viernes, 28 de diciembre de 2012

El libro negro del dueño de su tiempo Parte I

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Es por eso que Fernando Trias de Bes decidió escribir un libro sobre las razones de los tan frecuentes fracasos empresariales, y los condensó en su “libro negro del emprendedor”. Y como dice Chris Guillebeau que es mejor aprender de los errores de otros que de los propios errores (aunque asumamos que equivocarse será inevitable), te acerco las ideas principales del libro en este post, como siempre con mis comentarios y agregando para algunos puntos, alguna visión diferente, si creo que aporta algo.
La primera advertencia de Trias de Bes es que no hay reglas validas en el arte de emprender, no se trata de una ciencia exacta. No hay recetas cerradas e incluso ignorando las enseñanzas de su libro, muchas personas tuvieron éxito. Es por eso que me gusta aportar a veces otra visión de lo que afirman algunos autores, sin por eso poner en duda su genialidad. Este libro no es la excepción. Aunque claro está que uno solo puede romper las reglas (o hacer lo inesperado con ellasconociéndolas y no desde la ignorancia, como lo afirma también Sergio Fernández en su libro “Vivir sin jefe”.
Los lamentables motivos del emprendedor
La reflexión de este capitulo es brillante: Tener un motivo para emprender no es suficiente, es más bien irrelevante. Querer ganar dinero, odiar a tu jefe, querer más libertad, más tiempo libre, no encontrar trabajo, buscar reconocimiento, dedicarte a algo que te apasiona…  en realidad el autor afirma que el motivo para emprender guarda una relación directa con las probabilidades de éxito, es decir, un motivo lamentable como cualquiera de los anteriores es un factor clave de fracaso. Porque emprender como huida hacia adelante suele ser un presagio de un fracaso empresarial… bueno, es decir, si no hay una motivación detrás. Lo cierto que hasta la misma historia de Trias de Bes comenzó con un motivo de los lamentables, y fue un éxito a pesar de ello, pero es que detrás había una motivación, y eso lo cambia todo. Tener un motivo es irrelevante, y la idea de negocio no es un motivo. No por tener una idea para escribir un libro uno se convierte en escritor, me encanta esta comparación. Para hacerlo hay que tener una motivación, una ilusión por ser emprendedor en sí misma, yo me permito agregar que hay que tener un amor profundo por la libertad. Está claro que yo tenía también un motivo lamentable, pero siempre tuve la motivación de ser libre, de aventurarme, de emprender. Hace años que lo sueño, más de 10 quizás, y el empujón fue un motivo lamentable, porque es lamentable encontrarse en la situación en la que yo me encontraba, tan lamentable como el de Raimon Samso cuando dejó su trabajo. Pero no hay que confundir detonador con dinamita. El motivo es el detonador, pero nada sucederá si dentro no tienes la dinamita que hay que tener.
Los falsos emprendedores
Tener una escritura de tu empresa no te convierte en emprendedor. Muchas personas sienten que una vez que pasaron por el notario, ya son emprendedores, pero en realidad, nada más lejos de la realidad. Emprender es una forma de vida, es un amor por la incertidumbre y el riesgo. Yo voy a agregar que hay niveles y niveles de incertidumbre, y que el dueño de su tiempo minimiza el riesgo (pero para nada puede evitarlo) y acepta la incertidumbre como el precio por su libertad, aunque la reemplaza con una certidumbre positiva, que es la de confiar en sí mismo y en su capacidad de salir adelante. Pero lo claro es que si amas la rutina y la seguridad, emprender no es para ti. La aventura y lo incierto deben poder tener un gusto especial para ti. Y me quedo con esta fabulosa frase de Jorge Wagensberg que acerca el autor: “La felicidad requiere que el futuro sea incierto”.  El emprendedor emprende porque siente placer en emprender. Y yo creo mucho en esto. Cuando te hablé de mis modelos de negocios, te conté que estoy testeando un modelo de negocio nada divertido, una gestoría on line. Bueno, el negocio no es nada divertido, pero me encantó montar esa prueba, me divertí mucho haciéndolo, y me entusiasma ponerlo en marcha aunque no me entusiasme mantenerlo (sigo adelante por la certeza de que puede automatizarse en buena medida). Si no tienes este gusto por crear, por divertirte, las ganas de ganar dinero por sí solas no serán suficiente motivación. El emprendedor quiere crear, tiene dentro un vacío que quiere llenar. Pero si no tienes esta característica, al menos debes poder tener un espíritu luchador para superar las dificultades, porque sin duda que al emprender se presentan muchos obstáculos y equivocarse es inevitable. La idea siempre necesita ser ajustada e incluso redefinida, y eso requiere seguir adelante incluso cuando para cambiar las cosas cuando no son lo que preveíamos que iban a ser. Según el autor, deberíamos poder entrenar nuestra capacidad de sacrificio y de soportar el sufrimiento, por ejemplo, aprendiendo un idioma, dominando un deporte o adquiriendo una nueva destreza. Y si bien estoy totalmente de acuerdo con el concepto, en lo que no estoy de acuerdo es en los términos que utiliza Trias de Bes. Hay que entrenarse a pasar situaciones incómodas, de acuerdo. Pero hay que poder hacerlo disfrutando del proceso, es mi visión. Yo creo que no hay que sufrir ni sacrificarse por nada, pero sí hay que acostumbrarse a salir de la zona de confort. Porque comodidad no es felicidad, y muy a menudo es todo lo contrario. ¿Pero sufrir? Yo disfruté muchísimo del “sufrimiento” de descubrir una nueva cultura y un nuevo país donde no se hablaba mi idioma, y es más, estaría abierta a volverlo a hacer, sueño con pasar una temporada en San Francisco por ejemplo. Creo que un emprendedor debe aprender a disfrutar del viaje y asimilar las incomodidades del mismo como parte de la aventura. Pero que es incómodo, lo es.
Antes solo que mal acompañado
La verdad es que los socios son rara vez necesarios, pero el emprendedor suele tener miedo de sentirse solo, y por eso se embarca en su aventura con alguien que posee simplemente un lamentable motivo para emprender. El miedo a equivocarse, a estar solo, a no poder con todo, etc, hacen que idealicemos la participación de un socio en la aventura. El autor nos invita a identificar los recursos que necesitamos antes de pensar en un socio: Si necesitas dinero, habla con un banco. Si no puedes solo con todo, emplea un trabajador. Si hay un área que no dominas, subcontrata el servicio. Si necesitas comentar ciertas cosas, contrata un coach. Si tienes miedo, haz deporte. Un socio puede ser el más caro de los recursos. En todo caso, lo mejor es hablar con otros emprendedores y sentirse apoyado por ellos. La mayoría de los emprendedores de éxito afirman que prefieren emprender solos.
Si tienes un socio, quién manda debe estar clarísimo, pero si puedes evitarlo, mejor. En todo caso y si no tienes forma de conseguir capital, un socio capitalista puede ayudarte, pero que sea solo capitalista. Y si aun con estas recomendaciones elijes asociarte, debes elegir a tus socios por sus valores, elije a la persona con la que te meterías en un submarino para dar la vuelta al mundo, pero que a su vez tenga un carácter complementario al tuyo. Por ejemplo, si eres tranquilo, mejor que tu socio sea nervioso y audaz, y viceversa. Lo que está claro es que si los dos quieren mandar, la empresa estará en riesgo. Y por ultimo, no se trata de hacer amigos sino de aportar valor, elije a un socio que sirva para algo, no a un inútil. Intenta que la opinión de tu socio te merezca respeto.
Tu socio y tú deben compartir la misma ambición. ¿Cuánto quieren facturar, hasta dónde quieren llegar? Nuestros objetivos deben ser los mismos que los de nuestros compañeros de viaje.  
Y si las parejas adineradas americanas hacen un trato prematrimonial por si acaso se separaran, no es menos importante que lo hagas con tu socio. Es mejor pactar cómo nos vamos a pelear cuando aún somos amigos. Es que creer que convivirás con tu socio hasta los 65 años es ridículo, algún día te separarás de él. Todo debe estar detallado de antemano: quién se queda con los clientes, con las patentes, los locales, los activos, etc. Y no todos las aportaciones valen lo mismo, esto debe quedar claro desde el principio. Si hay dinero, debe estar reflejado en acciones, y esas acciones deben tener un valor. Si hay activos, estos tienen un precio. El trabajo se remunera con un sueldo, y punto. Y no menos importante es pactar lo que hará cada uno, sus atribuciones, sus funciones, las decisiones que puede tomar solo y las que no, etc.
Haz un ejercicio de futurología y descubre por qué te pelearás con tus socios.  Es que las ambiciones y los objetivos personales cambian, no todos trabajan y aportan por igual y las desavenencias son inevitables, sobre todo si la desconfianza se mete en el medio. Puede que estés de acuerdo con tu socio hoy, pero quién sabe en 5 años. Poder pactarlo todo de antemano es importante, pero lo más importante de todo es tener la apertura de poder discutirlo todo abiertamente.
Te veo en la próxima parada de esta lectura obligada para el dueño de su tiempo.

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