Estamos en el bar de un hotel, tomando un café y esperando que Álex Rovira, consultor y escritor, autor del superventas La buena suerte, llegue desde la estación de tren. Mantenemos una de esas charlas corteses típicas entre desconocidos, pero los tiempos muertos duran poco: enseguida la conversación con Pascual Olmos, hombre de exitosa trayectoria en puestos directivos, deriva hacia asuntos sustanciales, referidos a la educación de los hijos. Y de ahí pasamos a las expectativas que cada cual pone en lo que hace, y cómo eso puede causar más infelicidad que satisfacción. Estamos tan enfrascados que cuando llega Rovira simplemente se sienta con nosotros y se une a la conversación, que versa en ese instante sobre cómo se encaja la muerte de un ser querido (un hijo de Olmos). De modo que, más que una entrevista sobre La vida que mereces (Ed. Conecta), el libro que ambos han escrito, lo que sigue es una reflexión a dos voces sobre lo que de verdad es relevante para el ser humano.
El Confidencial. ¿Es posible tener la vida que merecemos en tiempos como estos?
Álex Rovira. Conectas con lo real cuando te enfrentas a la impotencia más absoluta. Cuando tienes un hijo enfermo, que sufre una parada cardiorrespiratoria en tus brazos y no puedes hacer nada…Eso te provoca una profunda crisis, porque la vida se muestra en toda su ambivalencia: tienes un bebé que es deseado y querido y se puede ir en un momento, y tú no puedes hacer nada para evitarlo. Los médicos te dicen que no saben qué ocurrirá, si vivirá o no o qué secuelas le quedarán si sobrevive. Convives con una incertidumbre que te desnuda, y que te conduce hacia una lucidez muy grande. Te das cuenta de que la mayoría de los problemas que la mayoría de la gente decía tener en los momentos de bonanza (ahora es otra cosa) resultaban absurdos. Habíamos corrompido la escala de valores…
A la crisis se ha llegado desde el vicio y se sale desde la virtudPascual Olmos. La muerte se entiende cuando ves nacer a un hijo. Al final es todo tan frágil… En las dos caras está el mismo hecho, no existe la luz sin la oscuridad. Si lo asumes como natural, todo es más fácil, no puedes asumir sólo una de las caras. Mi hijo me dijo una frase (“Hay que perderlo todo para tenerlo todo”) que me dejó muy pensativo. Es raro que alguien joven pueda llegar a ese nivel de lucidez… Pero tenía razón: sólo si aceptas la pérdida de todo puedes tener algo. Esa es la esencia. Todo depende de las expectativas que pongas en las cosas. Si eres moderado en lo que esperas, lo que consigas estará por encima de tus expectativas y estarás agradecido por ello.
A.R. Colecciono los libros de José Olañeta, un pequeño editor que ponía en el mercado obras deliciosas. Compré las Meditaciones de Marco Aurelio, o El hombre que plantaba árboles, de Jean Giono, y el otro día leí el Manual de Vida deEpícteto, el esclavo, y te das cuenta de que para novedad, los clásicos. Leía la obra y ahí está todo. No te compliques la vida, sé responsable, sé amable… Te das cuenta de que nos hemos ido alejando de lo real. Todo esto de la crisis institucional, de la monarquía, de los partidos, de la miseria moral…. En el fondo todo es muy sencillo, pero sólo lo ves así y regresas a la simplicidad cuando la vida te cruza la cara a bofetadas.
E.C. Pero todo el mundo atraviesa momentos difíciles en la vida. La cuestión es por qué unas personas aprenden algo de la experiencia y salen de ella siendo mejores y otros no.
A.R. Porque la autocrítica no es nada fácil. Hay una enorme falta de autocrítica, y no me refiero a algo destructivo, sino a la posibilidad de cuestionarnos, de plantearnos cómo vivimos, si las relaciones que tenemos nos aportan algo, si dedicamos tiempo a lo esencial, si nuestras acciones son éticas. Porque lo que no te planteas por convicción la vida te lo plantea por compulsión. Hay gente que tiene una predisposición natural hacia la responsabilidad, pero otros no, y tienes que hacer de ello un hábito. Y sin cultura, sin pedagogía y sin palabras no puede haber evolución social.
P.O. Aceptar lo que te pasa es algo que puede hacer quien tiene una visión madura de la vida. Lo importante es actuar en conciencia, tratando de mejorar tu esencia. Hay que tener en cuenta que a medio plazo todo se equilibra, las cosas que son malas se convierten en buenas en el camino y al revés. Álex suele contar un ejemplo muy significativo, el de las personas que ganan mucho dinero en la lotería y que, pasado un tiempo, terminan por perder no sólo lo que habían ganado sino la totalidad de su patrimonio, algo que le pasa a un 70% de los premiados. Por eso tenemos que adoptar una perspectiva amplia, aceptando lo que nos pasa, tratando de luchar siempre por lo que merece la pena.
E.C. Pero también influye mucho el entorno. Si vives en un mundo competitivo, la gente acaba compitiendo. Si se apuesta por la cooperación, las personas cooperan.
P.O. Se ha demostrado que las empresas que tienen un clima laboral positivo son mucho más productivas que las que no los tienen. Una firma dirigida con un estilo de gestión autoritario y con líderes con mucho ego triunfará en el corto plazo, pero será imposible que tenga éxito en el largo. Sin embargo, si el clima es bueno, la productividad aumenta un 40%. Y eso al margen de que hay que gestionar bien, con responsabilidad e integridad, porque queremos ser mejores personas. Pero es fundamental entender que la competitividad, vista como dar lo mejor de uno mismo, es importantísima. Competir en el mercado no significa machacar al que tienes delante, sino dar a tu competidor las gracias porque te ha permitido mejorarte a ti mismo. Los grandes campeones de judo [Pascual Olmos fue campeón nacional de esa disciplina deportiva y presidente de la Federación española] han sido también los que tenían mejor filosofía vital. Las empresas que están en la lista Fortune 500 que tienen un mejor clima de trabajo valen el 50% más que las otras. Y eso sin tener en cuenta que la estrategia es mucho menos importante que la ejecución de la estrategia, por lo que si no tienes el clima adecuado, llevarla a efecto es imposible.
A.R. Magister, etimológicamente, significa "el que se ocupa de lo más grande", que para los clásicos era el cultivo del alma del ser humano. Nacemos mujeres y hombres, pero la humanidad no es una conquista del nacimiento, sino que pasa por el amar y el querer (es decir, por el respeto al otro y por el acto de voluntad) y por el pensar y el saber (el primero es una función, el otro una consecuencia). También pasa por la inteligencia espiritual, que implica una visión y un propósito (estamos vivos porque amamos algo o a alguien) y por la inteligencia ética.
O vamos a la revolución a través de la violencia o vamos a la revolución a través de la conscienciaPero todas estas características necesitan de pedagogía. No vale con discursos. Tienes que hacer, tu equipo te está mirando y tus clientes también. Dejémonos de palabras y hagamos. Los niños no aprenden por las cosas que se les cuentan, sino por lo que ven. Y eso es lo que ocurre con la sociedad. Por ingenuo que pueda parecer, o vamos a la revolución a través de la violencia o vamos a la revolución a través de la consciencia, parlamentando y cediendo. Y me preguntaréis, ¿qué hacemos con el psicópata, con el malo, con el inmaduro? Pues tenemos que ser lo que creemos que merece la pena ser porque al otro no podemos cambiarle. Podemos inspirarle, acompañarle o consolarle, pero no cambiarle. Pero no nos podemos parar por cómo sea el otro, tenemos que seguir remando.
A nivel de empresa, es importante que se seleccione bien a la gente, que además de hacer su trabajo sean personas con buena cabeza y buenos principios. Conozco a alguien que colgó las botas en la banca comercial, porque estaba haciendo lo que no quería hacer y se fue a la banca ética. La revolución es posible desde dentro. Desde un hacer continuo se tiene que ir sembrando. Es verdad que no habrá transformación radical, pero yo creo en la gente joven. Hace 20 años nacieron varios chavales que han cambiado el mundo con Facebook, con Twitter… A lo mejor hoy han nacido siete chavales en el mundo que crearán nuevos conceptos que nos harán evolucionar. Los modelos van cambiando, pero quizá sea necesario que las generaciones que están contaminadas por las viejas ideas vayan dejando sitio.
P.O. No tiene sentido que se tiren a la basura alimentos por valor de 43500 millones de dólares sólo en EE.UU., que fabriquemos bioetanol con maíz cuando hay gente que se muere de hambre en el mundo, que en Pekín o en Nueva Delhi no se pueda salir a la calle a causa de la mala calidad del aire, y todo eso en un contexto donde hay tecnología y recursos.
E.C. Entonces, ¿qué está fallando? ¿Hacen falta personas que lideren el cambio?
P.O. Fallan las personas, falla la ética.
A.R. Falla la inteligencia (que viene de interligare), la compasión y el perdón. Falta la fe en el mundo, en la justicia y en el amor, entendido como empatía.
P.O. Lo peor es que los líderes, los que manejan el cotarro, tampoco son felices. Las cosas materiales y el reconocimiento tienen un límite. Dedícate a ser creativo y a hacer cosas por los demás, no a acumular. Si entendieran que preocuparse por la felicidad propia te hace infeliz y que se es feliz cuando uno se preocupa por la felicidad ajena, tendríamos otro mundo. Además, conozco gente multimillonaria que es alcohólica o que está desquiciada, porque les ha fallado lo esencial. Les pasa lo que le decía Aristóteles Onassis a su hija, ‘he sido tan pobre que sólo tengo dinero’. A la crisis se ha llegado desde el vicio y se sale desde la virtud.
A.R. Al final, hay que reivindicar valores esenciales como la amabilidad, la ternura, la compasión o el desapego. ¿Para qué quieres tener 3000 libros en casa? Quédate con los que más te gusten y el resto llévalos a la biblioteca municipal para que los lean otros. Busca sólo lo que de verdad necesites.
Por desesperada que sea la situación, puedes dar lo mejor de ti en cada instanteP.O. Hay que concienciar a la gente de que tiene que fabricar y reconocer ese tipo de valores y los líderes surgirán de la misma sociedad. La responsabilidad no es únicamente de los líderes, está en todos nosotros, que podemos comprar los productos de empresas con la cultura corporativa adecuada y que podemos votar con responsabilidad.
A.R. Liderazgo no sólo es alguien relevante que destaca y se pone al frente. También hay nuevos estilos, gente que desde el anonimato está lanzando nuevas iniciativas. Hay una mujer, cuyo nombre no recuerdo, que lanzó la iniciativa de la dación en pago, está la mujer que mandó el correo electrónico que llevó a la revolución en Egipto… El liderazgo no pasa sólo por un ejercicio de presencia y manifestación evidente sino que la tecnología permite hoy que cualquier ciudadano puede colocar su iniciativa sobre la mesa.
Victor Frankl encontró la clave cuando se dio cuenta, en una situación terrible, como era estar internado en Auschwitz, que te pueden quitar todo salvo tu actitud. Por desesperada que sea la situación, puedes dar lo mejor de ti en cada instante, sin renunciar a convocar la dignidad donde no la hay. La esperanza es un imperativo moral, no podemos decir que estamos muertos hasta que no certifiquen el fallecimiento. Esas variables aparentemente tan soft son las que terminan por transformar la realidad y dando sentido a tu vida.
P.O. Mi hijo murió en un accidente hace seis años, y leí a Frankl y te das cuenta de que la actitud ante lo que pasa es lo único que tienes en propiedad. Pasaba en el campo de concentración, donde miraba al guardian que había asesinado a su mujer y a sus padres y le decía con sus ojos que le compadecía. Esto se lo he oído también a monjes budistas, que siendo torturados por los chinos, la mayor preocupación que tenía era el estado del ánimo del torturador. Esa es la actitud de la compasión… Obviamente, te puedes mover en otro plano, en el de lo material o en el del reconocimiento, pero ahí no serás feliz, porque no hay límite. El vicepresidente de los EE.UU. vive mal porque quiere ser presidente y éste es desgraciado porque quiere ser más rico o porque quiere ser papa. La creatividad, la transcendencia, la diversión positiva son mucho más importantes. Lo trascendente es el otro, es tu barrio, es tu entorno…
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