Dice Louise Hay en El poder está dentro de ti: "A veces preferimos morir a cambiar un hábito". No es casual que Valentín Fuster también apunte en La ciencia de la salud: "Lo mejor para dejar de fumar es tener un infarto".
Sí, suena fuerte, pero casi
siempre los cambios auténticos y verdaderos son producto de las crisis,
de situaciones de catharsis. Habitualmente el ser humano sólo cambia
cuando todo tiembla alrededor, cuando no le queda más remedio. Un
proverbio chino lo expresa bien: "Cuanto más grande es el caos, más
cerca está la solución" o "encuentra tu liberación a través de los
trastornos".
Es muy difícil cambiar por iniciativa propia. Antes o después, la gente acaba desistiendo cuando tiene que remplazar unos hábitos por otros. La pregunta es: ¿Por qué nos cuesta tanto cambiar?
Es muy difícil cambiar por iniciativa propia. Antes o después, la gente acaba desistiendo cuando tiene que remplazar unos hábitos por otros. La pregunta es: ¿Por qué nos cuesta tanto cambiar?
Porque cambiar hábitos implica
luchar contra uno mismo. En nuestra vida diaria, el 90% del tiempo
funcionamos con el Inconsciente, es decir, en piloto automático, de
manera rutinaria, sin pensar. Y para cambiar hábitos implica hacer lo
contrario a lo que hacíamos, a lo que la inercia nos dice desde hace
mucho tiempo. Eso, en periodos cortos de tiempo, lo asumimos, pero a
medida que los plazos son mayores el desánimo empieza a hacer acto de
presencia.
¿Qué hacer entonces? Te daré algunos breves consejos:
1. Evita las experiencias negativas: si te exiges demasiado desde el primer día, fracasarás. Sigue el
principio Poco + Poco = Mucho. Si te marcas metas pequeñas y las
cumples, te sentirás bien contigo mismo y ello te animará a seguir
adelante. Ese poco sin importancia unido a otro poco sin importancia se
convierten un día en mucho. No te precipites. De ahí vienen muchos
problemas. Recuerda que "el amanecer sólo llega después de pasada la
noche". Al querer llegar muy rápido, todo se hace muy grande. No te
puedes comer con un camello de golpe, pero sí mordisco a mordisco.
2. Asume las recaídas y bajones como parte del proceso.
Es lo normal cuando tienes que tirar abajo hábitos fuertemente
enraizados. El proceso de reprogramación no es una línea recta. Siempre
existen momentos de debilidad. A veces hay que dar 5 pasos y retroceder 2
para avanzar 3. Ser consciente de ello hace que resulte más fácil.
3. Búscate un coach.
La labor de un coach es de acompañar en el proceso de cambio. Sirve,
entre otras cosas, para inspirar, animar y "recordarte" ciertas cosas.
Los procesos de cambio en solitarios son muy complicados, como ya vimos
en Motivos para visitar un coach. Todos necesitamos soportes emocionales que nos insuflen energía en momentos difíciles.
Lo importante en cualquier caso es no abandonar, no darse por vencido, y seguir, y seguir, y seguir con el ritual, porque los hábitos se adquieren por repetición y aunque no lo aprecies, todo cambio en una determinada dirección se va filtrando por el inconsciente sin que te des cuenta. Puedes plantar hoy una semilla y mañana la planta no está hecha y derecha, pero el proceso de nacimiento ya está en marcha, aunque no seas capaz de apreciarlo. La tierra por dentro ya está funcionando. Un proverbio árabe reza: "El hábito es al principio ligero como una tela de araña pero bien pronto se convierte en un sólido cable".
Conviene recordar asimismo que contar con hábitos consolidados no significa poseerlos indefinidamente. Hay que cuidarlos y ejercitarlos constantemente; de otro modo, se pierden. Aristóteles precisaba: "No es suficiente haber recibido la educación y control adecuados en la juventud, es preciso que en la madurez se practique lo que se aprendió, y acostumbrarse a ello". Los hábitos hay que trabajarlos a diario, de otro modo se esfuman.
Lo importante en cualquier caso es no abandonar, no darse por vencido, y seguir, y seguir, y seguir con el ritual, porque los hábitos se adquieren por repetición y aunque no lo aprecies, todo cambio en una determinada dirección se va filtrando por el inconsciente sin que te des cuenta. Puedes plantar hoy una semilla y mañana la planta no está hecha y derecha, pero el proceso de nacimiento ya está en marcha, aunque no seas capaz de apreciarlo. La tierra por dentro ya está funcionando. Un proverbio árabe reza: "El hábito es al principio ligero como una tela de araña pero bien pronto se convierte en un sólido cable".
Conviene recordar asimismo que contar con hábitos consolidados no significa poseerlos indefinidamente. Hay que cuidarlos y ejercitarlos constantemente; de otro modo, se pierden. Aristóteles precisaba: "No es suficiente haber recibido la educación y control adecuados en la juventud, es preciso que en la madurez se practique lo que se aprendió, y acostumbrarse a ello". Los hábitos hay que trabajarlos a diario, de otro modo se esfuman.
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