Desde hace años, frente a las posibilidades que despierta la actividad deportiva, la inquietud la he enfocado en el profundo cambio que podemos experimentar los seres humanos y, por ende, las organizaciones de las que formamos parte, cuando tomamos consciencia de nuestro verdadero potencial, poniéndolo al servicio de una función necesaria, creativa, sostenible y con sentido. Dentro de los cambios que he experimentado a través de los años- lecturas, cuestionamientos, dudas, incertidumbres, búsquedas- he logrado una gran apertura mental y reconozco humildemente que sólo puede comprenderse aquello que se ha experimentado. Estar con los pies en la tierra me ha evitado una postura arrogante lo que me hubiera impedido seguir creciendo y evolucionando. Me he convertido en un eterno aprendiz. No hay mejor escuela que la propia vida. Y no hay mayor oficio que el de aprender a vivir.
Por ello me ha dado a la tarea de compartir, con quién este dispuesto a leer con una mente limpia, sin prejuicios y limitaciones de ningún tipo, mucho material escrito de mis propias reflexiones, otras veces recopilado, que permitan despertar ese gigante dormido que todos llevamos dentro. Un gigante que quiere ser titular, manifestarse, jugar en el medio campo y crear oportunidades para ganar el campeonato, no solamente cada partido, pero...lo condenamos a la banca, a la eterna suplencia. La falta de confianza que generan las creencias limitantes que sostenemos nos impiden aspirar, generar y vivir de otra manera, por lo que me he dado a la tarea de argumentar, demostrar y exponer todo lo que podemos llegar a ser. Aunque sea con una frase, un párrafo, una foto, una historia o una caricatura.
Las empresas- de toda índole- son como los seres humanos: tienen necesidades, sueños y sentimientos y como tal, es importante que aprendan a ser eficientes, a desarrollarse en forma sostenible y aportar su granito de arena para mejorar el entorno en el que están presentes. Para lograrlo, me comentaba un directivo, "el gran reto es conseguir que cada trabajador crea en lo que hace y disfrute su función, pues solo así es posible que la existencia de las compañías goce de un sentido más trascendente". Sin duda algo que todas las organizaciones buscan, a veces invierten y las más sueñan con que los avances se darán por obra y gracia del espíritu santo.
Liderar a las personas es una tarea enorme. El momento actual obliga a cambiar paradigma, es decir, cambiar la manera en la que se piensa, se dice y se hacen las cosas. El objetivo es promover los cambios necesarios para construir un entorno laboral sano y sostenible y exigir a cada uno lo que cada uno puede hacer, e ir adentrándonos en la filosofía que va a ir emergiendo durante las próximas décadas: el humanismo. Es decir, potenciar al máximo el bienestar de los colaboradores para que así puedan dar lo mejor de ellos mismos. La visión es que si se consigue eliminar los obstáculos que están impidiendo ambientes trabajo más armónicos, con el tiempo se incrementará la motivación, la creatividad y la productividad. Tarea permanente, de todos los días. La pregunta que sigue es simple, o complicada? Estamos dispuestos a hacer algo para promover el desarrollo y la formación emocional del capital humano o seguiremos conduciendo con las herramientas del siglo XIX?
Saludos, Roberto Matosas
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