Dolors Reig (dreig) | Thursday, March 29th, 2012 | 6 Comentarios / Referencias »
Pues sí, aunque nos siga cayendo la que conocemos, hay estudios que muestran cómo el hecho de dar, de ser altruistas, mejora nuestra salud mental, los lazos comunitarios, la salud en general y además es contagioso.
Coincide de nuevo la “generosidad radical”, el “Sharismo” que practicamos en la web 2.0 con las enseñanzas tradicionales (ya sabéis que nos gusta aquí esto del pensamiento cíclico), así que cabe recordar la primera de las 10 perfecciones que enseñaba Buda: si conociésemos el poder de la generosidad, no dejaríamos pasar ni una simple comida sin compartirla, sin entregarla sin pedir nada a cambio.
Dar es reconocer nuestra conexión, nuestra interdependencia, es la práctica activa de dejar fluir las cosas, que es donde reside la práctica activa de la libertad, que es como nos libramos del sufrimiento, nos dirían teóricos como Baraz.
Pues bien, parece que la evidencia científica, de nuevo, confirma el sentido común de los optimistas y publican en Ode cómo Moll y un equipo de investigadores del instituto nacional de la salud lo ponían a prueba. El experimento consistía en entregar dinero y causas a las que aportarlo y pronto dejó registrar cómo el mero pensamiento altruista, sobre dar dinero a caridad, activa la euforia más relacionada con la dopamina en el sistema mesolímbico, tradicionalmente asociado a los placeres de la comida o el sexo.
Existe, curiosamente, una predisposición genética a la entrega y el altruismo, de forma que estudios comparativos de DNA muestran cómo aquellos que poseen ciertas variantes de un gen llamado “AVPR1a” donan alrededor del 50% más de dinero. Parece que el gen fomenta la producción de un receptor que posibilita la acción de la arginina, una hormona que actúa en las neuronas para favorecer el lazo social.
Hablo en Socionomía del juego del ultimatum, del sentido de la reciprocidad o justicia universal que también parece sernos innato y nos convierte en mucho más generosos de lo que nos suponemos. Pero de lo que hablamos ahora es de que puede que existan circuitos dopaminéricos y serotoninérgicos específicos para la generosidad y la entrega. Lo escribe Stephen Post, coautor de “Why Good Things Happen to Good People: How to Live a Longer, Healthier, Happier Life by the Simple Act of Giving”, destacando que hablamos de entrega incondicional y no dependiente de lo que en cualquier momento futuro vayamos a recibir a cambio.
Así que estamos neurológicamente programados y bioquímicamente premiados para dar. Y probablemente el tema tenga que ver con la cooperación entendida junto con la selección natural como fuerza evolutiva, como pensaríamos muchos/as. El fortalecimiento de los lazos sociales que supone la economía del regalo sería un rasgo que compartimos con otros primates superiores y experimentos con bonobos han demostrado que cuando tienen oportunidad, comparten la comida.
Dar nos cura
Hans Selye también lo decía: podemos rebajar nuestros niveles de estrés ayudando a los demás. Y su idea, que partía de investigación en ratones la confirmaba en 1983 Scherwiqz, que encontraba cómo la incidencia de ataques cardíacos y otras dolencias relativas al estrés estaba correlacionada con el nivel de preocupaciones. Dar podía ser de nuevo un revulsivo para corazones más sanos. De hecho, el mero hecho de pensar en dar tiene un impacto positivo en la reducción del estrés.
En este caso recordamos a David McClelland, que en 1988 comprobaba cómo los estudiantes que veían una película sobre la madre Teresa de Calcuta experimentaban una elevación de sus sistemas inmunitarios. En 2007 desde la Universidad de Michigan Stephanie Brown estudiaba 423 parejas de gente mayor y encontraba que los que se ofrecían soporte mutuo tendían a ser más longevos, mostraban mayores tasas de supervivencia a los cinco años.
Conectarnos, enseñar a regalar para cambiar el mundo
Tiene todo el sentido del mundo favorecer este tipo de comportamiento altruista en educación, que llega a cambiar incluso los comportamientos antisociales de ciertos colectivos. Como siempre decimos, si cambiamos a las personas lograremos cambiar las cosas.
En un sentido macro, Genevieve Vaughan considera que debemos cambiar hacia paradigmas del regalo. En libros como Homo Donans y For-Giving: A Feminist Criticism of Exchange propone un cambio desde el sistema de intercambio que basa el capitalismo hacia una economía del regalo. El intercambio está centrado en el ego, la competición y la obtención de provecho de los regalos de otros mientras que el regalo parte de lo maternal (de la entrega sin condiciones), está orientado a otros, no es jerárquico y no es competitivo.
Todo ello me ha recordado la sorpresa que veo en las caras de la gente más mayor en mis charlas: ¿Compartimos sin pedir nada a cambio? ¿Regalamos sin concesiones lo que escribimos? ¿Pero eso no cambia el mundo? Mi respuesta es evidentemente positiva. En la web, cuando su arquitectura colectiva resuelve de forma fácil el problema de la coincidencia de necesidades, practicamos y aprendemos actitudes y valores que nos cambian. El freeware, las licencias creative commons o fenómenos como “nolotiro” o el propio “crowdfunding” son responsables de que seamos, como individuos y comunidad, cada vez más capaces de volver a las ancestrales economías del regalo.
Lo veíamos en la investigación de Tomasello, con los niños de dos años mostrando unos comportamientos altruistas puros que después desaparecerían ante extraños. Vaughan diría que en la cultura occidental hemos educado a los niños en eliminar la tendencia natural, que se nos infunde desde la propia maternidad, a regalar. Todo ello en mayor medida en los niños de sexo masculino, a los que debemos compensarles en mayor medida si queremos volver a las economías del regalo directo.
Consultad si tenéis un ratito el sitio 29gifts.org, en el que 11.000 personas de 48 países comparten rituales de regalo y donaciones a caridad que en muchos casos reportan que les han ayudado a superar distintas enfermedades y situaciones vitales difíciles.
Los nuevos lectores, navegad los enlaces en el post (dejo al finalizar una selección). No os defraudarán…
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