Todos el mundo tiene Metas y a todo el mundo le gustaría conseguir aquellas Metas que se propone y que tienen que ver a grandes trazos con 3 ámbitos en torno a lo que le gustaría a una persona:
– SER.
– HACER.
– TENER.
Pero la cuestión relevante hoy es: ¿Por qué no consigues lo que quieres? A ver si te identificas con una o varias de las siguientes causas:
– HACER.
– TENER.
Pero la cuestión relevante hoy es: ¿Por qué no consigues lo que quieres? A ver si te identificas con una o varias de las siguientes causas:
1. NO SABES LO QUE QUIERES Te levantas, vas al trabajo, cumples y vuelves casa. Haces tu labor, pero sin una dirección clara. Te mueves por inercia, dejándote llevar, como un autómata. Así un día tras otro. Existe una relación muy, muy, muy directa entre claridad de metas y lo que consigues. La claridad es fuerza porque entonces se pone en marcha el Sistema de Activación Reticular (SAR). La mayoría de personas no han definido por anticipado, detallado y por escrito dónde lo que les gustaría Ser, Hacer y Tener. Ya hablamos de ello en: ¿Tienes clara esta pregunta?
En otras ocasiones no es que no sepas lo que quieres sino que lo que dices que quieres en realidad no lo quieres. Desear no es decir lo que se quiere sino sentir lo que se quiere. Ya lo apuntaba Goethe: «Si no lo sientes, no lo lograrás». Buscas el aplauso social, la aprobación externa, lo que es cool. Ya sabes: coach, community manager, personal shopper, cool-hunter... lo que pega en cada momento. Es una opción, pero para que otros amen lo que haces tú tienes que hacer lo que amas. Cuando los sueños son prestados, los resultados suelen ser previsibles... para mal.
3. NO TE PONES EN MARCHA
Tienes claro lo que quieres pero no das el paso. Quieres tenerlo atado, ver todo el camino por delante. Pero el exceso de planificación paraliza. La Acción es la perfección de la Decisión. Decisión sin Acción es Alucinación. Piruetas mentales. La acción más pequeña vale más que la intención más grande. Somos lo que hacemos, no lo que pensamos, ni decimos, ni planeamos.
4. NO ERES DISCIPLINADO
4. NO ERES DISCIPLINADO
Te has comprometido a ir ‘sin falta’ a correr después del trabajo. Empezaste bien, con ilusión y ganas. Hasta te compraste zapatillas nuevas. Pero llega un día en que estás cansando, hace frío, chispea en la calle... y encima juega el Real Madrid partido de Champions League. Y faltas. Y por supuesto, utilizas la gran especialidad del ser humano que es justificarse: «Por un día no pasa nada». Pero sí, si pasa. El día que dejas de practicar un buen hábito te empiezas a instalarte en otro malo. Lo de correr es aplicable a hacer dieta, aprender inglés (o chino), ir al gimnasio, bailes de salón... y todas esas cosillas que tú y yo sabemos.
5. NO TIENES UN COMPROMISO DEL 100%
Si no lo entregas todo, lo que entregas es nada. El compromiso no admite medias tintas. Se tiene o no se tiene. No existen los ‘medios compromisos’. Compromiso es algo por lo que uno está dispuesto a darlo todo. Nada grande se ha logrado sin un compromiso incondicional. Compromiso y excelencia son hermanos. Como decía William Wallace en la excelente película Braveheart (1995): «Todos acabamos muertos, la cuestión es cómo y por qué».
6. NO CULTIVAS TU MENTE.
«Toda batalla ha de ser ganada antes de ser librada», dice Sun Tzu en El arte de la guerra. El éxito (en cualquier parcela: dinero, trabajo, relaciones) es en primer lugar mental. La riqueza es un estado de la mente. En lo que crees, te conviertes. Vives a la altura de tus creencias. Tu mente es un termostato que cuando alcanza un determinado nivel se apaga. Hay partidos que se pierden antes de saltar al terreno de juego. Lo dicho en otras ocasiones: Ganar es una decisión consciente; perder una decisión inconsciente.
5. NO TIENES UN COMPROMISO DEL 100%
Si no lo entregas todo, lo que entregas es nada. El compromiso no admite medias tintas. Se tiene o no se tiene. No existen los ‘medios compromisos’. Compromiso es algo por lo que uno está dispuesto a darlo todo. Nada grande se ha logrado sin un compromiso incondicional. Compromiso y excelencia son hermanos. Como decía William Wallace en la excelente película Braveheart (1995): «Todos acabamos muertos, la cuestión es cómo y por qué».
6. NO CULTIVAS TU MENTE.
«Toda batalla ha de ser ganada antes de ser librada», dice Sun Tzu en El arte de la guerra. El éxito (en cualquier parcela: dinero, trabajo, relaciones) es en primer lugar mental. La riqueza es un estado de la mente. En lo que crees, te conviertes. Vives a la altura de tus creencias. Tu mente es un termostato que cuando alcanza un determinado nivel se apaga. Hay partidos que se pierden antes de saltar al terreno de juego. Lo dicho en otras ocasiones: Ganar es una decisión consciente; perder una decisión inconsciente.
7. NO CUIDAS EL ENTORNO DE GENTE.
Estás rodeado de personas a las que, a lo mejor tienes simpatía o quieres, pero cuyas conversaciones son derrotistas, limitantes, pesimistas, perdedoras. Y si los inputs que tu cerebro recibe son de ese tipo los outputs que generas son del mismo calado. Los entornos te empujan hacia arriba o tiran de ti hacia abajo. El entorno es la dirección en la que sopla el viento, y no es lo mismo navegar a favor que en contra. Como apuntaba Robin S. Sharma: «El gran peligro de estar alrededor de gente no–excelente es que empiezas a volverte como ellos sin ni siquiera darte cuenta». Un buen entorno actúa como factor apalancamiento. Somos una media de las cinco personas con las que más nos relacionamos.
8. NO TE ENFOCAS.
Aprendiz de todo, maestro de nada. Inviertes más tiempo en empezar cosas nuevas que en terminar las ya empezadas. Es el factor más importante de todo: FOCO (o en inglés FOCUS: Following One Course of action Until Successful). Si quieres tener éxito, tienes que aprender a enfocarte. La excelencia exige FOCO. Toma años dominar una actividad o profesión. Ser un referente en algo exige según algunos estudios alrededor de 10.000 horas y otros lo cifran en unos 7 años dedicados exclusivamente a eso. La diferencia entre un aspirante y un ganador es el FOCO. El genial Woody Allen lo expresaba con su ironía habitual: «Me ha llevado diez años tener éxito de la noche a la mañana». Te dejo el post El peligro de perder el Foco.
9. NO PERSEVERAS LO SUFICIENTE.
La mayor parte de la gente quiere llegar demasiado rápido a destino, y al no conseguir resultados, desiste. Y ahí radica el asunto: no lograron sus objetivos porque no invirtieron las suficientes horas hasta dar con la tecla adecuada. Todo el mundo quiere coger atajos, pero no funcionan así las reglas del juego. Recuerda siempre las palabras de Robert Frost: «Todo lo que he aprendido en mi vida se resume en dos palabras: sigue adelante». Te dejo el post del La virtud más difícil de encontrar.
10. NO ASUMES LA RESPONSABILIDAD DE TU VIDA.
Culpas a la economía, a los políticos, a tu jefe, a tu familia... Te has convertido en un experto en culpa–habilidad. Ya lo decía Erica Jong decía: «Toma tu vida en tus manos, ¿y qué es lo que pasa? Algo terrible: nadie a quien culpar». Cuando uno asume la responsabilidad de su vida, deja de buscar culpables y empieza a centrarse en hallar soluciones. La gente que no consigue resultados suele recurrir a la ‘suerte’ (mala) para explicar cómo es su vida, mientras que la gente que consigue resultados suele hablar en términos de causas y efectos.Si haces las mismas cosas que otras personas de éxito han realizado, sin ninguna duda tendrás el mismo éxito que ellos. No son especiales, no son los elegidos por la naturaleza. Tienen hábitos de éxito.
* Hoy en Libros de Management (@librosdemanagem) puedes ver los 10 libros de empresa preferidos por María Graciani y también una reseña de Qué hacen los buenos directivos.
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