EXPERTO EN PSICOLOGÍA
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pareja y tampoco serlo, o trabajo... .. Pero lo que es seguro es que si no hemos vivido circunstancias que nos han generado dolor, tristeza y sufrimiento (de las que hemos sabido aprender algo y dejar atrás para seguir adelante con nuestra vida), lo tenemos muy difícil para conocer la felicidad. Sólo podemos experimentar qué significa estar bien a partir de la experiencia de estar mal.
Vivo en un mundo en el que no me toca vivir, salida de un cuento infantil. Estoy jugando a pelota y la pierdo por el bosque. La voy a buscar y me adentro en un mundo desconocido y tenebroso. ¿Quién vendrá a rescatarme?
La princesa quiere volver a casa. Está asustada y quiere el refugio de sus juegos. Pero no encuentra el camino de vuelta. Si se protege de los miedos, también lo hará de las alegrías. Y éstas sí que las quiere. ¿Cómo mantener controlado el miedo? ¿Cómo disfrutar de este nuevo mundo tentador y desconocido?
Con estas palabras, Marta, una paciente de 28 años, me contaba los cambios que había vivido últimamente. Después de un par de relaciones de pareja que no habían funcionado y con las que había sufrido mucho, decidió que no volvería a pasar por lo mismo. Cansada de que le hicieran daño, se centró en su trabajo, en sus amistades y en su familia, y cerró la puerta a cualquier posible nueva relación. Y estaba contenta, tranquila y cómoda en su mundo, donde no había lugar para nadie más que la pudiera volver a herir.
Un día, sin embargo, Marta conoció a Luis y todo lo que hasta ese momento le había parecido seguro, lo dejó de ser. El mundo donde se había refugiado para protegerse del dolor y del sufrimiento se le vino abajo. Y poco a poco, a partir del trabajo terapéutico que íbamos haciendo, Marta pudo darse cuenta de que en la vida no te puedes esconder detrás de una puerta para protegerte de la tristeza, de la pena y del dolor. Porque si lo haces, también cierras la puerta a la alegría y a la posibilidad de disfrutar de la vida y de una nueva relación. Marta, como aquella princesa que ella tan bien relataba, quería volver a casa, y evitar vivir la vida en su plenitud, con sus tristezas pero también con sus alegrías.
El caso de Marta es uno de los muchos que llegan a consulta por haber vivido tal grado de sufrimiento y de dolor emocional, que uno mismo no es capaz de afrontar, aprender de los errores y seguir adelante (en este caso a raíz de la pareja, pero otros por angustia, dificultades en las relaciones sociales, problemas con la comida, etc...). Marta necesitó la ayuda de un psicólogo, otras personas, sin embargo, pueden hacerlo ellas solas o con otro tipo de apoyo o recursos.
Es fácil preguntarse de qué le sirvió a Marta, qué utilidad tuvo para ella, el sufrimiento que vivió, en este caso, con las relaciones de pareja hasta el momento de conocer a Luis. Todas aquellas situaciones de sufrimiento le sirvieron para crecer y madurar como persona. No hay otra manera de hacerlo que vivir la vida, encontrarse obstáculos, afrontarlos y salir adelante llevándonos con nosotros algo de la experiencia vivida que nos ayude a crecer emocionalmente. De otra manera, seríamos niños eternamente, esperando que alguien (como en su momento lo hicieron nuestros padres) nos solucionaran nuestros problemas y dificultades; no asumiríamos responsabilidades ni compromisos.
¿Qué necesitamos para ser felices? ¿Cuáles son los principales ingredientes de la receta? La salud, la familia, la pareja, las amistades, el dinero, el trabajo... (especialmente en las actuales circunstancias económicas). ¿Qué pasa si nos falta alguno de estos ingredientes? ¿Querrá decir que no podemos ser felices?
La felicidad consiste en una determinadaactitud y disponibilidad hacia la vida y, especialmente, hacia el sufrimiento, el dolor y la tristeza. Podemos tener buena salud y no ser felices, podemos tener |
Vivo en un mundo en el que no me toca vivir, salida de un cuento infantil. Estoy jugando a pelota y la pierdo por el bosque. La voy a buscar y me adentro en un mundo desconocido y tenebroso. ¿Quién vendrá a rescatarme?
La princesa quiere volver a casa. Está asustada y quiere el refugio de sus juegos. Pero no encuentra el camino de vuelta. Si se protege de los miedos, también lo hará de las alegrías. Y éstas sí que las quiere. ¿Cómo mantener controlado el miedo? ¿Cómo disfrutar de este nuevo mundo tentador y desconocido?
Con estas palabras, Marta, una paciente de 28 años, me contaba los cambios que había vivido últimamente. Después de un par de relaciones de pareja que no habían funcionado y con las que había sufrido mucho, decidió que no volvería a pasar por lo mismo. Cansada de que le hicieran daño, se centró en su trabajo, en sus amistades y en su familia, y cerró la puerta a cualquier posible nueva relación. Y estaba contenta, tranquila y cómoda en su mundo, donde no había lugar para nadie más que la pudiera volver a herir.
Un día, sin embargo, Marta conoció a Luis y todo lo que hasta ese momento le había parecido seguro, lo dejó de ser. El mundo donde se había refugiado para protegerse del dolor y del sufrimiento se le vino abajo. Y poco a poco, a partir del trabajo terapéutico que íbamos haciendo, Marta pudo darse cuenta de que en la vida no te puedes esconder detrás de una puerta para protegerte de la tristeza, de la pena y del dolor. Porque si lo haces, también cierras la puerta a la alegría y a la posibilidad de disfrutar de la vida y de una nueva relación. Marta, como aquella princesa que ella tan bien relataba, quería volver a casa, y evitar vivir la vida en su plenitud, con sus tristezas pero también con sus alegrías.
El caso de Marta es uno de los muchos que llegan a consulta por haber vivido tal grado de sufrimiento y de dolor emocional, que uno mismo no es capaz de afrontar, aprender de los errores y seguir adelante (en este caso a raíz de la pareja, pero otros por angustia, dificultades en las relaciones sociales, problemas con la comida, etc...). Marta necesitó la ayuda de un psicólogo, otras personas, sin embargo, pueden hacerlo ellas solas o con otro tipo de apoyo o recursos.
Es fácil preguntarse de qué le sirvió a Marta, qué utilidad tuvo para ella, el sufrimiento que vivió, en este caso, con las relaciones de pareja hasta el momento de conocer a Luis. Todas aquellas situaciones de sufrimiento le sirvieron para crecer y madurar como persona. No hay otra manera de hacerlo que vivir la vida, encontrarse obstáculos, afrontarlos y salir adelante llevándonos con nosotros algo de la experiencia vivida que nos ayude a crecer emocionalmente. De otra manera, seríamos niños eternamente, esperando que alguien (como en su momento lo hicieron nuestros padres) nos solucionaran nuestros problemas y dificultades; no asumiríamos responsabilidades ni compromisos.
Autora: Laura Badosa
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