sábado, 17 de marzo de 2012

El lenguaje transforma nuestra percepción del mundo

http://pijamasurf.com/2009/06/el-lenguaje-determina-la-percepcion-del-mundo/ 

O ¿por qué las personas que hablan ruso ven más azules que los que hablan inglés? Comprueban científicamente la frase: “Los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo”
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“Los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo”, escribía en 1921 Ludwig Wittgenstein,en un tratado en el que intentó definir la lógica fundamental del pensamiento humano. Y al parecer el soberbio filósofo austriaco tenía razón. Una serie de estudios encabezados por la guapa investigadora de ciencias neurocognitivas de Stanford y MIT, Lera Boroditsky, parecen confirmar científicamente esta intuición profunda de la historia del pensamiento humano. Nombrar, como su etimología lo sugiere, es necesario para conocer, el nomos de nuestro ADN adánida. Las palabras son ojos.
De rígida formación científica aunque abocada a campos humanitarios, Lera se llevó una estremecedora sorpresa después de asimilar sus resultados investigando la percepción del tiempo, las formas y los colores en sujetos que habitan diferentes lenguajes.
“Mi intención era mostrar que el lenguaje no afecta la percepción, pero encontré exactamente lo opuesto. Resulta que el lenguaje interviene en níveles básico de percepción, y, sin tener conocimiento o consentimiento, transforma la sustancia misma de cómo vemos el mundo”.
Un ejemplo significativo y hasta poético, en la dimensión del color regente de la imaginación, son los experimentos en la percepción de distintos tonos de azul en personas que hablan diferentes idiomas.
“En ruso no existe una sola palabra que cubra todos los colores que las personas que hablan inglés llaman “azul”. El ruso hace una distinción obligada entre el azul claro (goluboy) y el azul oscuro (siniy). Ahora bien ¿significa esto que las personas que hablan ruso notan una mayor diferencia entre azules goluboy y azules siniy? Al parecer sí, esto es lo que nos dice nuestra data. Las personas que hablan ruso son más rápidas en distinguir dos tonos de azules diferentes que las personas que hablan inglés”. (Ver estudio: Effects of language on color discriminability).
Un estudio similar fue realizado entre personas que hablan griego y personas que hablan inglés, en griego existen las palabras ghalazio y never ble (para el azul cielo y para el azul oscuro). Los resultados que obtuvieron muestran que los helénicos procesan el azul claro y el azul oscuro 100 millisegundos antes que los angloparlantes. (Ver estudio).
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La búsqueda de la joven de asendencia bielorrusa por corroborar los efectos del lenguaje en la percepción la llevó a Pormpuraaw, un pequeño poblado aborigen en el norte de Australia. Los locales Kuuk Thaayorre no utilizan palabras como “izquierda” o “derecha” o “atrás” y “adelante”, como se usan en inglés. Para todas su referencias espaciales usan términos de direcciones cardinales, hasta el punto de decir: “tienes una hormiga en el noreste de tu pierna” (algo peligroso) o “mueve la tasa al suroeste un poco” (habría que estudiar también los efectos de los diminutivos latinoamericanos en la percepción del mundo).
Una consecuencia de hablar una lengua así es que uno se tiene que mantener orientado en todos momentos para poder tener relaciones sociales primarias. De otra forma la pregunta “¿A dónde vas?” puede ser fatal, como parte de una confusión existencialista absurda.(La respuesta para los Kuuk Thaayorre sería algo como “Al sursureste en la distancia media”). “Si no sabes hacia que dirección estás viendo, no puedes superar el ‘Hola’”, escribe Lera.
“Visto de una forma sencilla, las personas que hablan lenguas como la de los Kuuk Thaayorre son mucho mejores que las personas que hablan inglés en mantenerse orientados y en mantener noción de dónde están, incluso en paisajes desconocidos o dentro de edificios desconocidos. Lo que les permite -en realidad obliga- a hacer esto, es su lengua. Tener su atención entrenada de esta forma los equipa para realizar hazañas de navegación que alguna vez parecían imposibles para un ser humano”.
Y aunque esto pueda ser considerado un aspecto primitivo en nuestra relación con la realidad o el mundo, si esto ocurre con las representaciones espaciales, esto significa que probablemente otro tipo de percepciones se ven afectadas por el lenguaje, como el tiempo, los números, la música, la moral, la socialización y muchas más.
“Hasta los aspectos más básicos de la percepción del tiempo pueden ser afectados por el lenguaje. Por ejemplo: las personas que hablan inglés prefieren referirse a la duración en términos de longitud “esa fue una larga plática” “esa reunión fue muy corta”( e.g., “That was a short talk,” “The meeting didn’t take long”) mientras en español y en griego se suele preferir referirse a la duración en términos de cantidad o tamaño, usando términos como “mucho” o “poco” o “grande”. Nuestra investigación muestra que habilidades cognitivas, como estimar la duración de algo, difieren, y pueden predecirse, en formas consistentes con los patrones de metáforas de cada lenguaje. Cuándo se les pide estimar la duración, las personas que hablan inglés tienden a confundirse por la información referente a la distancia, estimando que una línea de mayor longitud permanece más tiempo en la pantalla donde se realiza una prueba. Mientras las personas que hablan griego tienen mayor tendencia a confundirles por información referente a la cantidad, estimando que un contenedor que está “más lleno” permanece más tiempo en una pantalla
“Una pregunta importante es: ¿Son estas diferencias causadas por el lenguaje per se o por algún otro aspecto de la cultura?
“Una forma de responder esta pregunta es enseñando nuevas formas de hablar a las personas y observar si esto influye en la forma en la que piensan. Se le enseñó a personas que hablan inglés diferentes formas de hablar sobre el tiempo: se les enseñó metáforas de tamaño (como en griego) para describir la duración (por ejemplo: una película es más grande que un estornudo) o metáforas verticales (como en mandarín) para describir el orden de las cosas. Una vez que los angloparlantes aprendieron a hablar del tiempo de estas formas, sus resultados en pruebas cognitivas se empezaron a asemejar a los de las personas que hablan griego o mandarín. Esto sugiere que los patrones de un idioma o una lengua tienen un papel causal en la construcción de nuestra forma de pensar. Aprender a hablar un nuevo idioma, es también aprender una nueva forma de pensar”.
Otro ejemplo notable tiene que ver con el género gramatical de diferentes idiomas:
“En un estudio le pedimos a personas que hablan alemán y a personas que hablan español que describieran objetosque tienen géneros opuestos en los dos idiomas. Las descripciones que dieron difirieron en una forma predecible por su género gramatical. Por ejemplo, cuando se les pidio describir la palabra “llave”, una palabra que en alemán es masculina y en español femenina, las personas que hablaban alemán usaron en mayor medida palabras como “dura” “pesada” “metálica”, “férrea” y “útil”, mientras los que hablaban español dijeron en muchos casos palabras como “dorada” “pequeña” “preciosa” “intrincada” “brillante” y “pequeña”".
Algo similar pero en el sentido opuesto ocurrió con la palabra “puente”, que es masculina en español y femenina en alemán. El género gramatical transforma la forma en la que vemos los objetos, los femeniza o masculiniza y hace que les asociemos cualidades, casi de una forma mágica.
Un ejemplo, un poco obvio, tiene que ver con cómo los artistas representan al tiempo o a la muerte. Según Lera Boroditsky en un 85% de las veces un artista representa a la muerte según su género gramatical: los rusos pintan a la muerte como una mujer; los alemanes, como un hombre. ¿Podría haber surgido en México un culto, casi un cariño, a la “Santa” muerte, si esta no fuera una palabra de género femenino? Y por otra parte ¿qué relación tiene la transformación a través la historia de ciertas deidades cambiando de sexo femenino a masculino, o viceversa, con estas cualidades adquiridas a partir del género gramatical? Algo de lo cual Robert Graves en “La Diosa Blanca” nos ha dejado pistas. Posiblemente las castas sacerdotales tuvieron algún tipo de conciencia de que un dios era más útil para transmitir ciertos conceptos, ciertos castigos, ciertas leyes, que una diosa, por ejemplo, y así también en relación con la idiosincracia particular de un pueblo que se quisiera convertir o conquistar.
“Otros estudios han hallado efectos del lenguaje en cómo las personas se construyen mentalmente eventos, razonan sobre la causalidad, llevan cuentas numéricas, entienden la sustancia material, perciben y experimentan emociones, razonan sobre la mente de las demás personas, deciden tomar riesgos e incluso como escogen sus parejas o sus profesiones”.
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El autor de este artículo ha sufrido una prueba de los efectos del lenguaje en la percepción de la realidad: al encontrar una intuición personal claramente verbalizada y explicada por la neuroantropóloga de origen bielorruso Lera Borodistky (o Boro di cielo), la ha beatificado, reproduciéndola en su pantalla mental con una mayor beldad de la que su pequeño thumbnail en blanco y negro podría, objetivamente, provocar. Su inteligencia transmitida a partir de su lenguaje científico ha transformado su rostro como una aura metafísica. Pero doble dirección transformativa: a partir de su belleza aumentada por el cristal magnificante de mi percepción influida, su lenguaje ha sido aprehendido con mayor claridad, anidando en zonas arborescentes de diamantes sinápticos, disparando interconexiones de fuego neuroazul y derramando lagos de serotonina sinergética: sílex de letras que se autoliban lisérgicas.

“if the world is code, then it can be internal linkhacked..
or
That the real secret of magic is that the world is made of words, and that if you know the words that the world is made of you can make of it whatever you wish. (Terence Mckenna)

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