“Las interrogantes que inquietan a nuestra conciencia, y cuyas respuestas hoy ignoramos, nos animan a perseverar en pos de una verdad, sin garantía plena de éxito”
Mi travesía existencial comenzó en Caracas, Venezuela, gracias a la iniciativa de mis padres españoles. El mundo conocido era entonces, casi completamente analógico. En aquellos tiempos, el hecho de existir apenas requería algo de sentido común, y aplicar ciertos rudimentos básicos. No era necesario disponer de dispositivo electrónico alguno, ni de estar conectado por vía digital con otras personas para explorar nuevas facetas de la realidad, aprender todo cuanto fuese necesario, y disfrutar además, de los placeres sencillos de la vida.
Mis años de infancia transcurrieron placidos, vivaces y felices. Mi incesante curiosidad y mi insaciable sed de aprendizaje, me animaron a explorar y conocer las inquietantes interrogantes de un mundo físico complejo, mutable y enigmático. Para ello asociaba una y otra vez conocimientos de distintas disciplinas, integrando saberes tan dispersos como diversos.
Ello no impidió en modo alguno que disfrutara del hecho de ser niño, y me fascinara la aventura de crecer y desarrollarme a través de la observación cuidadosa y de la exposición frecuente, a experiencias propias de mis distintas y sucesivas edades.
Viviendo en una potencia petrolera como Venezuela, parecía obvio inferir que mi primera escala en mi devenir profesional estaría determinada por el contexto empresarial y económico del país donde me tocó la suerte de vivir. Me decanté por la Ingeniería Geológica como la opción idónea para conciliar mis competencias analíticas, las cuales fueron estimuladas por la inteligencia abstracta y racional de mi abuelo materno; y por mi disposición a expresarme a través del lenguaje hablado y escrito, lo cual aprendí de mi abuelo paterno.
Mi visión amplia del mundo, no cesó de expresarse una vez que comencé a trabajar como Geólogo de Exploración en la Industria Petrolera. Rápidamente, me harté de la ineficacia de algunos de los procesos inherentes al acopio, procesamiento, y distribución de la información necesaria para el análisis y la toma de decisiones, y entendí que era el momento apropiado para desarrollar mi primera transición profesional.
Así, este joven Ingeniero comenzó a metamorfosearse en un profesional de las Tecnologías de Información, cuya pasión no era otra que la de optimizar los procesos funcionales y de negocios a través de la aplicación de las más novedosas herramientas de las Tecnologías de Información y Comunicación.
No obstante ello, también percibí que cualquier implantación tecnológica correría el riesgo de fracasar rotundamente, si antes no se concretaba el compromiso de la Alta Dirección y la participación activa de los respectivos agentes de cambio, para lograr la inserción plena de estos nuevos enfoques a la cultura organizativa, y de allí, su aceptación entusiasta e inequívoca, de quienes trabajan en la empresa.
Fue así, como entendí que mi andadura por la vida profesional debería incorporar entonces, aquellos fundamentos de Desarrollo Organizacional, y de Gestión de Personas relevantes para una comprensión integral de como las organizaciones evolucionan, se transforman, progresan y pierden relevancia. Esta reflexión fue clave para nutrir mi abanico de intereses en mi roles de líder, gerente y consultor.
En Talento en Expansión, ofrezco una visión crítica y analítica de los temas que me inquietan, desde una perspectiva que ayude a quienes están buscando respuestas y referentes de buenas prácticas, para afrontar una dinámica empresarial que a no dudarlo, es cada vez más volátil, difícil e incierta.
Mi agradecimiento anticipado a todos quienes participan y participarán de uno u otro modo, en este proyecto de difusión, análisis y discusión de tendencias y mejores prácticas de Desarrollo Organizacional y Gestión de Talento.
¡Que mejor momento para nutrirnos y aprender de la Inteligencia Colectiva que este, al que llaman el inicio de la Era del Conocimiento!
¿Transitamos juntos este camino?
Octavio Ballesta
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