martes, 6 de marzo de 2012

El éxito (Anthony Robbins)

El éxito está en la continuidad del esfuerzo de quien aspira a más. El camino hacia el éxito está siempre en construcción.

Es un proceso permanente y no una meta que se deba alcanzar.
El poder definitivo consiste, en ser capaz de crear los resultados que uno más desea, generando al mismo tiempo valores que interesen a otros. El poder verdadero se comparte, no se impone.
Es la acción lo que da consistencia a todo éxito sobresaliente.
La acción, y sólo ella, produce resultados.
El conocimiento no es más que poder en potencia, excepto cuando recae en manos de quien sabe como conducirse a sí mismo, para actuar con eficacia.
Desarrollamos una comunicación interna, constituida por las cosas que nos representamos, decimos y sentimos en nuestro fuero interno.

Experimentamos la comunicación externa, con el mundo exterior.
Todas las comunicaciones ejercen algún tipo de efecto, sobre nosotros mismos y sobre los demás.
 La comunicación es poder y quienes han alcanzado el dominio eficaz de aquélla
están en condiciones de modificar su propia experiencia del mundo y la experiencia que el mundo saca de ellos.
El dominio que usted tenga, de la comunicación hacia el mundo externo, determinará su grado de éxito con los demás.
Pero, lo que es más importante, el grado de éxito que usted perciba interiormente es el resultado directo de cómo se comunica usted consigo mismo.
Lo que uno percibe no es el resultado de lo que le ocurre en la vida, sino de la interpretación que da a lo que le ocurre.
La calidad de vida no está determinada por lo que nos ocurre, sino por lo que hacemos ante lo que nos ocurre.
Usted es la única persona que puede decidir cómo quiere sentir y actuar, en función de cómo haya elegido percibir su existencia.
Nada tiene sentido, excepto el que nosotros mismos le demos.
Uno no «cae» en una depresión sino que la crea, lo mismo que cualquier otro «resultado» de la vida.
El que se siente deprimido está contemplando su vida de una manera particular, y se dice ciertas cosas a sí mismo con una cierta entonación precisa, y adopta una postura específica y un ritmo de respiración típico.

Cuando uno quiere sentirse deprimido, suele ser útil dejar caer los hombros y mirar con frecuencia al suelo; hablar con un tono de voz tristón e imaginar que le ocurren a uno las peores situaciones también contribuye mucho. 

Se necesita un esfuerzo para crear una depresión. 

Sin embargo, algunas personas han creado ese estado tan a menudo que les resulta sumamente fácil producirlo y adoptar dicho estilo de comunicación como su modo de vida natural y acaban por encontrarlo cómodo al identificarse con ese estado.
El proceso de modelado es el camino de la excelencia.
Significa que si veo que alguien en el mundo consigue un resultado que yo deseo, yo también puedo producir lo mismo si estoy dispuesto a pagar el precio correspondiente en tiempo y esfuerzo.
Si lo que quiere obtener es el éxito, debe encontrar la manera de modelar su conducta sobre la de los triunfadores conocidos, averiguar lo que hicieron, cómo utilizaron su cerebro y su cuerpo para alcanzar los resultados que uno desea; lo que hace falta son modelos de excelencia.
Para modelar la excelencia es preciso convertirse en un detective, un investigador, en alguien que plantea preguntas interminables y que persigue todas las claves de aquello que produce la excelencia.
Nuestra conducta es el resultado del estado en que nos encontramos. Siempre procuramos hacer lo mejor con los recursos de que disponemos, pero a veces somos nosotros mismos los que nos hallamos carentes de recursos.

El tipo de comportamiento que las personas producen es consecuencia del estado en que se hallan; lo que hagan concretamente partiendo de dicho estado depende de sus modelos del mundo.
La mayoría de las personas hacen muy poco para dirigir conscientemente sus estados.
 Se levantan deprimidos o con buen pie; una buena mañana los anima, o una mala los hunde.
Lo que distingue a la gente es la eficacia con que invocan sus recursos.

El estado de uno  contiene un poder impresionante y uno puede controlarlo.
No es forzoso vivir entregado al azar de los acontecimientos.
Anthony Robbins

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