Cada vez escucho más comentarios sobre la incertidumbre laboral y la angustia que supone para muchos. El comentario más común que he escuchado a mi alrededor últimamente es: "Prefiero pensar en el hoy y no pensar en el futuro, me angustio menos", "¿Quién me iba decir en enero que en mi empresa iban hacer un ERE y que debo plantearme un futuro precipitado para el que todavía no estaba preparado?" o "Me he dado cuenta que hoy sabes lo que hay pero no más adelante". Y yo me pregunto: ¿cuál es el salvavidas para estos momentos, a parte del rescate bancario? Más allá de intentar no perder la ilusión o de buscar nuevas formas de enfrentarse a la realidad, existe un término que nos podría ayudar y es la motivación. Es decir, ser capaces de motivarnos con todo lo que hagamos.
He conocido a muchas personas que han intentado motivar a su equipo para reflejarla luego en ellos mismos. Hace falta rodearnos en el terreno laboral de personas entusiastas y que tracen un camino imaginario y realista para que nos ilusione en el día a día con el único fin de sacar lo mejor de uno mismo y de los demás.La constancia es un factor importante para superar las adversidades
Todos tenemos una motivación que nos impulsa cada día, pero si damos una vuelta más a esta cuestión nos preguntaremos: ¿se puede fortalecer la propia motivación? Veronika Brandstätter, psicóloga de la motivación de la Universidad de Zúrich, opina que sí: "Trazar objetivos realistas, planear mentalmente el camino para alcanzarlos y concebir los fracasos como retos es la solución".
Sigamos con la entrevista con la experta:
Cada persona tiene unos objetivos, pero la motivación para conseguirlos es diferente para cada cual. ¿Cómo se explica?
Aquí actúan en su conjunto la educación, el ambiente y la personalidad. La norma general indica que se debe tener constancia y seguir siempre esforzándose, incluso cuando se presentan adversidades. Ya desde pequeños, cuando empezamos a caminar, aprendemos a levantarnos cada vez que nos caemos.
Un consejo adecuado, ¿no le parece?
Naturalmente es bueno tener un objetivo vinculante, el llamado "compromiso". Una vez trazados los planes, ello ayuda a no abandonarlos de forma prematura. Por esta razón podemos trazarnos objetivos a largo plazo y trabajar sin interrupción para conseguirlos.
Los objetivos orientan y dan sentido.
Pero nos diferenciamos unos de otros en la manera de intentar conseguirlos: algunas personas van perfilando sus proyectos durante mucho tiempo, otras lo hacen sin darle grandes vueltas. Asimismo, ante las contrariedades, existen grandes diferencias de unas personas a otras.
¿Supone un problema la falta de perseverancia?
Sí. Tanto los directivos de empresas como los maestros o los padres se quejan con frecuencia de la fata de motivación de sus protegidos. Por suerte, esta situación puede prevenirse. Se trata de plantearse mentalmente la forma de llevar a cabo las actuaciones encaminadas a conseguir un objetivo; desglosar el objetivo principal en pequeñas y realistas metas, y no dejarse amilanar ante los fracasos.Sólo quien evite las emociones negativas podrá aspirar a grandes objetivos
¿No nos empecinamos, a veces durante demasiado tiempo, en un objetivo profesional o privado?
La constancia es un factor importante para el éxito. Al mismo tiempo, nos capacita para evitar esfuerzos innecesarios renunciando a objetivos no realistas. Quien se empecina demasiado tiempo en conseguir lo inalcanzable tiene dos inconvenientes: por un lado, sufre el malestar general propio que ello supone y que puede llegar a provocar un trastorno psicosomático. Por otro, va desapareciendo la atención que se presta al problemático objetivo. Ello dificulta la posibilidad de orientarse de nuevo y la búsqueda de alternativas.
¿Cuáles son, en su opinión, las aportaciones más importantes en el estudio de la motivación?
Primero, que existen dos sistemas independientes de motivación: uno consciente, explícito, y otro inconsciente, implícito. Si son demasiado divergentes pueden originarse tensiones psíquicas. En segundo lugar, que la motivación tiene mucho que ver con la regulación de los sentimientos. Sólo quien mantenga a raya las emociones negativas, como el nerviosismo, la preocupación o el pesimismo, está en condiciones de aspirar a los grandes objetivos. Tercero, que las personas deben aprender a trazarse objetivos y, dado el caso, también a abandonarlos. El abandono a tiempo es importante no sólo en la vejez, cuando van viéndose cerradas muchas "ventanas de oportunidades".
¿Es un buen momento para trazar nuestros objetivos?
fuente: el confidencial
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