Todos podemos caer inadvertidamente en el error de pensar que aquellas personas que se atreven a soñar con un mayor grado de autonomía y libertad están provistas de unos conocimientos sorprendentes o de una capacidad de análisis singular. La investigación en este sentido no parece indicar que sea esto lo que ocurre, sobre todo si tenemos en cuenta que en el manejo de la incertidumbre, la capacidad de análisis no parece ser el elemento fundamental. Una persona con espíritu emprendedor se atreve a pensar en grande. Además, muestra la determinación, la persistencia y la paciencia que son imprescindibles para transformar una idea en una realidad. Nada en el mundo puede sustituir a estos tres elementos que conforman el carácter del emprendedor. Ni el talento ni tan siquiera la educación puede sustituir la falta de esta capacidad de ser inasequible al desaliento.
La persona que es emprendedora es sobre todo una persona de acción. Actúa con lo que tiene o con lo que le queda, pero siempre actúa. Tal vez su estrategia no sea excepcional y sin embargo siempre la pone en marcha. Es así como acaba consiguiendo muchos mejores resultados que otras personas que elaboran estrategias muy sofisticadas y luego no aplican nada de lo que con tanto cuidado han planeado. La persona emprendedora, por estar actuando de manera consistente, se encuentra siempre en estrecho contacto con la realidad y recibe de manera continua información de lo que funciona y de lo que no. Esto le permite reajustar el rumbo todas las veces que no obtiene el resultado deseado. Es aquí donde mejor se ve el contraste con aquellas personas que sólo emprenden acciones en su mente y que nunca las cotejan con la realidad.
Nos obsesionamos con conocer el 'cómo' antes de ponernos en marcha. Los emprendedores tienen un 'qué' y un 'por qué'
Goethe, gran filósofo y dramaturgo, hizo una reflexión de gran relevancia para explicarnos cómo es posible que muchas personas aparentemente tan normales y comunes logren cosas tan extraordinarias cuando tienen el coraje de perseguir sus ilusiones:
“A propósito de todas las iniciativas, hay una verdad elemental cuya ignorancia mata innumerables ideas y espléndidos planes:en el momento en el que uno se compromete de verdad, la Providencia también lo hace. Toda clase de cosas comienzan a ocurrir para ayudar a esa persona, cosas que sin su previo compromiso jamás habrían ocurrido. Todo un caudal de sucesos se pone en marcha con aquella decisión, ayudándole por medio de incidentes inesperados, encuentros insospechados y ayuda material que nadie hubiera soñado que pudieran ocurrir. Si sabes que puedes o crees que puedes, ponte en marcha. La audacia tiene genio, poder y magia. Comienza ahora, ponte en marcha”.
Siempre hay un camino
La persona emprendedora es sobre todo una persona comprometida y por eso,muestra determinación, persistencia y paciencia cuando el camino se hace cuesta arriba. Muchas personas nos obsesionamos con conocer el cómo antes de ponernos en marcha. Los emprendedores tienen un qué y tienen un por qué.
El cerebro humano alberga en el llamado tronco cerebral un sistema conocido como sistema reticular activador ascendente. Este sistema formado por una intrincada red de neuronas y de fibras se encarga de activar la totalidad del cerebro para que encuentre los recursos y los caminos que nos permiten alcanzar lo que anhelamos. Tal vez, el mensaje que al final nos quede no es otro que lo que el corazón de verdad anhela, la mente finalmente se lo muestra, porque no ha parado de buscarlo.
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