Si alguna vez te quedaste mirando el movimiento de las hormigas en algún espacio de pasto, vas a ver varias cosas interesantes de sus comportamientos. Entre tantas cosas que se puede aprender de eso, tenemos 10 claves para mejorar tu vida, esta semana en mi posteo en el blog de Red Bull Argentina.
Si alguna vez te quedaste mirando el movimiento de las hormigas en algún espacio de pasto, vas a ver varias cosas interesantes de sus comportamientos.
Por ejemplo: Supongamos que estás viendo a una hormiga tratando de levantar algo pesado (una ramita, una galletita que quedó tirada por ahí, o hasta una cucaracha… con el perdón de los que están comiendo algo mientras leen estas líneas). Nuestra amiga va a probar un par de veces levantar el objeto, le va a dar una vuelta para tratar de levantarlo por otro lado, hacer algo de fuerza palanca, o buscarle la manera, y a los segundos automáticamente va a salir despedida a buscar más hormigas para completar la misión.
O peor: Sin que uno tenga ni la más pálida idea de dónde salieron y cómo llegaron, las demás hormigas se van a ir empezando a acercar para ayudarla a levantar la carga. Se ayudan, están atentas a lo que pasa con la otra, se tienen en cuenta.
No se rinden por ser el objeto demasiado grande, no creen que su aporte es demasiado pequeño, no se ponen a pensar en los “no”, sino en cómo “sí”. No se ponen a pensar tanto en el problema, sino que se enfocan en la solución. No frenan en lo que no se puede hacer, sino que siguen buscando las cosas que sí se pueden hacer.
Son prácticas, usan lo que tienen. No se pasan el rato viendo reviews en internet para comprar mejores herramientas de las que ya tienen para hacer el trabajo que hasta ayer podían hacer con las anteriores. Van, y aplican lo que tienen a mano.
No desperdician el tiempo. No gastan tiempo twitteando o posteando en Facebook sobre el problema que tienen (“AK CON LA GASHETITA GIGAMMTE :””’(“), quejándose de su actual trabajo o situación problemática: Usan el tiempo a su favor. Establecen cuál es el problema, lo analizan, y pasan a las soluciones.
Y estamos hablando de hormigas. Pequeños animalitos de Dios que no tienen nuestra capacidad para pensar, para aprender de nuestros errores (y de los ajenos), de leer libros, conocer otras experiencias, consultar en internet mejores maneras de solucionar nuestros problemas actuales, y demás. Son simples bichitos, ínfimos y sin muchísimas luces, que hacen su trabajo mucho mejor que lo que nosotros hacemos los nuestros.
Trabajan muy bien en grupo, en familia, en comunidad. Y eso es un poco porque saben bien cómo pedir ayuda, y un poco porque están dispuestas a ayudar.Entienden que hay un bien mayor que beneficia a ambas partes. Si te ayudo a avanzar con lo tuyo, directa o indirectamente, me estoy ayudando a avanzar con lo mío.
Cuando nosotros (seres humanos) hablamos de un “trabajo de hormiga”, hablamos de un trabajo puntilloso, detallista, esforzado, perseverante. Hablamos de no tomar el camino fácil, rápido, artificial. Es trabajar en equipo, de a pequeñas ayudas, haciendo que cada mínimo paso cuente.
Y en ese pequeño detalle (el trabajo de hormiga) descansa un secreto importantísimo, una lección clave para tomar en cuenta y mejorar nuestra vida de acá en más: En no dejar de moverse, no dejar de avanzar, no dejar de probar, no dejar de ir dando pasos diarios. No creer que la meta es demasiado grande, que nosotros somos muy poca cosa, que no se puede conseguir, o que “eso es para otro tipo de gente”.
Si lo sueño yo, lo quiero para mí. Si sólo no puedo, entonces pido ayuda. Si no sé cómo se hace, aprendo. Y de la misma manera que las hormigas, una vez que encontré dónde está la comida, marco el camino para que las demás también consigan.
Alguien alguna vez se preguntó cómo hace una hormiga para comerse a un elefante, y dice que la respuesta fue simple: “bocado por bocado”. Si la tarea es gigante, dividila en partes pequeñas y andá cumpliendo. Si querés conseguir un sueño, dividilo en metas, y no dejas pasar ni un día sin avanzar un poco. Que ni un día sea en vano, que no se desperdicie tu tiempo de vida.
Si hay algo que todavía no conseguiste, algo que todavía no sabés, algo que soñás con alcanzar, o hasta algo chiquito como un truco con la tabla o con la pelota que no te sale, seguí probando, seguí practicando, seguí avanzando. No frenes, no te desanimes, no abandones. Si se complica, buscá ayuda. Y si ves a alguien complicado con lo suyo, ofrecé tu ayuda también.
Que no haya excusas: ni la rutina, ni el cansancio, ni el miedo, ni nada. En la gran mayoría de las situaciones, no se trata de que no puedas, o que no seas capaz de hacer lo que te estás proponiendo, sino simplemente que no lo estás queriendo lo suficiente. No te apasiona lo suficiente. No te quema interiormente con tanta intensidad como para no descansar hasta lograrlo. Si lo querés en serio, buscalo con todo de vos… y un poquito más.
Un último punto fuerte del trabajo de hormiga es su perseverancia, su capacidad de volver a probar cuando las cosas fallan. Si un camino no funciona, prueban con otro. Si hay un obstáculo, buscan por dónde superarlo. Si pesa mucho, buscan más ayuda. Se reagrupan y avanzan. No frenan ni un segundo.
No va a pasar que veas a una hormiga sentada al lado de una galletita lamentando no haber podido cumplir con su tarea o llorando porque es muy pesada. No dejan tiempo para estancarse, para la autocompasión. ¿Es una galletita gigante? Es bueno, es más comida. ¿Todas las maneras que probé no funcionaron? Sigo buscando, sigo avanzando, me sigo moviendo.
Así que si fallaste, si te equivocaste, si perdiste, o si te estancaste, rearmate y volvé a empezar. Si te cuesta, pedí ayuda. Si el objetivo es grande, que sea un desafío. Y si querés algo con las suficientes ganas, no pierdas un segundo más y arrancá hoy con el trabajo de hormiga.
¡Ni un día malgastado más!. :)
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