COMPETIR CON LA MENTE
La mente es la casa de las creencias que promueven los pensamientos que conducen a las acciones que emprendemos.
La mente es lo que desarrolla y dirige la estrategia.
La mente provee una imagen e instruye al cuerpo en los movimientos necesarios para actuar.
La mente es el observador que hace las decisiones acerca de la clase de autodiálogo que utilizamos cuando actuamos.
La mente controla nuestra fisiología.
La mente se hace cargo del control emocional.
La mente es la locomotora que conduce al tren!
Roberto Matosas para XEU de Veracruz
¿Realmente habrá una forma más simple de andar
en el viaje de la vida, o son necesarios los golpes para aprender?
El joven escritor mexicano David Montalvo ha escrito un excelente libro: Los elefantes no vuelan (Edit. Lid, México). Un libro que trata del dolor, la adversidad y la crisis. Situaciones de vida que existen para que reaccionemos y nos demos cuenta de que estamos vivos y que tenemos que luchar, y no estacionarnos en el conformismo y la comodidad. Las experiencias dolorosas que ha pasado lo han hecho un ser humano más fuerte y con mayor claridad en el camino que está recorriendo. Hay ocasiones en que es bueno, por no decir indispensable, que las crisis aparezcan para descubrirnos en plenitud. Después de un momento de dificultad, el alma descansa y descubrimos talentos que no conocíamos y que no hubiéramos imaginado que existían en nuestro interior.
Pasar por crisis es propio de la evolución emocional del hombre. Vivimos en un mundo donde existe tanto la luz como la oscuridad. El lado blanco y el lado negro, la salud y la enfermedad, el éxito y la derrota, la bondad y la maldad, el amor y el miedo. No podemos negar esa dualidad a la que nos enfrentamos todos los días. Asi como hay personas que acopian víveres para ayudar a los damnificados de un terremoto, también hay otros que secuestran, asesinan o torturan sin piedad ni remordimiento.
Frente a las crisis el ser humano se desconecta de su esencia; se convierte a menudo en un animal descontrolado que actúa por impulso, y esto le ocasiona momentos de derrota, oscuridad y preocupación.
Aunque las limitaciones muchas veces bloquean nuestra capacidad de pensar, de amar, de imaginar, de crear, al final del camino se convierten en virtudes que nos fortalecen para seguir adelante.
David desarrolla una teoría humanista cuyo más grande acierto es que se aplica con efectividad en nuestra vida, como una guía para dejar de ser infelices ante imprevistos a los que, por desgracia, estaremos siempre expuestos los seres humanos.
El dolor o la adversidad, que tarde o temprano nos dejará su tarjeta de visita, muchas veces nos ata o nos inutiliza. Y es lo que David, con su creativo, lucido y espléndido punto de vista, nos quiere transmitir para no dejarnos atrapar por la falta de respuestas asertivas que en esos momentos no se manifiestan.
¿Qué hay en aquellos a quienes parece que ningún huracán los hace caer hasta el fondo? Qué tienen esas personas que a pesar de los terremotos de su vida, se mantienen de pie?
No importa dónde vivas ni cuáles sean tus creencias religiosas; si tienes veinte o cuarenta años; ni siquiera importa el estado de tus finanzas personales o qué tan sensato seas. La adversidad no respeta a nadie y no es buena inquilina. Aparece cuando nadie quiere y se va después de una buena estancia. No conforme, genera costos, muchas veces, bastante altos para quién la recibe.
El hombre se mide a sí mismo en la dificultades. En la vida se cierran puertas, pero también se abren posibilidades. A lo largo de los años hemos visto a individuos y organizaciones que, incluso estando en la cima del mundo, se han topado con algo que los ha hecho estremecerse y caer. Tal vez te ha sucedido a ti también. Algo que llegó de golpe o que siempre estuvo ahí, pero que hasta ese instante no habían sido capaces de ver; algo que le dió un vuelco y, en cuestión de un parpadeo, los dejó, sino taconeando el suelo, al menos volando a media altura.
Por qué las crisis nos frenan tanto? Por qué es tan complicado salir de ellas? ¿Por qué damos tantas vueltas antes de ponernos en acción para superarlas? Y lo que es peor: si ya sabemos lo que tenemos que hacer, ¿por que no lo hacemos?
Después de leerlo confirmé que es uno mismo quién decide si seguir adelante, o no; quien, al no poder seguir por el camino planeado, toma uno diferente, cuestionando incluso la noción de destino. Qué grandioso es entonces mirar atrás y advertir que pudimos sortear los obstáculos.
Gracias David por tan estupendo libro, escrito para que en la adversidad descubramos verdaderas misiones de vida.
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