En las últimas semanas hemos hablado de inquietud, enfoque, motivación, esfuerzo, de salir de la zona de confort, etc. Todos son factores importantes para el éxito, pero por mucho que tengamos los ingredientes, sino nos ponemos a cocinar no tendremos ningún plato.
Cada idea es una nueva oportunidad de salir de tu zona de confort
Foto Por rick vía Flickr
¿De qué te sirve ser la persona con más ideas del mundo si no pones ni una sola a funcionar? Salvo que te dediques a vender esas ideas (lo que ya de por sí implicaría una acción), o a regalarlas, estas morirán y se convertirán en oportunidades de éxito desperdiciadas.
Tampoco es cuestión de llevar a cabo todo aquello que se te pase por la cabeza. Todas las ideas deberían pasar por un proceso de valoración y maduración. Porque a primera vista muchas ideas nos pueden parecer geniales, pero tras dejarlas un tiempo de reposo ya no lo son tanto.
Lo importante es no dejarlas en una especie de barbecho infinito, como si estuvieran a la espera de un momento de inspiración en el que como por arte de magia pasemos a la acción…
Las barreras de entrada y salida
La teoría es muy simple: tengo una idea, la plasmo en un mapa mental y a priori es viable, por lo que decido ponerla en práctica. Para no invertir demasiado tiempo y esfuerzo aplico la metodología lean, me centro en lo esencial y por el camino voy solucionando los problemas que vayan surgiendo…
Pero en realidad poner algo en práctica es mucho más complejo de lo que puede parecer, por la cantidad de barreras que supone pasar a la acción, sobre todo de tipo mental. Y es que como dice el refrán “del dicho al hecho va un trecho”, solo que a veces el trecho se hace inalcanzable.
5 motivos por los que solemos abandonar antes de llevar a cabo una idea
- En primer lugar, porque es posible que la idea se aleje del campo en el que habitualmente te mueves, por lo que desconoces qué habilidades necesitarás adquirir para desarrollar tu idea.
- En segundo lugar porque piensas que quizás haya alguien en otra parte del mundo trabajando en lo misma idea que tú y además das por sentado que esa persona tendrá éxito y tu no.
- En tercer lugar porque habitualmente nos sentimos incapacitados para conseguir los objetivos que nos marcamos y eso hace que bajemos mucho nuestro listón, muy por debajo de lo que podríamos hacer en condiciones normales.
- En cuarto lugar porque cerca de ti siempre habrá alguien que te dirá que esa idea no va a conducirte al éxito y que estará esperando tu fracaso para recordarte sus ‘sabios consejos’. Y en este rango nos podemos encontrar desde personas con Efecto Pigmalión negativo, hasta vampiros emocionales.
- En quinto lugar porque desarrollar una idea conlleva un alto grado de riesgo e incertidumbre. Si todos supiéramos que vamos a tener éxito, correríamos a trabajar en esa idea. Pero no lo sabemos y cuanto más lejos tengamos que abandonar nuestra zona de confort, más incertidumbre habrá.
Y por si las anteriores no fueran suficientes tenemos también las barreras de salidaque nos planteamos antes de iniciar cualquier proyecto. ¿Qué pasará si fracaso? ¿Qué perderé por el camino? ¿Podré volver a mi vida anterior?
Todas estas barreras son de tipo mental y se podrían ir deconstruyendo una a una, pero todas tienen un denominador común: el miedo. Miedo a que los obstáculos resulten insalvables y no nos permitan alcanzar nuestra meta.
La razón de seguir adelante
Seguro que has vivido en primera persona alguna de las 5 razones para abandonar que acabas de leer y puede que alguna de ellas haya dado al traste con tus ilusiones.
Las buenas noticias es que hay una razón que las anula a todas y por las que vale la pena continuar hacia adelante con tu idea. La razón es que personas con tus mismos miedos diariamente deciden llevar a cabo sus ideas y han alcanzado el éxito.
¿En qué se diferencian entonces las personas que tienen éxito de las que no?
Las personas que tienen éxito son aquellas capaces de sobreponerse a estas barreras, aceptar el desafío que representa una idea y salir de su zona de confort para al menos intentar llevarla a cabo. Además asumen el fracaso como parte natural del proceso de aprendizaje, tomándolo como una posibilidad de mejora y no como una derrota.
Aceptan el riesgo como opción de vida y ponen todo su enfoque para conseguir su objetivo. Y lo hacen a base de esfuerzo y dedicación.
Quizás sea el momento de pasar a la acción… ¿aceptas el desafío?
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