martes, 26 de febrero de 2013

las entrañas de la creatividad

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Don sobre las acogedoras piernas de Peggy Olson
(RECORDANDO EL EPISODIO 4×7 de Mad Men: La Maleta).
Las maletas se anuncian y se venden cerradas. El creativo pretende que el futuro comprador la imagine llena con su ropa o sus cachivaches, yendo o viniendo, iniciando una aventura o retomando los caminos desandados.
Dentro de una de esas maletas está el alma de Dick Whitman, más conocido como Don Draper. Una maleta que abre de cuando en cuando para hacer su magia. Una magia creada con el dolor propio, el desencanto, las promesas rotas o el hastío. Para tocar el corazón ajeno, Don tiene que exponer sus miserias y debilidades. Publicidad emocional, dicen unos. Verdades disfrazadas, para Don. Sólo así puede hacer atractivas maletas entre 25.00 y 42.50 dólares, según modelos (1964).
No es fácil llegar al anuncio que deja boquiabierto y abre las carteras ajenas. Don hace un camino físico y emocional que comienza con una boca que habla sin filtro. Sólo cuando la lengua está agotada, el corazón camina sin control. El camino de Don es paralelo al segundo combate entre Muhammad Ali y Sonny Liston que confirmó al primero como campeón de los pesos pesados y nuevo icono popular.
EN LA SUPERFICIE
El camino creativo de Draper comienza con la decepción cuando los jóvenes valores de la agencia, con Peggy Olson a la cabeza presentan un anuncio apropiado para una representación de secundaria, más que para una agencia publicitaria de prestigio.
Don rechaza la idea. Para él, una maleta es más que una maleta. Aún no lo sabe, pero lo intuye. Cobra por ello. Y está dispuesto a sacrificar una noche de boxeo, cervezas y mujeres fáciles por conseguir el anuncio de una maleta.
DON DRAPER, EL ULISES DE MATTHEW WEINER
Don Draper y Peggy Olson se quedan solos en la oficina. La tormenta de ideas entre ambos equivale al calentamiento de un deportista antes de saltar al campo. Después llega una comida en un restaurante barato y unas copas en un local oscuro, a las soledades de Hopper, con la radio de fondo (Ali vs. Liston). Esta pequeña salida de la oficina concluye tras el derechazo de Ali a Liston, “la mano fantasma”, surgido como truco de magia.
En la oficina, Don recibe un castigo a su vanidad: una paliza de un ex amante de Peggy.  Lame las heridas con el sueño hasta que una imagen le desconcierta: Anna Draper, transparente como una vidriera animada, en medio del despacho con una maleta. Don hace una llamada que confirma la muerte de Anna. El hombre que lo puede todo, se derrumba y llora acogido por los brazos de Peggy Olson y las piernas de ella como almohada.
El día y la noche de Don ha discurrido a la manera de Leopold Bloom: los colegas-amigos se han convertido en cerdos seducidos por el alcohol y la promesa de un espectáculo sangriento; ha eludido la sedución de la sirena Peggy Olson; ha sobrevivido al amante furioso como cíclope cegado y ha conocido la marcha de Anna Draper Penélope, cansada de esperar.
EL DOLOR INSPIRADOR
La aventura no ha sido baldía. El Ulises de Nueva York regresa con un truco para tensar un arco que nadie ha tensado.
Ali y el anuncio de la maleta de Don Draper
Una maleta que noquea a otra es una imagen tan limpia como poderosa, con distintos significados.
Ahí está el mensaje publicitario: nuestras maletas más duras que las demás.
El humor en contexto, menos para los que apostaron contra Ali.
Una metáfora de la vida. La maleta noqueada es la maleta cargada de decepciones, frustraciones, sueños que duermen, compromisos no deseados, amistades forzadas… La maleta que da el gancho de derecha es la nueva vida que reclama su espacio. (Conviene viajar sin exceso de equipaje).
La maleta derrotada es Dick Whitman. La maleta que se mantiene en pie es el bocazas de Don Draper, que como Muhammad Ali se considera el más grande, más fuerte, más rápido.
El anuncio de Don es el resultado de la rabia y del dolor. La creatividad que escarba en las entrañas, rebusca y se muestra a la luz con un bonito envoltorio. Don es el cuentacuentos de Mad Men, como Andersen de Copenhague: ambos saben disfrazar a sus amigos, enemigos, miedos y dudas como animales y objetos.

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