No siempre es fácil decidir, porque a veces un bien provoca un inevitable mal.
COMPORTAMIENTO O COSTUMBRE
Bienvenidos a esta nueva versión de este curso. La ética es un tema que no podemos evitar en la vida de las personas, el funcionamiento de las empresas y el devenir social.El anhelo de ser más y crecer como persona está inscrito en lo más profundo del ser humano. Esto genera inquietud, porque percibimos una cierta carencia o imperfección en nuestro ser que nos impulsa a actuar de manera de colmar ese anhelo de avanzar hacia algo que no terminamos de entender, pero cuyo logro nos produce bienestar.
Sentimos felicidad cuando nuestro comportamiento nos hace sentir más plenos. La felicidad consiste en lograr una profunda armonía con nosotros mismos, con los demás, con la naturaleza y, para los creyentes, con Dios. Por ello está inscrita en nuestra naturaleza la búsqueda del bien. De esto trata la ética.
Ética, término derivado del griego ethos, que significa comportamiento o costumbre, designa aquella parte de la filosofía que se ocupa de la rectitud en el actuar del ser humano y hace referencia a su fin último, que es su plena realización como persona.
¿CÓMO DEBEMOS ACTUAR?
Todos los seres humanos nos preguntamos siempre qué debemos hacer, cómo actuar en una situación determinada. Hay casos que resultan fáciles de discernir, como matar, robar, mentir, engañar, levantar falso testimonio y muchos otros, pues sabemos que se encuentran claramente reñidos con el bien que queremos lograr.Sin embargo, hay otros casos en los cuales no tenemos tanta claridad de cómo actuar: son los dilemas éticos, en los cuales junto al bien que buscamos, es imposible evitar males que se pueden derivar de nuestra acción.
La tribulación acompaña a los dilemas éticos. Al tomar decisiones buscamos certezas y no siempre las podemos encontrar. Sentimos que nos falta información, que la ambigüedad es excesiva, que no conocemos todos los elementos que entran en juego. Nos aterran las posibles consecuencias negativas de nuestra decisión y no siempre las podemos prever o controlar.
Son decisiones difíciles de entender y plantear, y más difíciles aún de resolver. Esto les ocurre, por ejemplo, a los grandes ejecutivos cuando toman decisiones que implican la pérdida de su trabajo a varias personas de la empresa, que es un daño que no se desea, pero que puede ser la única forma de enfrentar a la competencia. No hacerlo podría hacer quebrar a la empresa.
Pero también nos ocurre en nuestra vida cotidiana, como cuando compramos un computador a nuestros hijos, que les puede ser muy útil para su educación y la relación con sus amigos, aunque les abre una puerta al material malicioso que circula en internet.
La naturaleza de la dificultad radica en la imposibilidad de evitar consecuencias negativas. Es la tribulación que acompaña a los dilemas éticos: tratamos de hacer siempre el bien y no podemos evitar algún mal. Es imposible no sentir que se está haciendo un daño, aunque esta sea una decisión éticamente correcta desde la perspectiva del mal menor. Se tolera el mal porque es una consecuencia de una decisión buena.
En estos casos, cada acción o decisión lleva aparejados simultáneamente un bien y también una ausencia de bien, que es un mal que, desgraciadamente, no podemos evitar.
Esto no significa que entre dos acciones que claramente atentan contra el bien de una persona o el bien común debemos elegir aquella que cause menos daño. No es este el caso. Siempre estamos obligados a no hacer el mal. De lo que aquí se trata es que aun haciendo el bien, puede darse el caso que surja un mal.
Las decisiones éticas se fundan en un acto de la razón, que tiene la capacidad de discernir lo que es justo y bueno, y no se limita solo a lo científico y técnico. Se trata, por tanto, de buscar criterios y normas en las cuales poder basarnos para elegir el bien, es decir, seleccionar aquella acción que, en medio de la complejidad, nos produzca paz interior.
DIVERSAS FORMAS DE ENFRENTAR DILEMAS
A lo largo de la vida se produce una maduración en la forma en que enfrentamos los dilemas éticos.Primer nivel: Comportamiento autorreferente. La decisión se toma a la luz de la conveniencia personal. Es la actitud egocentrista frente a la vida, que puede llevar incluso a dañar al otro para lograr los fines perseguidos.
Segundo nivel: Comportamiento legalista. La decisión se toma para cumplir con las normas impuestas por las costumbres, las leyes o los superiores, pero sin un análisis crítico. Este comportamiento no se basa en la convicción firme de su bondad o maldad, sino más bien en el temor al castigo o la búsqueda de algún tipo de recompensa.
Tercer nivel: Comportamiento basado en normas de un grupo de personas con sus propias reglas. Es el comportamiento ético de la imitación de lo que se ve en el ambiente o de lo que todos hacen. Sabemos que hay actos que muchos hacen, pero no por ello son éticamente aceptables, como copiar en una prueba o emborracharse en una fiesta.
Cuarto nivel: Comportamiento basado en valores y principios. Una decisión será correcta en la medida que esté orientada al bien de quien la realiza y al bien de las personas a las cuales dicha acción directa o indirectamente va dirigida, y no necesariamente a la utilidad que esto pueda reportarle a quien la ejecuta o la recibe. No podemos dejar de preguntarnos si lo que estoy haciendo quisiera que me lo hicieran a mí.
En este caso se reconoce que hay valores y principios éticos asociados al bien de la persona y al bien de los demás (incluso en perjuicio propio) que tienen que ser siempre respetados por quienes buscan el bien, la justicia y la dignidad de la persona humana. Esta forma de comportamiento exige una mayor autonomía, madurez y desarrollo de la personalidad.
Tampoco resulta aceptable recurrir a acciones que sean éticamente inaceptables, aunque el fin sea bueno. Para que una acción sea éticamente correcta tanto los fines que se busca alcanzar como los medios que se pretende utilizar han de ser correctos.
Hasta el próximo lunes.
Tampoco resulta aceptable recurrir a acciones que sean éticamente inaceptables, aunque el fin sea bueno.
COLUMNA NICOLÁS MAJLUF
DEBEMOS SABER PONER LÍMITES A LO QUE PODEMOS CONSEGUIR EJERCIENDO NUESTRA FUERZA, PORQUE EL EJERCICIO ÉTICO DEL PODER DEBE MIRAR EL BIEN DE LOS DEMÁS ANTES QUE EL BENEFICIO PERSONAL.
RSP: RESPONSABILIDAD SOCIAL PERSONAL
La demanda estudiantil ha estado en las noticias una vez más estos días. Lo que hoy se pide es “educación gratuita”, petición que ha tenido una recepción positiva en la población. Pero deben asegurarse de presentar sus argumentos sin caer en la destrucción y la violencia sobre el resto del país, pues las causas justan pierden legitimidad si se utilizan medios incorrectos para promoverlas.Lo otro que no debieran olvidar es que no existe la educación gratuita, pues siempre alguien tiene que pagar. Lo que se pide entonces es educación pagada por el Estado, porque tendría el carácter de bien público.
Si este fuera el caso (que algunos debaten), no se puede olvidar que la educación entra a competir con el sinnúmero de bienes públicos que provee el Estado y cuando se asignan más recursos a educación superior, otras urgencias van a quedar menos cubiertas.
Si los recursos del Estado fuesen los mismos, sin duda que habría que hacer sacrificios en ciertas áreas para conseguir mayor educación. Por ello se plantea la necesidad de hacer una reforma tributaria para allegar más recursos. Pero esto no es tan simple, primero, porque los mayores tributos no tienen un efecto neutro sobre el progreso y el bienestar, que es la discusión política del momento. Pero más importante que esto, porque si el Estado dispusiese de mayores recursos, habría que preguntarse: ¿Por qué deben ir a cubrir necesidades en educación y no en otras áreas?
Si la respuesta a esta pregunta es “porque es lo mejor para el progreso del país”, no puedo sino sumarme en forma entusiasta a este acuerdo, pues yo también considero al mejoramiento de la calidad y la equidad en la educación objetivos de primera importancia (pero sin limitarse a la educación universitaria, pues también son importantes la educación técnico-profesional y la formación de párvulos, por ejemplo); pero si la respuesta fuese porque los estudiantes tienen mucha fuerza, quedaría muy preocupado, porque tendría que preguntarme: ¿Qué va a detener a otros grupos de presión que tratan de obtener beneficios para ellos en perjuicio del resto de los ciudadanos?
Por ello llamo a ejercer la RSP, que es el saber poner límites a lo que podemos conseguir ejerciendo nuestra fuerza, porque el ejercicio ético del poder debe mirar el bien de los demás antes que el beneficio personal. La regla de oro en ética es preguntarse si “lo que estoy haciendo quisiera que me lo hicieran a mí”.
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