lunes, 28 de mayo de 2012

La diferencia entre lo que somos y lo que podemos ser

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La diferencia entre lo que somos y lo que podemos ser
Los niños cambian de carácter entre los tres y los nueve años. (Corbis)


¿Impulsivo, paciente, tímido, ansioso, optimista o infeliz crónico? Estos son los siete perfiles que suelen clasificar al ser humano, y que derivan de las seis dimensiones cerebrales que todos tenemos y que nos definen. Es una de las principales aportaciones sobre el cerebro humano que Richard J. Davidson ha descubierto tras casi cuarenta años de investigación, un largo proceso que el propio autor resume de manera muy amena en El perfil emocional de tu cerebro (Destino), junto a Sharon Begley.
Dichas dimensiones son la resistencia (capacidad de recobrarse de la adversidad), la actitud (cuánto tiempo podemos mantener la energía positiva), la intuición social (pericia a la hora de captar las señales que los demás emiten), la autoconciencia, la sensibilidad al contexto (regulación de nuestras emociones) y la atención. Según Davidson, dichas dimensiones no son meras concepciones convencionales, sino propiedades del cerebro que todos tenemos y que definen nuestro carácter. Por ejemplo, el impulsivo tendría poca atención y una baja autoconciencia. El ansioso, una recuperación lenta, una actitud negativa, poca atención y una gran conciencia. Y el optimista, una mezcla de recuperación rápida con actitud positiva. En definitiva, todas las categorías que aplicamos a las personas se derivan de la combinación de dichas dimensiones.Las dimensiones cerebrales pueden alterarse a lo largo de la vida
Pero no se trata de unas categorías inamovibles que nos condicionen de por vida. La tesis principal del trabajo de Davidson es que aunque nos encontremos en alguno de los grupos antes nombrados, podemos alterar el mismo a través de diferentes mecanismos, como la meditación. Se trata de una concepción que plantea una gran pregunta. Si podemos alterar nuestra forma de ser cambiando nuestro cerebro, es probable que todos queramos tener las mismas cualidades concebidas como positivas.
¿Qué diferencia el rasgo personal que nos convierte en lo que somos de aquello que podemos mejorar?  “Esa es la gran pregunta”, responde Davidson en una entrevista exclusiva con El Confidencial. “No hay una respuesta simple, pero podría decirse que depende del papel que su carácter juegue en su vida diaria, si es de ayuda o perjudicial. Una cosa es un rasgo y otra cosa lo patológico. Cuando empezamos a pensar que tenemos un problema, es cuando debemos plantearnos que quizá debamos tomar medidas para cambiar”. Davidson añade que es la variedad de perfiles la que permite que el mundo siga funcionando, especialmente en lo que se refiere al entorno laboral. Por ejemplo, una gran intuición social puede ser útil si eres un agente del servicio secreto, pero no especialmente importante en el caso de un programador, que debe tener más atención.
Sin embargo, el psiquiatra defiende que podemos utilizar diversas prácticas para alterar nuestro cerebro: es la llamada neuroplasticidad, que defiende que podemos cambiar la forma en que nuestro cerebro se comporta a partir de un cambio en nuestra actitud y pensamientos. ¿Pero esto funciona con todo el mundo? “Las características de la neuroplasticidad son comunes a todo el mundo, a no ser que exista algún tipo de desorden. La principal diferencia es pasar de guiarnos por los estímulos de nuestro entorno a ser capaces de dirigir nuestra propia vida”.
Al alcance de todos
La posibilidad de cambio es una buena noticia para los que piensan que estamos condicionados únicamente por nuestra biología. La teoría de Davidson abre una puerta ante el fatalismo de algunas visiones, que consideran que nuestro carácter viene predeterminado de antemano y poco podemos hacer con él. “Ya sabemos que eso no es verdad, así que cualquiera que diga eso es simplemente un ignorante. Es una concepción que ha sido destruida por evidencia científica”, señala el profesor de la Universidad de Wisconsin-Madison.Existen condicionantes biológicos, pero gozan de una gran plasticidad
“Es obvio que existen unos determinados condicionantes biológicos que manejan nuestra vida, pero hemos descubierto que gozan de una gran plasticidad. Mientras revisaba la bibliografía disponible al escribir mi libro, me di cuenta de que el mero entrenamiento y la acción del medio ambiente pueden moldear la forma en que respiramos, por ejemplo. Hay muchas oportunidades para mejorar esta plasticidad del cerebro que hace cinco años no conocíamos”.
El moldeamiento de los niños
Una de las investigaciones claves en la carrera de Richard J. Davidson fue la que le llevó a descubrir que los niños cambiaban completamente su comportamiento entre los tres y los nueve años. Aquellos que se habían mostrado miedosos cuando eran pequeños, de repente eran muy extrovertidos, y viceversa: muchos de los que a los tres años hablaban sin parar, a los nueve se habían convertido en criaturas hurañas. La demostración definitiva de que nuestros perfiles no permanecen estables a lo largo del tiempo, sino que cambian incluso en nuestra edad adulta. “Es una cuestión muy importante. La forma de comportarse de los padres con sus hijos determina su futuro. Los que disfrutaban de unas cualidades concretas como ser más cariñosos, más abiertos, conseguían que los cerebros de sus hijos se moldeasen de esa forma”.
“Creo de verdad que la interacción de los padres con sus hijos cambiará dramáticamente sus cerebros”, señala Davidson cuando se le pregunta por los posibles efectos de la crisis en los niños. “Si se sienten ansiosos, los pequeños lo captarán e imitarán su comportamiento, por lo que serán así en el futuro”.
Meditando hacia la felicidad
Ha sido en la meditación donde Davidson ha encontrado la mejor herramienta para este cambio personal, al encontrar una relación directa entre dichas prácticas y el pensamiento positivo. En el año 1992, Davidson le prometió al Dalai Lama que se dedicaría a investigar de qué forma las emociones positivas pueden cambiar la vida humana. Un compromiso que llega hasta nuestros días, en los que el neurocientífico se encuentra en plena investigación acerca de qué manera la meditación puede proporcionar un alto grado de satisfacción en apenas ocho horas. Sin embargo, Davidson tuvo que enfrentarse al rechazo de la comunidad científica tras adoptar este punto de vista, al menos en un primer momento: “Cada vez está siendo más aceptado. Al principio existía una gran resistencia porque no existía un marco conceptual donde pudiese encajar. Y sin embargo, ahora sí que lo tenemos. Tenemos un conjunto de investigaciones que proporcionan una base para aceptar de qué forma funciona la meditación”.La forma de comportarse de los padres con sus hijos determina su futuro
El programa de Davidson es, a diferencia de lo que podría parecer a simple vista, totalmente ajeno a la religión y al budismo tibetano. Más bien, al contrario: la universalidad de su planteamiento le lleva a sustraer precisamente lo específicamente religioso. “Mi propósito es extraer la meditación del contexto en el que nace, eliminar todas sus implicaciones religiosas, y fijarme de qué manera funciona el cerebro humano para que esto pueda ser útil a cualquiera. Lo que quería demostrar era de qué forma este tipo de prácticas y actitudes podían funcionar fuera de un contexto religioso”.
Lo visible y lo invisible
Davidson cuenta una divertida anécdota que le ocurrió mientras estudiaba, en los años setenta. Un buen día, entró en un ascensor donde se encontraba el padre del conductismo Burrhus Frederic Skinner, y por el nerviosismo inducido por su presencia, pulsó el número equivocado. Inmediatamente, Davidson se dio cuenta de su error, y presionó el botón correcto mientras se disculpaba con un “perdón, he cambiado de opinión”. A ello, el reputado psicólogo le contestó que no era verdad: “No has cambiado de opinión, chico, has cambiado de conducta”.
Es una curiosa manera de explicitar la forma en que la psicología ha evolucionado desde los años setenta. Debido a que lo único observable era la conducta, la tradición psicológica defendía que era lo único que podía medirse. Sin embargo, Davidson irrumpió en el panorama de manera fulgurante, proponiendo otra mirada en la que la emoción y los procesos internos del cerebro tienen una importancia mayor que lo meramente externo. Davidson afirma que “afortunadamente, hoy en día, la mayor parte de estudiantes han podido salir de esa tradición y abordar otros puntos de vista”.La meditación proporciona un alto grado de satisfacción en apenas ocho horas
Cuando se le pregunta acerca de cuál es la mejor forma de hacer frente a este tipo de dificultades que le han llevado a cambiar todo un paradigma, responde que “lo que tienen que hacer es permanecer fieles a sus ideas, algo que es francamente complicado cuando todo el mundo te está diciendo que las cosas no son así. Hay que mostrar una alta resistencia, persistir y buscar la evidencia suficiente que avale tus ideas”.

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