jueves, 2 de agosto de 2012

Hazte emprendedor o ...

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No seré yo el que desvalorice la importancia de que un país apueste por el emprendimiento como fuente de riqueza económica y social.
Pero, por si las dudas, lo diré claro y bien alto: España necesita tener más y mejoresemprendedores.
He escrito mucho sobre emprender, y lo seguiré haciendo. Me gusta la opción como actitud ante la vida. Es algo positivo y deseable, así que estaré apoyando siempre la idea de “emprender” entendida en su sentido más amplio, o sea, como una forma de potenciar la iniciativa personal y la capacidad proactiva para la resolución de problemas. Pero si me restringen el término a la creación de empresas o a la búsqueda de autoempleo, entonces tendré que matizar.
Esa idea reduccionista del término se está instrumentalizando para convertir el emprendimiento en el nuevo Pensamiento Único, o la solución milagrosa de todos nuestros males. El otro día Alfonso (@Yoriento) escribía esto en un tuit:
Mucho discurso pro#emprendedores que busca responsabilizar a los trabajadores de todos los males. Más motivar, y menos culpabilizar”.
El subrayado es mío, porque me interesa insistir (como Alfonso) que el fomento de emprendedores debe basarse en una política de estímulos, en un discurso positivo que ponga en valor las ventajas genuinas; y no en despreciar las opciones alternativas o en empujar al autoempleo y la creación de empresas a base de amenazas y diagnósticos simplistas.
Y eso es lo que está ocurriendo. Que el gobierno sea arrogante al aleccionar sobre qué tenemos que hacer para salir de la crisis no sorprende a nadie. Que estos políticos acomodados tele-prediquen sobre la urgencia de emprender a toda costa… entra dentro del cinismo perverso al que nos tienen acostumbrados. Pero se trata de una moda a la que se ha apuntado también mucha gente en la blogosfera, y todos los días leo tuits que nos regalan lecciones totalitarias sobre lo obsoleto y acomodado que es ser funcionario o trabajador por cuenta ajena, y lo estupendo-de-la-muerte que es ser emprendedor.
Por ejemplo, la dicotomía “Emprendedor vs. Funcionario” tiene muchos adeptos, pero es simplista y generalizadora. En nombre de ese par se están usando muchos calificativos injustos. Hay también un montón de ideología detrás. Y si todavía lo dudas, aquí tienes un ejemplo de Pensamiento Único. El otro día decía otro tuitero, de esos que aleccionan por las redes (prefiero no decir el nombre, para no personalizar):
Si todos fuéramos emprendedores, no tendríamos problema con que se abarate el despido, porque a mí, que soy emprendedor, ya no me despiden”.
En fin, nos receta el sálvese-quien-pueda, y se queda tan pancho. Pero yo le voy a argumentar con una obviedad que a él se le ha escapado: no todos podemos, ni debemos, ni queremos hacernos emprendedores/empresarios, o sea, crear nuestras propias empresas o confiar todo al autoempleo. Eso no es posible, ni deseable.
Para  ser emprendedor del tipo que crea empresas hay que tener ciertas aCtitudes y aPtitudes que mucha gente no tiene, y probablemente no las va a tener. Eso de que “cualquiera puede ser emprendedor/empresario” que se lo cuenten a otro, y sé bien de lo que hablo.
Por ejemplo, una capacidad que no puede faltar en un emprendedor es “saber vender”. Si no sabes vender, estás perdido/a. De hecho, creo que mucha gente trabaja por cuenta ajena porque no sabe, ni quiere, ni puede vender.
La percepción del riesgo es una dificultad añadida. A unos les genera más estrés que a otros eso de tener que facturar para llenar neverasCada cual tiene un determinado umbral de resistencia para esto. El emprendedor que crea empresas tiene, habitualmente, una percepción del riesgo algo más relajada que la media.
Vale, es totalmente cierto que la crisis y los despidos están haciendo que la percepción del riesgo en los trabajos remunerados (incluso en los contratos indefinidos) haya aumentado… pero es un riesgo distinto, te afecta solo a ti o a mí, no implica a nominas, proveedores, y otras responsabilidades que descargan como una losa sobre la chepa de un emprendedor que gestiona empresas.
En definitiva, yo lo que digo es que hay muchas formas de cambiar humildemente el mundo sin tener que pasar por el notario para crear una empresa o inscribirse como Autónomo. Hay micro-intervenciones, de gran sentido humano, que no se reflejan en la cuenta de resultados, ni se contabilizan en los indicadores de empleo.
Estoy un poco harto de tanto palique absurdo en torno a lo bueno que es ser emprendedores, y lo nocivo que es (socialmente hablando) ser funcionario/as. Ni los primeros son el modelo único de perfección, ni los segundos unos parásitos, como más de un insolente se ha atrevido a afirmar en las redes sociales.
De hecho, alguno por ahí ha propuesto “pedir carnet de entrada” a una hipotética manifestación que reúna a los únicos que parecen tener derecho a manifestarse, porque según su premisa arrogantemente falsa, los que salen a la calle a quejarse y a manifestarse no tienen nada más productivo que hacer.
Mientras tanto, yo sigo defendiendo esta idea: los modelos sostenibles apuestan por la diversidad, por una inteligente combinación de roles y modos de contribución, para que sean inclusivos y den cabida a distintos perfiles y sensibilidades. Así que está bien que además de tener más y mejores emprendedores, dignifiquemos las figuras del funcionario y del trabajador por cuenta ajena. No es un juego de suma cero. Todo suma, nada resta si se cuidan las proporciones.

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