó el lugar y partieron. Le ordenó al discípulo: –Busca esa vaca, llévala hasta ese precipicio y tírala abajo –.  –¡Pero si es su medio de sustento! El maestro no respondió. El muchacho hizo lo ordenado y la vaca murió en la caída. Después de varios años decidió volver, confesar, pedir perdón y ayudarlos. El lugar era ahora una bella finca, con árboles floridos y niños jugando. Creyó que habían vendido la propiedad para sobrevivir – ¿A dónde se fue la familia que vivía aquí? –, preguntó. –Son los mismos dueños –. Entró a la casa, y el propietario lo reconoció. –Nosotros teníamos una vaca, pero se murió. –Para mantenernos planté verduras y legumbres. Las plantas tardaban en crecer, así que comencé a cortar madera para vender. Tuve que replantar los árboles y comprar semillas. Me acordé de las ropas de mis hijos y pensé que podía cultivar algodón. Pasé un año duro, pero cuando la cosecha llegó, ya estaba produciendo legumbres, algodón, y hierbas aromáticas. Nunca me había dado cuenta de todo mi potencial: ¡fue una suerte que aquella vaca muriera!
Renacer de las cenizas, como el ave Fénix. Para Ernesto Sábato ser original es poner de manifiesto la mediocridad de los demás.  En la granja se respiraba prosperidad. La vaca fue la excusa que justificó el fracaso, no hacer nada y conformarse. Nada cambia por usar una excusa, la realidad sigue siendo igual. Un optimista hace lo que un pesimista no puede, sus pensamientos dominantes se lo impiden. Se ocultan en sus palabras que anticipan los hechos que vendrán.
Cambie vaca por excusa y verá que siempre aparece algo o alguien a quien se puede culpar. Es peor mediocridad que fracaso, cuando se toca fondo lo que queda es subir. El conformismo hace soportable la mediocridad. Resiliencia es la aptitud de resurgir desde la pobreza.
Buenas razones para fracasar. Henry Ford decía que siempre tenemos razón: si pensamos que nos irá bien o que nos irá mal.
Hay vacas para justificarse, pensar que hay quien está peor, odiar el trabajo y aceptar que al menos da para comer. Hay vacas que soportan falsas creencias, como hacerse esclavo de la vaca que se tiene.
Hay otras que producen parálisis por exceso de análisis: como quienes para empezar algo nuevo necesitan estar absolutamente seguros.
Jean Buridan se destacó por sus estudios de lógica y por el experimento mental “el asno de Buridan”.  No partió de un lenguaje ideal como su maestro Occam, aunque creían que los enunciados son portadores de verdad o falsedad. Para Occam expresaban conceptos globales. Buridan privilegió la psicología individual. Mostró la lucha que existía entre la racionalidad y la fuerza de  voluntad
El animal lleva tiempo sin comer y tiene hambre. Le colocan a derecha e izquierda dos montones de cebada iguales. Es un asno intelectual que delibera y opta por comer porque tiene hambre. La segunda cuestión es por qué fardo comenzar. Como no hay razón que aconseje uno sobre otro, el asno se muere de hambre. Fue incapaz de actuar porque no encontraba razones para elegir. Su vacilación insensata lo condujo a la muerte. La lógica no debe determinar la conducta. El burro se muere por ser implacablemente racional. Una actitud pragmática no debe ser condicionada. El exceso de análisis produce parálisis.
Las vacas de la filosofía barata son falsos principios como que unos nacen con estrellas y otros nacen estrellados. Una vaca muy peligrosa es la del autoengaño. Por ejemplo quien para atenuar una derrota dice: lo importante no es ganar sino competir.
Beneficios secundarios de la enfermedad. La excusa proporciona un beneficio: impedir que aflore la baja autoestima personal. Por ejemplo: soy bueno sólo para esto. Los pretextos son inculcados por la familia o la educación con la cultura del ejemplo. El método que usó el maestro no es el ideal, la solución se da cuando a la oportunidad se suma el cambio mental creado por la nueva manera de pensar y de actuar.
La mala educación castiga el error y premia al que lo oculta. Watson ex presidente de IBM dijo: el buen juicio viene de la experiencia, la experiencia viene del mal juicio. Mirando hacia adentro el inconsciente es el alimento,  hacia fuera, el error y el accidente son perlas si los sabemos cultivar. Pasteur dijo que el azar favorece a las mentes preparadas. Hay descubrimientos donde prevalece el azar, como la manzana que cayó en la cabeza de Newton y encendió las luces de la gravitación universal. No es cuestión de suerte, la intuición precisa entrenamiento. Para Freud la herejía de una época es la ortodoxia de la otra. Un loco es loco hasta que tiene éxito, luego se le dice genio.
Llorar sobre la leche derramada La familia pudo buscar como vaca salvadora salir a  mendigar y hacer de la mediocridad un hábito.
El primer paso para cambiar es identificar las vacas de los demás porque ante las propias solemos ser ciegos. Se esconden en los pensamientos y se manifiestan en la conducta, disfrazadas de mentiras, pretextos, disculpas, evasivas, escapes, falsas creencias y miedos.
El segundo paso es descifrar las creencias que le dan soporte. Por ejemplo: yo no soy bueno para….. ¿ Quién  puso esta vaca allí, dónde, cuándo? Hay que buscarlas en el vocabulario y dejar de usarlas pronto.  El tercer paso es tomar conciencia de los costos de abandonar la zona de confort que brinda la excusa y experimentar el dolor.
Hay que listar los beneficios de abandonarla: decisión, disciplina, coraje, constancia.  Por último hay que lograr un cambio genuino, para que la vaca no resucite. Para eso hay que hacer feedback con la realidad, para impedir que un error se convierta en hábito.
Una vida sin vacas. Hay que aceptar que somos responsables de nuestros  éxitos y fracasos,  los arquitectos de nuestro propio destino. Para cada idea debe haber un plan y una acción. Las fallas pueden indicar la presencia de una vaca infiltrada. En el juego de la vida se puede ser protagonista o espectador. El ganador mata a las vacas con la acción,  piensa en positivo y logra que las cosas ocurran.
No deja que la vida pase de largo para recordar luego las oportunidades perdidas, cuestiona, usa la destrucción creativa para reconocer cómo se instaló el hábito perdedor y qué hacer para superarlo y vivir mejor.
El enemigo del éxito no es el fracaso, son el miedo y la mediocridad.
Dr. HoracioKrell, CEO de ILVEM.  horaciokrell@ilvem.com

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