Cuando tomamos la perspectiva de un personaje o narrador ocurre una transformación
–”o cambio deíctico”. Este salto transpersonal nos permite tener relaciones de
transferencia, resonancia y hasta sanación en la vibración sincrónica con el otro.
“The display of a world and the positioning of
an ego are symmetrical and reciprocal”
-Paul Ricoeur
Desde que me encontré con el concepto de “cambio deíctico” he estado atento al
funcionamiento de ésta valiosa herramienta cada vez que me sumerjo en cualquier
contenido narrativo, visual o auditivo. En términos literarios, desde que abro la primera
página de una novela, comienzo a visualizar el escenario y los personajes bajo mi propia
perspectiva, aunque la guía del autor siempre marca la pauta de la historia, en mi imaginario,
la empiezo a convertir de alguna forma en mi historia. Termina siendo básico el rol de la
subjetividad en el acto-lenguaje, la clave de la intersección entre la subjetividad y la
fenomenología linguística se encuentra en el término: Deixis.
Las referencias deícticas son términos que, más que caracterizar a un referente, designan
algún tipo de relación entre el referente y el autor. El significado de un término deíctico depende
de quién emite la palabra, dónde y cuándo. Por lo tanto, la referencia deíctica sólo puede
entenderse en relación con el contexto en que es utilizada.
Dentro de los estudios literarios de Mary Galbarth y en su libro “Deictic Shift Theory and
The Poetics of Involvement in Narrative”, analiza de que manera, la primera y segunda persona
(y en menor medida, y de forma diferente, la tercera persona) facilitan la identificación legible con
la posición textualmente inscrita (la posición del carácter o narrador designada por dicho
pronombre – yo, tu, él, ella – funcionan deícticamente), y evocan un sentido de inmersión
conceptual legible en el mundo de ficción de la historia, lo que contribuye a la forma en que
la escena se realiza en el imaginario de la mente del lector, en particular, la perspectiva desde
la cual la escena se visualiza conceptualmente.
La poesía cognitiva y la narratología cognitiva han empleado la teoría del cambio deíctico,
basado en gran parte en el trabajo de Duchan, Bruder y Hewitt, para tratar de ofrecer una
explicación de cómo se crean estos efectos interpretativos. La Teoría del Cambio Deíctico
propone que los lectores proyectan conceptualmente al locus contextual del representante
de señales deícticas para poder comprenderlas y esto ofrece un modelo de cómo
los referentes determinan esas coordenadas contextuales que son procesados por los lectores,
y a la vez, cómo esto contribuye a la conceptualización personalizada del mundo de la historia.
Un ejemplo muy claro de éste fenómeno lo hemos experimentado en el cine, cuando tuvimos
la oportunidad de ver la historia de Luke Skywalker o Han Solo en “Star Wars” o la de Neo en
“The Matrix”, por citar algunos ejemplos, canalizamos de tal forma a estos personajes con
los que de alguna manera nos identificamos y empezamos a hacer nuestro su viaje, fuimos
Neo, fuimos Luke y fuimos Han cuando asumimos el punto de vista de cada uno de ellos.
el altar del cambio deíctico,
la manera más
pragmática de
inmersión y transformación
al saturar nuestra atención en
la que la realidad básica se
desbarata y te conviertes en
parte del sueño. Se han
realizado resonancias
magnéticas a personas mientras están viendo una película y se ha logrado identificar el momento
en el que se realiza éste cambio, el momento en el que el espectador se sumerge en la historia
y empieza a cro-crear la narrativa. El análisis concluyó en que adaptamos nuestra emisión de
ondas en el lóbulo frontal del cerebro y tal proceso se asocia con el REM que experimentamos
cuando soñamos, es decir, entran en juego procesos inconscientes que le dan una nueva forma
a nuestra realidad, el ego se disuelve de tal forma que perdemos nuestro sentido del “yo”
y sintonizamos una frecuencia ajena que nos permite experimentar una realidad diferente a la
nuestra, pero al mismo tiempo, permeada por nuestra propia psique: El observador se
convierte en lo observado, cuando se observa a si mismo, y lo observado se convierte en el
observador en una especie de espejo infinito.
La complejidad de éste fenómeno deíctico me ha llevado a detectarla dentro de otros
contextos donde realmente deposito mi atención, en la música sucede que existen ciertas
canciones que hacen resonancia con algunas fibras, y de inmediato (a veces involuntariamente)
me rindo ante la melodía y experimento ese cambio de frecuencia en el que fluyo libremente,
en el que mi “yo” desaparece y habito por un momento la conciencia del interprete o instrumentista.
Tal vez todos lo hemos experimentado cuando hacemos el famoso “air guitar” sin que
tengamos ningún conocimiento de cómo ejecutar los acordes que están sonando, esté
podría funcionar como otro ejemplo claro de la recontextualización del yo, y es que al
resonar con una frecuencia diferente, de cierta manera nos convertimos en esa
frecuencia al vibrar sincrónicamente.
La verdad extática se encuentra en nuestra subjetividad (experiencia personal: qualia) y las
experiencias de mayor transformación suceden cuando abandonamos nuestro ego.
Todos las hemos vivido en el cine, en los sueños y en la música, otros hemos tenido la
oportunidad de vivirlas en viajes psicodélicos, donde no queda otra opción más que
trascender las limitantes de la carne para poder entregarte de lleno a la práctica. Pero si
ésta forma de transformación deíctica es de tanta relevancia al sumergir por completo nuestra
atención en tales experiencias narrativas ¿Qué hay de las historias que nos contamos a nosotros
mismos? Nuestra identificación habitual con la línea narrativa de nuestros pensamientos
es la fuente primaria de nuestra confusión y sufrimiento. Realmente creemos las
historias que nos contamos y terminamos por convertimos en ellas, adoptamos y canalizamos
arquetipos destructivos que tienden a abrumar nuestra capacidad de percibir el presente e
imponemos un filtro negativo a nuestra realidad. Para este caso en particular he encontrado que
el cambio deíctico termina siendo uno más de los beneficios prácticos de la meditación, al
entregar por completo mi atención a la no-narrativa de mi estado meditativo, se disuelve el ego
de la misma manera que en el caso del cine y de ésta forma se puede dirigir el pensamiento
discursivo hacia una narrativa positiva, canalizando un arquetipo que manifieste la “mejor”
versión de mi mismo.
Las consecuencias de la fenomenología deíctica tienen un potencial extremadamente
positivo en la evolución de nuestro aprendizaje, hemos sido testigos de cómo puede ser
utilizada en las tecnologías retóricas de la literatura y la cinematografía, la manera en
que se puede capturar y administrar nuestra atención para maquilar un nuevo tipo de experiencia
subjetiva de la cual podemos extraer nuevos conocimientos al liberarnos de nuestra zona
de confort. Creo que ésta herramienta es la clave para poder transmitir un mensaje, difundir
un meme y transformar nuestra mente. Al sumergirnos en un nuevo contenido entramos en una
suspensión voluntaria de la incredulidad, que nos permite entrar en mundos imaginario
fundamental para la experiencia de otra realidad que se entrelaza con la psicodelia en una
percepción amplificada por nuestra propia psique y que termina por manifestar nuestra
consciencia fuera de nuestra propia mente. Recuerdo que cuando empezaba a mezclar discos,
una chica me dijo: “Para atrapar y transportar a la gente, debes saber contar la historia” Tal vez
ésta sea la única manera en que cualquier expresión artística pueda transformar a sus
espectadores.
Les dejo el “Shot of Awe” de Jason Silva que me inspiró en compartir ésta reflexión.
No hay comentarios:
Publicar un comentario