"El dedo pétreo de la Punta del Diablo, se hunde fino y elegante entre las aguas verde-azuladas de la mar y desde el Cerro Rivero la vista es esplendorosa.
La bahía, mansa, descuelga el vaivén de las olas, festoneadas de espuma blanca, que llegan tímidamente a morir en la arena de la costa". Humberto Ochoa Sayanes - «Crónica de Punta del Diablo - Memoria e Identidad».
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