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Uno de los desafíos que más preocupa a quienes lideran las organizaciones actuales consiste en evitar perder
a las personas más importantes cuya marcha amenaza el cumplimiento de
los objetivos de la institución y, por ende, su capacidad de competir.
Cada vez que esto ocurre, las empresas se descapitalizan y pierden parte de su valor
mientras aquellas que incorporan a quienes partieron, ven
incrementado inmediatamente su valor. Algunas empresas reconocen perder
hasta un 8% de su conocimiento organizacional cada año, una auténtica
sangría dentro de esta guerra del conocimiento. En un contexto donde la pirámide de la población se invirtió (las personas viven mas años mientras cada vez nacen menos niños), las organizaciones están sufriendo cambios demográficos profundos: la fuerza laboral envejece y generaciones de veteranos se jubilan y al mismo tiempo resulta muy difícil encontrar e incorporar a los jóvenes que los deben sustituir y más aún, lograr que adquieran el conocimiento que necesitan. Creer que para remediarlo basta “comprar” ese conocimiento directamente en el mercado, como quien repone los alimentos de su despensa a medida que se agotan, resulta entre ingenuo y temerario. Dentro de la red de Knoco, a la que pertenecemos, analizábamos semanas atrás el caso de un cliente del sector petrolero que mostraba el impacto económico (millones de dólares) causado por la pérdida de personal especializado en la tarea de perforación de pozos de prospección, lo que había supuesto triplicar el tiempo y el costo de cada perforación. Es de dominio público que la NASA reconoció la pérdida del conocimiento necesario para poner de nuevo al hombre en la luna, conocimiento que fue generado por los miles de ingenieros y científicos que participaron en la construcción del cohete Saturno. Actualmente la NASA cuenta con un programa de "arqueología del conocimiento" para tratar de recuperarlo y prepararse para un aterrizaje tripulado en el futuro. No hace falta imaginar la enorme inversión que supone rescatar un conocimiento que ya se tuvo en el pasado cuando se gastó gran cantidad de dinero y esfuerzo para generarlo. Sin embargo, la verdadera tragedia es otra. El inconveniente no radica en que esos individuos excepcionales abandonen la institución. Ni siquiera consiste en que se llevan consigo conocimiento crítico esencial para alcanzar los resultados esperados, que además entregan a las empresas que los contratan. La fuga de esas personas, generalmente denominadas expertos, resulta dramática simplemente porque la organización nunca diseñó una estrategia para anticiparse y resguardar dichos conocimientos es decir, para que también sean propiedad de la organización y no sólo del individuo. Si así fuera, la pérdida de esos profesionales no supondría ningún quebradero de cabeza para nadie. Tenemos un ejemplo reciente con la retirada de un laureado entrenador de futbol, Josep Guardiola, de una institución reconocidamente exitosa, el FC Barcelona. ¿Qué precauciones ha tomado el club? Para empezar, han designado como sustituto a su ayudante. Tendremos que esperar hasta la próxima temporada para comprobar el impacto que tendrá la marcha de Guardiola en el desempeño y los resultados del equipo. Generalmente, el área responsable de lidiar con este dolor de cabeza es Recursos Humanos que suele enfrentarlo desde una doble perspectiva: retener y atraer talento. La mayoría de responsables de RRHH confiesan las enormes dificultades que tienen para ubicar los recambios adecuados para quienes se van o lo que es lo mismo, encontrar el conocimiento que requiere su empresa. Si hablamos en términos de riesgos, en demasiadas empresas, gran parte de los conocimientos críticos están en las cabezas de unos cuantos individuos clave que son a menudo las personas de mayor edad, y que por tanto están acercándose velozmente a la edad de retiro. Las preguntas entonces no pueden sorprender a nadie:
1. La mejor medida es anticiparse a la fuga de talento y diseñar una estrategia ad hoc. Cómo se dice en términos médicos “mejor prevenir que curar”. Si sabes que nadie permanece eternamente en una empresa, entonces hay que implementar una serie de acciones que deben ocurrir de forma permanente, sistemática y organizada:
Lo lógico es concentrar los esfuerzos en aquellos conocimientos que surjan de cruzar 2 variables: riesgo que corremos si perdemos ese conocimiento contra la facilidad de remplazarlo. La prioridad debiese ser conocimientos de alto riesgo y baja posibilidad de remplazo. Cuanto mayor sea la demanda de un conocimiento, mayor será el riesgo que tengas de perder a tu gente más valiosa. 2. En el caso de no contar con una estrategia para retener conocimiento, ¿qué podemos hacer cuando los expertos se marchan? Aquí la variable clave es sólo una: el TIEMPO. La pregunta es elemental ¿de cuanto tiempo dispones antes de que las personas se vayan? Si tienes poco tiempo (por ejemplo 1 mes), entonces lo mejor que puedes hacer es rezar… Cómo nos confesó un cliente del ámbito energético, de poco sirve pedir a los expertos que traten de dejar por escrito todo lo que saben. Ya sabemos que el conocimiento, al ser inconsciente, elude a su dueño. ¿Cuáles son las situaciones posibles?
¿Qué herramientas podemos emplear para tratar de capturar el conocimiento y transferirlo?
Conclusiones Todas las organizaciones del mundo dependen, para alcanzar sus metas y lograr sus resultados, de las personas que las componen pero sobre todo, del conocimiento que estas tienen para desempeñar adecuadamente sus trabajos. Actualmente, uno de los desafíos que amenaza el cumplimiento de dichos objetivos es precisamente la pérdida de conocimiento crítico para el negocio, que generalmente se conoce como fuga de talento. La fuga de personas es algo consustancial a la vida de toda organización y en realidad no tiene remedio ya que las empresas no son dueñas de las personas. Tarde o temprano, estás terminan abandonando las organizaciones y no hay nada que los directivos puedan hacer para impedírselo. Como vimos en la última columna, en muchos casos es la propia organización la que se desprende de ellas. El problema se agrava cuando se van aquellos que no quieres que se marchen. Pero el dilema verdadero no es tanto retener personas como retener conocimiento. Si la empresa tuviese la garantía de que el conocimiento permanece a buen recaudo, la única perdida serían los lazos emocionales y afectivos establecidos con el “fugitivo”. Hoy por hoy, en la inmensa mayoría de casos cuando se va la persona, el conocimiento se marcha con ella. La única forma de abordarlo consiste en hacer todo lo posible para que las personas no quieran irse y al mismo tiempo, tomar las medidas necesarias para anticiparse a ese escenario diseñando una estrategia para mantener el conocimiento y protegerlo. Hay algo que las empresas ya no pueden dilatar por más tiempo y es modificar el rol de los expertos senior para que una parte no menor de su tiempo la dediquen a participar en procesos de transferencia. El proceso de retención de conocimiento es parte fundamental de la estrategia de gestión del conocimiento de la organización. En la era del conocimiento, el capital humano (el conocimiento que tienen las personas) es la principal ventaja competitiva. Una organización verdaderamente inteligente no sufre cuando sus integrantes se van. |
jueves, 3 de mayo de 2012
La mejor estrategia para retener talento es la clonación
http://www.catenaria.cl/km/newsletter/newsletter_73.htm
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