Tal como hace unas décadas John Lennon cantaba Power to the People, nosotros clamamos ahora por Innovation to the People: necesitamos la innovación que la gente realmente necesita y quiere / necesita contribuir a crear.
El complejo mundo en que vivimos requiere soluciones nuevas y creativas a una variedad cada vez mayor y más compleja de problemas. Las formas tradicionales de resolución han demostrado tener ciertas limitantes que es necesario enfrentar. En efecto, por una parte, el mercado en sí mismo carece de los incentivos y modelos apropiados para resolver ciertos problemas; por otro lado, los gobiernos y sus instrumentos de intervención muchas veces no logran resolver problemas complejos que cruzan nuestra sociedad. Finalmente,hemos visto cómo la sociedad civil por sí sola muchas veces carece de los recursos, las capacidades y habilidades para llevar buenas soluciones a una escala mayor.
Por tanto, hoy vemos que tanto el sector privado, como el sector público, por sí solos, parecieran no haber alcanzado un modelo para enfrentar los más importantes problemas de nuestra sociedad (cambio climático, enfermedades, hambre, acceso a educación, salud y otros servicios básicos). No es un dato menor, ¿no?
Los movimientos sociales actuales son quejas colectivas que claman por nuevas soluciones para el mejoramiento de las condiciones de vida. Mucho de este descontento es conducido muchas veces contra las empresas, que son vistas por algunos como una gran causa de problemas sociales, medioambientales y económicos.
En efecto, en distintas latitudes, las empresas están siendo vistas como enteramente abocadas a generar valor económico para sus accionistas en detrimento de la sociedad y las distintas comunidades donde se asientan.
Y gran parte del problema – más allá de la complejidad inherente de las sociedades en las que vivimos – dice relación con que las empresas continúan viendo la creación de valor de una forma ciega: optimizando el desempeño financiero de corto plazo, ignorando muchas veces las reales necesidades de sus clientes, o simplemente olvidando aquellas variables que les permitirán crecer en el largo plazo (y así generar también un valor más perecedero para la sociedad).
Sin embargo, son las mismas empresas las que tienen el poder de revertir esta situación generando una mayor vinculación e impacto positivo con la sociedad civil a la cual se exponen. La solución pareciera estar en el principio del “valor compartido” (sharedvalue), que implica que la creación de valor económico puede hacerse al mismo tiempo que se crea valor para la sociedad abordando sus necesidades y desafíos. Valor compartido va más allá de la responsabilidad social, filantropía o sustentabilidad. Es una nueva forma de generar éxito económico, a la vez que transformación y cambio social positivo.
En esta línea, un gran número de empresas conocidas por su “agresividad” en los negocios (tales como GE, Google, IBM, Intel, Johnson & Johnson, Nestlé, Unilever y Wal-Mart) se han embarcado en importantes iniciativas para generar valor compartido logrando una intersección virtuosa entre desempeño corporativo y necesidades sociales.
Lograr esto, no obstante, requiere de nuevas habilidades, liderazgos y metodologías que permitan congeniar las necesidades claves del crecimiento corporativo específico y una apreciación y empatía profunda con las necesidades sociales.
Tendencias emergentes
Junto con esta constatación de los límites en las formas en que actualmente se enfrentan los problemas sociales, vemos ciertas características de lo que podríamos llamar una economía social emergente. Estas características son, grosso modo:
Sin embargo, el twist adicional que requiere la actual mirada sobre Innovación Social es que esto no se trata de llevar o imponer soluciones a las personas o comunidades donde existen los problemas que queremos enfrentar. Se trata más bien de colaborar y facilitar el encuentro de las propias soluciones a los propios problemas. Se trata de Innovación Apropiada. Definiremos IA como aquella solución novedosa, distinta, altamente eficiente y sostenible en la forma en que resuelve problemas nuevos o antiguos, pero que es sentida por los beneficiarios como propia, pues es participativa, atingente, contextual, empática y colaborativa. Ampliaremos más este concepto en otra columna.
El complejo mundo en que vivimos requiere soluciones nuevas y creativas a una variedad cada vez mayor y más compleja de problemas. Las formas tradicionales de resolución han demostrado tener ciertas limitantes que es necesario enfrentar. En efecto, por una parte, el mercado en sí mismo carece de los incentivos y modelos apropiados para resolver ciertos problemas; por otro lado, los gobiernos y sus instrumentos de intervención muchas veces no logran resolver problemas complejos que cruzan nuestra sociedad. Finalmente,hemos visto cómo la sociedad civil por sí sola muchas veces carece de los recursos, las capacidades y habilidades para llevar buenas soluciones a una escala mayor.
Por tanto, hoy vemos que tanto el sector privado, como el sector público, por sí solos, parecieran no haber alcanzado un modelo para enfrentar los más importantes problemas de nuestra sociedad (cambio climático, enfermedades, hambre, acceso a educación, salud y otros servicios básicos). No es un dato menor, ¿no?
Los movimientos sociales actuales son quejas colectivas que claman por nuevas soluciones para el mejoramiento de las condiciones de vida. Mucho de este descontento es conducido muchas veces contra las empresas, que son vistas por algunos como una gran causa de problemas sociales, medioambientales y económicos.
En efecto, en distintas latitudes, las empresas están siendo vistas como enteramente abocadas a generar valor económico para sus accionistas en detrimento de la sociedad y las distintas comunidades donde se asientan.
Y gran parte del problema – más allá de la complejidad inherente de las sociedades en las que vivimos – dice relación con que las empresas continúan viendo la creación de valor de una forma ciega: optimizando el desempeño financiero de corto plazo, ignorando muchas veces las reales necesidades de sus clientes, o simplemente olvidando aquellas variables que les permitirán crecer en el largo plazo (y así generar también un valor más perecedero para la sociedad).
Sin embargo, son las mismas empresas las que tienen el poder de revertir esta situación generando una mayor vinculación e impacto positivo con la sociedad civil a la cual se exponen. La solución pareciera estar en el principio del “valor compartido” (sharedvalue), que implica que la creación de valor económico puede hacerse al mismo tiempo que se crea valor para la sociedad abordando sus necesidades y desafíos. Valor compartido va más allá de la responsabilidad social, filantropía o sustentabilidad. Es una nueva forma de generar éxito económico, a la vez que transformación y cambio social positivo.
En esta línea, un gran número de empresas conocidas por su “agresividad” en los negocios (tales como GE, Google, IBM, Intel, Johnson & Johnson, Nestlé, Unilever y Wal-Mart) se han embarcado en importantes iniciativas para generar valor compartido logrando una intersección virtuosa entre desempeño corporativo y necesidades sociales.
Lograr esto, no obstante, requiere de nuevas habilidades, liderazgos y metodologías que permitan congeniar las necesidades claves del crecimiento corporativo específico y una apreciación y empatía profunda con las necesidades sociales.
Tendencias emergentes
Junto con esta constatación de los límites en las formas en que actualmente se enfrentan los problemas sociales, vemos ciertas características de lo que podríamos llamar una economía social emergente. Estas características son, grosso modo:
- El uso intensivo de redes distribuidas para sostener y gestionar relaciones, ayudadas en redes de banda ancha, redes celulares y otros medios de comunicación.
- Fronteras cada vez más difusas entre la producción y el consumo (fenómeno del “prosumidor”).
- Énfasis en colaboración, co-creación e interacciones.
- Creciente énfasis en la dimensión humana, en poner a las personas primero, la democracia, la representatividad.
Sin embargo, el twist adicional que requiere la actual mirada sobre Innovación Social es que esto no se trata de llevar o imponer soluciones a las personas o comunidades donde existen los problemas que queremos enfrentar. Se trata más bien de colaborar y facilitar el encuentro de las propias soluciones a los propios problemas. Se trata de Innovación Apropiada. Definiremos IA como aquella solución novedosa, distinta, altamente eficiente y sostenible en la forma en que resuelve problemas nuevos o antiguos, pero que es sentida por los beneficiarios como propia, pues es participativa, atingente, contextual, empática y colaborativa. Ampliaremos más este concepto en otra columna.
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