Emprendedor Abstracto no es el Emprendedor Real
Muchos factores contribuyen para que el espíritu emprendedor funcione o no. Desde mediados del Siglo XVIII se enuncian conceptos abstractos sobre las “buenas prácticas” para emprender que pretenden prescribir las claves del “éxito” empresarial. El problema es que “las buenas prácticas” no se pueden transferir linealmente de un emprendimiento a otro, ni de un emprendedor a otro, partiendo de la base de las diferencias personales y sus respectivos entornos socioeconómicos.
Lo que muestra la realidad del día a día, es que los conceptos abstractos de las “mejores prácticas” emprendedoras y los “modelos” para planificar y gestionar los emprendimientos pueden ser entendidos y adoptados por empresarios y empresas que ya disponen de una base sostenible para desarrollar sus ventajas competitivas y son muy raros que funcionen por el hecho que los académicos presuman que son los caminos seguros para lograr el éxito.
Si nos detenemos a ver con atención cada una de las buenas prácticas para lograr ser un emprendedor de éxito, notaremos que no existen diferencias con las buenas prácticas para ser un ingeniero capaz, o un médico de confianza, o un redactor creativo o un programador eficiente.
El problema está en que el enfoque academicista sobre el emprendimiento se funda en conceptos abstractos que pueden explicar “ex post” la naturaleza emprendedora de personas y empresas, pero no son predictores “ex ante” del éxito o del fracaso emprendedor.
Yo encuentro que los enfoques académicos del emprendimiento se reciclan preservando inmutable, a través del tiempo, su base teórica (la vertiente económica de la escuela schumpeteriana, y la vertiente psicológica del conductismo de mediados del S XX).
Ahora está más de moda la cuestión de las competencias para emprender. Hace una década se impuso la cuestión de losecosistemas donde emprender… pero todos los conceptos abstractos que intentan “facilitar” el desarrollo y el éxito de los emprendedores creadores de empresas siguen presentando una hélice de tres paletas que giran y se vinculan sobre el eje del comportamiento del emprendedor, a saber: a) las dotes para el liderazgo, b) la gestión estratégica de los recursos (tanto del talento de las personas y los medios tangibles e intangibles), y c) un proceso de innovación integrado por actividades de exploración y explotación entendidas como “sub-procesos” diferenciados uno del otro.
Esto no está “mal”. Ni “bien”. Yo veo que la dificultad de reciclar las ideas sobre cómo explicar y facilitar el éxito emprendedor, sin el coraje para atravesar las fronteras conocidas, es como el casamiento entre primos: se debilita la calidad genética de la especie y se consolidan los malos vicios.
Cada vez con más frecuencia se están generando visiones “mono-disciplinares” enfocadas al desarrollo de habilidades tecnológicas, que no contemplan una apropiada visión del mundo de los negocios.
Continuará…
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