La respuesta es sencilla, y yo creo que todos la sospechamos: nuestro cerebro es vago, acomodaticio y nada amigo de novedades. O sea, no está nada preparado para las crisis, sean estas económicas o de otro tipo. (¿Será por esto que abundan tanto las obras de autoayuda en épocas de crisis?) No lo sé. En cualquier caso, la lectura de verano que comento: Qué hace feliz a tu cerebro y porque deberías hacer lo contrario de David DiSalvo (divulgador científico y autor de los blogs Neuronarrative y Neuropsyched) está muy alejada de la autoayuda, pudiéndose etiquetar como el mismo autor afirma, de ciencia-ayuda. El bagaje con que se arma para hacer la obra se nutre de la más reciente y abundante investigación en psicología social y cognitiva y la conecta con procesos de toma de decisiones. Obra seria, que me conecta, años después, con mi formación de psicólogo social.
Leyendo la obra la relaciono inmediatamente con esta frase tan escuchada: para innovar es necesario salir de tu zona de confort. Nunca había encontrado una explicación tan contundente. En las propias palabras del autor: lo que yo quisiera comunicar con la metáfora de un cerebro feliz es que es sencillamente que, bajo determinadas condiciones, nuestro cerebro tiende a hacia una posición que establece el mayor placer en esquivar la perdida, en minimizar el riesgo y en evitar el daño. Nuestro celebro ha evolucionado para hacer exactamente esto, no obstante, esas mismas tendencias protectoras puedes ir demasiado lejos y convertirse en obstáculos en lugar de un virtudes. Nuestro reto estriba en saber cuándo hemos de pensar y actuar de forma contraria a las tendencias nativas de nuestro cerebro.
Y sigue diciendo más adelante, en relación al sistema educativo: para complicar más las cosas, el cerebro feliz no esta estructurado desde su nacimiento para desafiar a los sistemas en que vive. Consideremos por un momento el sistema educativo… De hecho, las escuelas son justamente eso, entornos concebidos para aprender. Una vez que nos hacemos parte de ese entorno, nuestro cerebro empieza a trazar el mapa de ese territorio de modo que podamos sentirnos seguros en él. Cuando se haya conseguido esto, cambiar las cosas nos produce inestabilidad; y esa inestabilidad constituye una amenaza para un cerebro feliz.
Y sigue diciendo más adelante, en relación al sistema educativo: para complicar más las cosas, el cerebro feliz no esta estructurado desde su nacimiento para desafiar a los sistemas en que vive. Consideremos por un momento el sistema educativo… De hecho, las escuelas son justamente eso, entornos concebidos para aprender. Una vez que nos hacemos parte de ese entorno, nuestro cerebro empieza a trazar el mapa de ese territorio de modo que podamos sentirnos seguros en él. Cuando se haya conseguido esto, cambiar las cosas nos produce inestabilidad; y esa inestabilidad constituye una amenaza para un cerebro feliz.
Afortunadamente, DiSalvo no se queda solo en el diagnóstico y nos avanza una serie de interesantes pautas. Para los que estéis interesados os las dejo aquí.
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