El homo sapiens fue un primate sin pelos que aprendió a caminar en dos patas. Las manos dejaron la locomoción y convertidas en ejecutoras de las decisiones del cerebro, absorbieron las tareas que antes realizaba la boca.
Al ponerse de pie el hombre cambió. Con la invención del alfabeto desarrolló el intelecto y una capacidad de comunicación que ninguna otra especie posee. Pero perdió las señales intuitivas que le brindaba el contacto directo con la naturaleza.
El hemisferio izquierdo fue el reducto de la palabra y la razón. Su importancia creció y se hizo dominante. El hemisferio derecho es hoy un gigante dormido que irrumpe cuando el otro se duerme. El cuerpo calloso es un manojo de fibras nerviosas que los vincula y facilita su comunicación, pero el sistema educativo estimula sólo al izquierdo restándole potencia y rendimiento.
Las heridas narcisistas. El ego y las creencias egocéntricas ubicaron al hombre en el centro del universo. Pero Copérnico reveló que la Tierra no era el centro. La segunda herida fue de Darwin. Nada más indignante para el hombre que enterarse que era un animal entre muchos. La tercera herida la trajo Freud con el psicoanálisis: el hombre ya no es el dueño de sí mismo, es manejado por factores inconscientes. La cuarta herida fue la sujeción del hombre a la máquina. Mc Luhan concibió a la tecnología moderna como la extensión de las facultades del sistema nervioso humano. Huxley en “Un tiempo feliz” predijo que el hombre aceptaría con gusto la esclavitud a cambio de consumo y entretenimiento ¿Estamos condicionados o podremos elegir el futuro?
Para Fromm la libertad tiene sentido si la persona es capaz de tener pensamiento propio. La educación, que debería dar libertad a su imaginación, está al servicio de los que pretenden destruirla. Si la hipótesis de que nos socializaremos en barrios digitales resulta cierta, será mejor que nos preparemos para entender mejor a nuestros vecinos.
Un cuerpo que habla. A lo largo de la historia mantuvimos movimientos innatos como la succión, pero adquirimos ciertas posturas por imitación. Un pionero del lenguaje corporal fue Charles Chaplin, el gran artista del cine mudo. El cuerpo reacciona ante las emociones y no deja de manifestarlas, aunque el discurso diga lo contrario. El ejemplo paradigmático es sonrojarse o transpirar.
El lenguaje del cuerpo puede ser congruente o contradictorio con lo que se dice. En el impacto de un mensaje lo verbal influye en un 7 %, el tono y los matices en un 38 %. El 55 % es lenguaje no verbal: para lanzar una mirada que mata no hace falta abrir la boca.
No hay segunda oportunidad para la primera impresión. El lenguaje corporal se manifiesta con el gesto y, conectado a la palabra, agrega valor a la comunicación, mejora la capacidad entender y de influir en los demás. Ese lenguaje no es unívoco: no hay normas que rijan el significado: una mirada esquiva puede significar mentira o timidez. No existen hechos sino interpretaciones, dijo Nietzche.
Hay movimientos corporales conscientes e inconscientes, factores incontrolables, como sudar o ponerse colorado. No se puede atender el hardware sin el software, ni dejar de considerar el tipo de mirada, el tono de la voz, la piel, el olor, la ropa y el entorno.
Reglas del lenguaje corporal. Hay que detectar los que ocultan las palabras con preguntas que generen respuestas y gestos aclaratorios que las ratifiquen o contradigan. Hay gestos combinados: decir no sé y encogerse de hombros para mostrar ignorancia, exclamar ohhh y levantar las cejas para mostrar sorpresa. La clave es considerar el conjunto y no el gesto aislado. Igual que en el lenguaje verbal donde lo que mejora la comprensión es la lectura de la frase completa o unidad de pensamiento.
Otro dilema es la interpretación salvaje fuera de contexto. Si hace frío, cruzar los brazos no es un rechazo, si alguien da la mano floja puede ser un cirujano que la cuida.
Al que miente lo delata su inconsciente. El detector de mentiras registra cómo el cerebro rechaza la mentira. El “otro yo” se lo dice: ¡me estás mintiendo!
Pero quien sabe mentir logra que nos traguemos la carnada con el anzuelo puesto. Las técnicas actorales permiten asociar el habla con gestos sinceros o eliminar los defectos. Pero quien miente en algún momento se traiciona, por eso finge por teléfono o en la oscuridad. El cuerpo habla a través de su lenguaje, al dominar sus señales nos remontamos a los orígenes de la vida, a los límites estrechos que separan el reino humano del animal. La historia, la sociedad y la razón se encarnan. Para que el cuerpo no sea un aparato, hay que sintonizarlo con la mente. Aislados son frágiles pero unidos son las armas más poderosas del hombre.
La mentira tiene patas cortas, al mentir podemos autoengañarnos. La verdad tiene un poder que la mentira no tiene. Demóstenes lo dijo: “las palabras que no se transforman en hechos no sirven para nada” y Sócrates sentenció: ” Conócete a ti mismo”.
Cómo cazar mentirosos. El principio clave es que no se puede no comunicar, aun callados estamos comunicando. Hay formas inconscientes de autoengaño, ya que todo es según el color del cristal con que se mira. El pensamiento por conveniencia hace concordar el pensamiento con la creencia.
La mentira por omisión es decir sólo una parte de la verdad o no informar algo que debería ser dicho. Una verdad a medias es una mentira absoluta. El problema del engaño es complejo porque los presupuestos de la comunicación favorecen al que miente. Al dialogar suponemos que comprendemos el relato, que la otra parte dice la verdad y que lo que dice tiene valor. Para detectar engaños y ser un buen observador hay que detectar fallas en el ciclo argumental.
Las relaciones cercanas pueden facilitar el engaño. Para evitarlo Aristóteles decía: “soy amigo de Platón pero soy más amigo de la verdad”. Sherlock Holmes sólo fue vencido en un caso, cuando se enamoró de bella Irene Alder, la única que fue capaz de derrotarlo. Recordemos la importancia de la escucha: “tenemos dos orejas y una sola lengua. Es para escuchar el doble de lo que decimos”.
Decálogo del mentirosoLa
sana mentira sirve para salvar a un inocente o en la mentira piadosa.
Es una capacidad o una incapacidad, según como se la use: 1) No se asuste: Nunca es bueno empezar una mentira asustado, hay que tener la cabeza fría para pensar con claridad. 2) No improvisar: Tomarse un tiempo y analizar cada detalle, para saber qué responder si aparece la pregunta fatal. Si no se deberá inventar, incrementando “la bola de nieve”. 3) Creerse la mentira: Si es una mentira con la que va a convivir es útil creer en ella y olvidarse de la verdad. 4) Confundirla entre verdades: Una mentira dicha entre verdades no llama la atención y si dudan hay que afirmar que se tienen pruebas. 5) Información: Es necesario saber lo que los demás saben, recopilando información. 6) Dar detalles: Los detalles de la mentira son claves, sobre todo los que no sean comprobables. 7) No esperar a que pregunten: Hablar del tema antes que los demás lo hagan resulta menos sospechoso. Espontaneidad: Tratarlo como una cuestión común en una conversación normal, quitándole valor al asunto. 9) No mentir en grupo: Uno puede controlar lo que dice y a quién se lo dice, pero con más gente es imposible. El típico “te voy a contar algo secreto y no se lo puedes decir a nadie” es el peor enemigo. 10) No aceptar que se mintió: Si se descubre conviene hacer creer que uno fue engañado o tener una buena coartada. En el peor de los casos se puede decir una verdad a medias y rogar por que nadie se interese por la otra mitad. |
Decálogo para cazar mentirosos. 1) Lenguaje corporal. Para desenmascararlos hay que mirar sus gestos: una mirada esquiva delata una mentira. 2) Movimientos inconscientes. Atender a factores que no se pueden controlar, como el rubor. 3) La respuesta. Una persona honesta contesta enseguida, en primera persona y no lo incomodan los silencios. 4) Gestos excesivos o represivos. El mentiroso sobreactúa, mira fijo o ríe en exceso como ciertos vendedores y ventrílocuos. 5) Recordar lo que dijo y preguntar: Lo obliga a dar respuestas y gestos aclaratorios. Así se puede caer en contradicciones. 6) Parte por parte. En un mensaje el impacto verbal incide poco y el tono algo más. Lo más influyente es lo no verbal, el acto fallido o el lapsus lingual. 7) Cuidado con la mujer. La mujer superó al varón aprendiendo los gestos durante la crianza de los hijos y los disfraza mejor. Congruencia. Analizar en conjunto el lenguaje verbal y no verbal, las señales de armonía o incongruencia entre lo que se siente, lo que dice y lo que se hace. 9) La mentira en el niño y el adulto. El gesto del niño para mentir es taparse la boca, el adulto disimula tocándose la nariz 10) Tener en cuenta. El que miente se traiciona, por eso prefiere mentir por teléfono. Es mejor interrogarlo frente a frente y a plena luz. |
Gesto Significado
Tapar la boca. Tocar la nariz. Frotar ojoMostrar palmas, palmas abajo, frotarlas Acariciar la barbilla, puño en mejilla Palmada en frente o nuca Brazos o piernas cruzados Mirar de reojo Cabeza hacia arriba o abajo Arreglar el cabello Manos en cintura Montarse en la silla | MentiraVerdad, calma, regocijo Decisión, evaluación Olvido Actitud defensiva Seducción, interés, curiosidad Neutral, desaprobación Seducción Desafío Protección |
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