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Estamos asistiendo a una época donde el emprender se considera una actividad cuasi mística, en la que todas las instituciones intentan convencernos de que todo el mundo debe ser emprendedor, y donde surgen como setas centros de coworking, aceleradoras, incubadoras y startups…. pero ¿es todo esto real o vivimos una nueva burbuja?
Hoy en día al emprendedor se le considera poco menos que una figura mítica en la que descansa la responsabilidad de transformar la sociedad (algo que, aunque es cierto, va a suceder mucho más tarde de lo que anhelan los políticos). Son un grupo de personas hasta hace poco casi completamente desconocidas, pero que ahora finalmente son admiradas y reconocidas por su valor y arrojo, y la sociedad los apoya en bloque… algo francamente necesario.
Y si, a la casta política se le llena la boca hablando de la “gran esperanza” que representan los emprendedores, e incluyen en sus programas grandilocuentes eslóganes sobre lo importantes que son… pero es normal, y siendo justo, están empezando a trabajar por apoyarlos. De forma más o menos afortunada y con mayor o menor éxito, pero la realidad es que no sólo hay voluntad sino hechos.
Todo esto junto con el enorme auge de actores que promueven el emprendimiento, desde aceleradoras o incubadoras hasta espacios de coworking o profesionales varios de apoyo (basta mirar Spain Startup Map, el mapa de la comunidad emprendedora de España para darse cuenta del volumen), ha llevado a algunos a hablar de “burbuja”… algo que creo es correcto sólo a medias.
Spain Startup Map, el mapa del ecosistema emprendedor en España |
Bien es cierto que podríamos hablar de una “burbuja social” de emprendimiento, de que existe un exceso de optimismo sobre el proceso de emprender, que a mucha gente se le está animando a ello sin ser realmente conscientes de dónde se meten y con apenas conocimientos sobre el proceso… algo que acabará mal para mucha gente.
Todo esto, por si fuera poco, sucede en un contexto donde se está animando a muchos parados a emprender, ya que tras perder sus trabajos y con un negro panorama laboral en el horizonte se perfila el emprendimiento como su única salida…. algo francamente peligroso ya que el emprendimiento por necesidad tiene unas tasas de fracaso muy altas (tal como hablamos en No emprendas, por favor).
En éste sentido sí puedo estar de acuerdo que existe cierta “burbuja social” de emprendimiento… pero en absoluto puedo estar de acuerdo con la acepción clásica de “burbuja”, que habla de una subida durante un largo periodo e injustificada de la valoración de las startups.
Entre el año 1997 y el año 2001 aprox. sí que se produjo una burbuja .com, en la que muchos inversores más o menos cualificados invirtieron millones de dólares en empresas startup que no entendían, y en no pocos casos consiguiendo retornos de 2 y 3 dígitos… pero sin saber cómo o por qué. Y al igual que sucedió recientemente con la burbuja inmobiliaria, el mundo real irrumpió en los sueños de aquellos locos y derrumbó su castillo de naipes.
Sin embargo a día de hoy en España los inversores están mucho mejor formados que entonces, son más cautos, e invierten con criterios mucho más sensatos. Es cierto que el mercado inversor en startups se ha animado últimamente, pero no porque haya una expectativa injustificada sobre el futuro o valoraciones millonarias absurdas de estas compañías, sino porque:
Ahora mismo en España hay muchas y muy buenas startups con un enorme potencial y proyección… algo de lo que congratularnos.
Pero entre una buena situación de emprendimiento (en la que sigue faltando financiación, sobre todo en las primeras fases) y una burbuja existe un mundo. Tenemos que seguir trabajando en apoyar a esas grandes startups que a día de hoy pelean por sobrevivir y crecer, y en educara los futuros emprendedores sobre las luces y sombras del proceso de emprender… porque esa es nuestra única opción de futuro.
(Artículo originalmente publicado en VLCNews)