El país fue catalogado como
“Start Up Nation” por los autores Dan Senor y Saul Singer en el libro
del mismo nombre. Sin embargo, en un artículo de The Economist
se plantea que aun en la tierra prometida de los emprendedores –después
del Silicon Valley– no resulta tan sencillo convertir empresas jóvenes
en maduras, un problema bastante conocido y extendido en nuestra región.
Aquí, una reseña comentada sobre la nota y una reflexión en la próxima
edición de Dinámica Emprendedora de Hugo Kantis y Juan Federico,
integrantes del Prodem, quienes a fines de 2011 visitaron Israel y
estudiaron su ecosistema.
“Un país pequeño con sueños grandes” es
como The Economist define a Israel. Con un entorno natural más limitante
que facilitador de recursos, la innovación está a la orden del día en
diversas áreas como los agronegocios o el desarrollo de infraestructura
energética. Además, el impulso gubernamental a la industria bélica dio
lugar a numerosos spin off tecnológicos, especialmente en
telecomunicaciones. Con un gobierno activo en el desarrollo de políticas
para la innovación y el emprendimiento, Israel se ha posicionado como
uno de los sistemas de desarrollo emprendedor más promisorios del mundo (puede verse al respecto esta nota en la que destacábamos su performance).
Sin embargo, el artículo destaca que
todavía no ha surgido una gran empresa como Google, Intel o HP, y en
contraposición, se observa la compra temprana de jóvenes empresas
tecnológicas por parte de capitales extranjeros, en particular
norteamericanos. Esta tendencia va en línea con lo que desde el Prodem
venimos observando en la Argentina y otros países de la región: la extranjerización temprana de las empresas gacelas.
Aun en un contexto donde existen
instituciones de apoyo a empresas jóvenes y hay un gobierno activo en
políticas, el acceso al financiamiento para dar un salto de
crecimiento todavía es complejo. La existencia de competencia entre
firmas es un aspecto clave –porque hay muchas empresas con potencial
innovador luchando por financiamiento–, pero también ocurre que la
oferta de capital de riesgo es insuficiente. Los fondos locales son
menos arriesgados en sus inversiones, y han perdido participación en los
últimos años en la industria del venture capital: bajaron
su presencia del 40% al 25% respecto del total de fondos destinados a
inversiones de riesgo, según datos de la Israel Venture Capital Research
Centre (IVCRC).
Varios interrogantes que son válidos
para Israel parecen también serlo para los países latinoamericanos:
¿Cómo desarrollar una industria de capital de riesgo que esté al nivel
de las necesidades de los jóvenes emprendimientos innovadores? ¿Qué
papel pueden jugar las instituciones y el gobierno local en estimular el
crecimiento evitando la extranjerización temprana? Sabiendo que estos
fondos son insuficientes para la demanda total de emprendimientos
innovadores, ¿qué instrumentos de financiamiento alternativos pueden
satisfacer la demanda de emprendimientos con potencial, aunque estos no
necesariamente alcancen los requisitos que demandan los fondos de
capital de riesgo? El caso israelí pone de manifiesto la dificultad de
replicar las condiciones existentes en el Silicon Valley, así como la
necesidad de pensar en el desarrollo de instrumentos apropiados. Con el
objetivo, por cierto, de fortalecer el desarrollo de esas nacientes
empresas innovadoras, protagonistas clave en la generación de talento
emprendedor.
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